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domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 15: Ángeles (la mente mágica)


Cuando terminamos de escuchar la historia de Diana y Lucía, decidí ducharme, ya que olía fatal, tenía el pelo manchado de sangre, pegajoso... Total. Que necesitaba una ducha.
Ángel ya se había despertado, y al ver que yo estaba despierta, me preguntó si se había perdido algo. Así que justo antes de ducharme, le conté lo que había pasado con Diana y Lucía, y después me puse a llorar. Intentó consolarme dándome un abrazo, pero por alguna razón, le evité y me fui corriendo a la segunda planta.
Empecé a llenar la bañera de agua. Siempre me había gustado ahorrar, pero ahora prefería un baño. Comencé a desvestirme lentamente. Aún tenía los ojos llorosos e hinchados. Terminé de desvestirme y metí los pies en el agua después de cerrar el grifo. Estaba a la temperatura perfecta, así que me senté y después me tumbé. Por fin podía relajarme un poco en agua caliente, destensando mis músculos agarrotados, mi corte en el cuero cabelludo...
De repente, llamaron a la puerta. Pregunté quién era, y respondió la voz de Lucía. Le dije que estaba bañándome y que hablaríamos más tarde, pero ella me dijo que era grave. Al oír esto, le dejé que entrara. Lucía entró y se sentó en la tapadera del váter. Se aclaró la garganta y se preparó para anunciarme la noticia:
-Ángel vio que estabas triste por lo de Diana y se ha ido en busca de ella con Pablo.
-¿¿Quéé? Eso no puede ser...
-Sí lo es Paula, y lo siento.
-¡Le puede pasar algo muy grave o incluso morir! ¡No puedo dejar que le pase nada!
A continuación me levanté de la bañera y me enrollé con la toalla que me había preparado anteriormente. Me dio igual que Lucía me viera desnuda, al final y al cabo, las dos éramos chicas, y ninguna de las dos éramos lesbianas. Aún así le pedí a Lucía que saliera del baño mientras me vestía. Me puse mis shorts vaqueros color negro y mi camiseta de tirantes de flores. Verdaderamente ni me di cuenta que se me había olvidado ponerme el sujetador, por la prisa que tenía por ir a buscar a Ángel, y a Pablo también.
Al estar lista, bajé a la planta de abajo, y vi a todos mis amigos y al mago Nicolás en el sofá del salón, hablando ruidosamente. Cuando me vieron, interrumpieron lo que estaban hablando. Entonces, el mago Nicolás se levantó y se acercó a mí. Me posó las manos sobre los hombros y me dijo cuidadosamente:
-Querida, Lucía y tú os quedaréis aquí por lo que os podáis encontrar cuando vayamos a por los señores Pablo y Ángel y la señorita Diana.
-¿Qué? Ni hablar, ni soñando. Ángel es mi novio y voy a ir a salvarlo. Y además, Pablo es el novio de Lucía, ¿por qué ella tampoco va?
-Es por lo que os podáis encontrar. Por si les ha pasado algo o han m....
-¡NO PRONUNCIE ESA PALABRA!-le interrumpí-. ¡ESTOY SEGURA DE QUE ESTÁN BIEN! ¡LUCÍA Y YO OS ACOMPAÑAREMOS!
-Eso está claro-me apoyó Lucía-.
-Muy bien-dijo el mago Nicolás-. Pero os he avisado.
Me guardé el móvil en el bolsillo y le di la mano a Lucía. Estábamos dispuestas a hacer lo que fuera para salvar a Pablo y a Ángel. El mago Nicolás nos pidió que le tocáramos cualquier parte del cuerpo. Bueno, cualquiera no, ya me entendéis. Para mí, esta experiencia era nueva, para los demás no. Como ya sabéis, en el castillo de la bruja Jane el mago Nicolás no se podía aparecer así como así porque había un montón de hechizos. Así que el mago Nicolás había decidido aparecerse justo en el bosque que había alrededor del castillo. Entonces, todos le tocamos la cabeza, y empezamos a girar y a girar hasta que mareados, tocamos el suelo del frondoso bosque. Le dejamos de tocar la cabeza y miramos a nuestro alrededor. Estábamos totalemente rodeados de árboles altos y verdaderamente frondosos. No se veía ni un trocito de cielo. El mago Nicolás nos anunció:
-Hay que darse prisa. En este bosque oscurece pronto y, además, hay animales muy peligrosos por la noche.
Empezamos a caminar, guiados por el mago Nicolás. Alguna que otra vez se oía un pequeño alarido, resultado de un arañazo a causa de una rama o cualquier cosa picuda que hubiera en el bosque.
