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lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo 11: Prisionera (la mente mágica)

  
Sentía fuertes punzadas en la cabeza y dolor por todo el cuerpo. Me sonaban las tripas y lo que más me dolía era el tobillo derecho. Abrí los ojos poco a poco, y mientras, me enderezaba. Cuando pude enfocar bien, vi que estaba en una pequeña habitación de piedra, parecida a una cueva, y la única salida que había estaba cerrada por unas fuertes y gruesas barras de hierro, en las que se distinguía una puerta del mismo material cerrada con un candado. El techo era muy bajo, y al volver a mirar hacia abajo, divisé una sombra bastante grande en la esquina más alejada de mí. Entonces empecé a recordar: niebla negra, zombies, los elegidos, Lucía, Ángel, un zombie que me atrapaba, vómito, una mujer gritando....:
-¡AHHHHH!¡ZOMBIES, VÓMITO, LOS ELEGIDOS...!¡AHHHHH!¡QUE SE TERMINE YA!¡QUE SE TERMINE YA!
Tras parar de gritar, miré instintivamente hacia abajo. Mi camiseta olía a vómito y tenía una gran mancha amarillenta. No, no era una pesadilla. Para colmo, vi que la sombra que antes estaba quieta, se dirigía ahora hacia mí:
-¡NOOO!¡ZOMBIE, ZOMBIE!¡NOOO!
Sentada como estaba, empecé a arrastrarme empujándome con los pies hasta la pared más alejada de aquella sombra, con un ataque de ansiedad a punto de comenzar:
-Tranquila, tranquila. Soy yo, Pablo. El novio de Lucía.
-¡No me engañes!¡Ya me lo has hecho antes con Ángel!¡Nooooo!
Empecé a respirar mal, y me comenzaron a entrar mareo y arcadas:
-¡Tranquila, por favor!¡Que si no vendrá Jane!
Entonces caí en la cuenta. Él decía la verdad. Era uno de los ocho elegidos, Pablo, el novio de mi amiga Lucía y enemigo de Jane. Tras pensar esto, empecé a volver a respirar normalmente, y se me quitaron las arcadas y el mareo:
-Lo siento-me disculpé-. Te creo.
-Menos mal-susurró Pablo-.
Y me cogió de las manos para ayudarme a levantarme. Pero eso no fue muy bien pensado, porque al apoyarme en el pie derecho, lanzé un fuerte alarido de dolor:
-¡Ayyyyy!
-¿Qué te ocurre?-preguntó alarmado Pablo-.
-Me duele... me duele el tobillo derecho.
-Siéntate.
-Está bien.
Obedecí, y me senté cuidadosamente, ya que el tobillo me dolía terriblemente. Pablo me cogió el tobillo con cuidado. Mientras me lo examinaba, yo le miraba atentamente. Pablo no era muy guapo, por lo menos para mí. Entonces el chico levantó la mirada y yo la bajé, avergonzada:
-Vaya. Parece que tienes el tobillo roto.
-Creo...creo que sé por qué. Recuerdo que un zombie... fue como si me lanzara en el aire, me quedé medio minuto flotando y luego... caí al suelo. Me salió sangre de la cabeza-e instintivamente, me llevé la mano a la cabeza-.
Por una parte tenía el pelo pegajoso y grasoso. Pablo se levantó, me quitó las manos de la cabeza y me miró el cuero cabelludo:
-Tienes un pequeño corte. Has tenido suerte de que no haya sido nada grave-me dijo-. Bueno, ahora, tengo que decirte algo. Estamos... estamos en el castillo de la bruja Jane.
-¡¿Quééé!?-grité-.
-¡No grites!-me recordó-. Déjame terminar. Bien, la bruja Jane me llamó hace cuatro días a su salón para decirme que me quería como cebo para un plan para atrapar a todos los elegidos.
-Pero... tú también lo eres.
-Lo sé. Espiando a través de la reja, oí gritarlo a Jane.
-Una cosa. Me han atrapado. En el plan de los zombies... ¿tú eras el cebo?
-No. Ese plan aún no ha llegado. Te estoy contando todo esto porque, de alguna manera u otra, voy a morir. A lo que iba. Yo soy el cebo en el plan para atrapar a Lucía.
-¡No!
-Sí. No lo quería hacer, pero amenazaron con matarla, y en el plan no había que matarla, simplemente traerla hasta aquí, así que acepté.
-Que cabrón.
-¿¿Y tú qué habrías hecho?? Mira, siento ponerme de los nervios, pero es que llevo aquí encerrado una semana. El plan se hará hoy, y necesito tu ayuda Paula.
-¿Para qué?¿Y en qué consiste el plan?
-Simplemente, iré a casa de Miriam. Abrazaré a Lucía y le diré que he conseguido escapar. Normalmente después de eso, debería de secuestarla y tomar el portal que me llevaría hasta el castillo, pero...
-Espera, ¿un portal dices?-le interrumpí-. Recuerdo haber visto una luz y que el zombie se levantaba del suelo durante un momento...
-Sí, sería el portal. Bueno, por dónde iba... ¡Ah, sí! Bueno, normalmente debería de llevarla al secuestarla al castillo de Jane, y ahí entras tú. Tengo el poder de poner invisibles a las demás personas, pero Jane no lo sabe. Le dije que tenía el poder de saltar como un canguro, así que, mi idea es ponerte invisible y dejaros a ti y a Lucía sanas y salvas. Después, me quedaría con todos vosotros, pero la bruja Jane lo averiguaría y me mataría, a mí, y a todos, porque los llevaría a vuestro refugio. Y otro problema es tu tobillo. No había pensado que te lo habías roto...
-Alto, alto, alto-le volví a interrumpir-. Esa idea no es buena. Lo primero, porque la llevarías a nuestro refugio y moriríamos todos, y lo segundo, acabaríamos perdiendo, y somos los elegidos, no podemos fallarle al mundo, ni al mago Nicolás.
-¡Espera!
-¿Qué?
-¡Podemos llamar al mago Nicolás ahora!
-No. Creo que no has caído en la cuenta de que el castillo de Jane está lleno de hechizos, y sería imposible que el mago Nicolás pudiera aparecer aquí como si nada.
-Tienes razón. ¿Sugieres algo?
-Sí, pero no te va a gustar. Escucha.

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