Cuando llevábamos más de hora y media caminando, y lo sabíamos gracias al reloj de muñeca que llevaba Mario, Tomás se paró en seco, haciendo que Lucía, Mario, Miriam y yo nos tropezáramos y casi cayerámos al suelo:
-¿Pero qué pasa?-pregunté frotándome la espinilla, donde me había golpeado con una roca al tropezarme-.
-He escuchado a alguien gritar. Y creo que era una chica-respondió Tomás-.
-Tiene razón-intervino el mago Nicolás-. Esperad, usaré el poder del oído afinado para poder escuchar mejor.
Mientras que nos quedábamos callados, el mago Nicolás doblaba la cabeza hacia un lado, haciendo que su oído derecho quedase inclinado hacia arriba. A veces fruncía el ceño y otras tantas ponía cara de miedo. Nosotros no escuchábamos nada, sólo algún que otro grito. Después de cinco minutos de silencio, el mago Nicolás puso la cabeza recta, se frotó el oído de tanto esfuerzo y nos dijo:
-La que estaba gritando era Diana. Hay que darse prisa.
Tras oír esta frase, todos, sobre todo Tomás, empezamos a caminar lo más deprisa posible. Aún así, nos desplazábamos como caracoles a causa de las raíces de los árboles que salían del suelo, las plantas que picaban, y las largas ramas de los árboles en mitad del camino. Entonces, a mí se me pasó por la cabeza, que con mi poder, podría hacer que flotáramos todos. Les dije mi idea, y asintieron todos bastante agradecidos, excepto el mago Nicolás, que hizo que de su espalda salieran unas alas blancas y grandes. Todos nos quedamos boquiabiertos y al vernos, el mago Nicolás nos dijo:
-No os quedéis así. Si cuando seáis adultos, hagáis las pruebas y las paséis y os den todos los poderes, uno de ellos será convertirse en ángel, que es lo que acabo de hacer.
Tras decir esto, el mago Nicolás echó a volar con rapidez. Inmediatamente, me concentré lo máximo posible en mi cuerpo y en los de mis amigos, y lentamente, empezamos a flotar. Los demás estaban asombrados al ver que podían flotar. Claro, como ellos no tenían que esforzarse nada para flotar, no como yo, que al estar totalmente concentrada en cinco cuerpos en total, me estaba empezando a doler la cabeza.
Al elevarnos unos 30 metros en el cielo, vimos otra cosa que no era para nada un árbol. Al ver el castillo de la bruja Jane por el exterior, me desconcentré en mi cuerpo y en el los demás por un segundo, lo que causó que mis amigos y yo empezáramos a caer rápidamente en dirección al suelo. El mago Nicolás se dio cuenta de que estábamos cayendo justo a tiempo. Hizo un extraño movimiento con la mano y nosotros nos quedamos paralizados en el aire. Al ver nuestras posturas, empezamos a reír a carcajadas. Tomás estaba cabeza abajo, con su pelo castaño rizado totalmente alborotado por el viento, un zapato saliéndose de su pie derecho, y con las manos apoyadas en la cabeza; Miriam estaba en horizontal, con su largo y liso pelo negro hacia arriba, resultado del viento ,y con los extremos de su cuerpo hacia arriba, formando una pequeña “U”; Mario estaba sentado de piernas cruzadas en el aire, con su pelo rubio y corto, al estilo Niall de One Direction totalemente despeinado; Lucía estaba también cabeza abajo, con los brazos y las piernas estirados y con su largo, rizado y rubio pelo paralizado en el aire hacia arriba. Por último, yo estaba en la misma posición que Miriam, ya que ella y yo habíamos ido juntas a tirarnos en paracaídas una vez, y sabíamos que había que ponerse en horizontal, excepto que mi barriga estaba totalmente al descubierto, y yo me estaba aguantando la camiseta para que no se subiera más.
El mago Nicolás volvió a mover la mano, dibujando un círculo en el aire, e hizo que de nuestras espaldas salieran alas blancas y grandes como las suyas. Nos había convertido en ángeles. Inmediatamente después, el mago Nicolás hizo que nos pudiéramos volver a mover. Nos miró con cara de “no es hora de reírse, a menos que queráis perder a vuestros amigos”. Nosotros nos miramos y empezamos a mover las alas. No era tan difícil como había pensado. Era, simplemente, como tener dos brazos más. Excepto que nunca te cansabas de mover las alas. Seguimos nuestro camino hasta la entrada del castillo de la bruja Jane, esta vez más rápido.















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