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viernes, 19 de julio de 2013

Capítulo 13: La salvación (la mente mágica)


Mientras tanto, en la casa de Miriam
-¡Han atrapado a Paula!-gritó Ángel-. ¡Y hay que salvarla!
-¡Tranquilízate, tío!-exclamó Mario-.
-¡Eso!-dijo Diana-. Mira Ángel, sé que es tu novia y la quieres, pero para salvarla hay que pensar en algo.
-Y si la han llevado al castillo de Jane también hay que salvar a Pablo-dijo Lucía-.
-Que de gente hay que salvar-dijo Miriam-. No creo que lo consigamos.
-No seas negativa, cielo-le dijo Mario a Miriam-. Podemos conseguirlo, pero antes...
-¡Llamemos al mago Nicolás!-exclamó Tomás-.
-¡Sí!-gritaron los demás-.
-¡Gran mago Nicolás Flamel, le necesitamos!-gritaron todos-.
Con un “¡puf!” el mago Nicolás apareció en la cocina de la casa de Miriam, donde estaban todos, bueno, o casi todos:
-¿Qué ocurre ahora?
-¡Que Paula y Pablo están atrapados en el castillo de la bruja Jane!-gritó nervioso Ángel-.
-¿Quééé?-preguntó el mago Nicolás.- ¿Qué ha pasado?
Y entonces Diana empezó a contarle cómo habían atrapado a Paula, lo de la niebla en el instituto, los zombies... Incluyendo por supuesto, que Pablo estaba atrapado allí también, que se lo había dicho la dueña de la panadería.
Tras recalcularlo todo, el mago Nicolás anunció a todos:
-Hay que ir a ver a esa mujer. Si sabe todo eso, es que sabe más. Dadme las manos, o tocarme alguna parte del cuerpo, nos vamos.
Entonces todos tocaron la cabeza del mago Nicolás y con un “¡puf!” desparecieron de la cocina de Miriam, apareciendo un segundo después frente a la puerta de la panadería de la señora Damiro, la que antes les había dicho que eran los elegidos.
Todos empezaron a caminar hasta la puerta, pero al llegar se miraron horrorizados. El interior de la panadería estaba totalmente oscuro, la puerta estaba doblada en sus tornillos, y los cristales de las ventanas estaban rotos:
-¡Señora Damiro, señora Damiro!-empezó a gritar Miriam-.
Nadie contestaba. El mago Nicolás hizo que la puerta se moviera a un lado para dejarles paso, y con una sola mirada, hizo que la panadería volviera a estar iluminada, arregló la puerta y los cristales:
-Se han llevado a la señora Damiro, y creo saber bien por qué. Ha sido por contaros que sois los elegidos. La bruja Jane se habrá enterado y a este paso ya estará muerta.
-¡Nooo!-gritó sollozando Diana-. ¡No puede morir! ¡Ella nos ayudó!
Tras decir esto, Diana salió corriendo, dirigiéndose a la sala de los espejos del Centro Comercial, sin saber que le esperaba una gran sorpresa.


Volviendo al castillo de la bruja Jane

Mientras la bruja Jane se acercaba cada vez más a mí, toda mi vida me pasaba por delante. Así que era cierto, antes de morir la vida te pasa por delante:
-No vas a morir, no aún-me dijo la bruja Jane-. Simplemente serás mi sirvienta de por vida, hasta que atrape a todos tus amigos, entonces sí morirás. Prepárate para perder tu memoria.
La bruja Jane empezó a mirarme fijamente a los ojos. Intenté apartar la mirada, pero no podía. Los ojos de la bruja Jane empezaron a girar, hipnotizantes. Pero entonces, empecé a flotar y el hechizo de la bruja Jane se interrumpió repentinamente. La bruja Jane empezó a gritar de furia, y mientras, Pablo empezaba a abrir un portal. El verdadero plan había funcionado. Mientras Pablo dormía anteriormente, le susurré el cambio de planes en el oído, que consisitía en que se hiciera el hipnotizado ante Jane y el director y después, cuando Jane estuviera a punto de hipnotizarme a mí, él abriría el portal, y sabía hacerlo porque el director se lo había contado a través de la mente. Entonces yo empezaría a flotar y me iría por el portal. Pablo me acompañaría, porque yo le haría flotar.
Bueno, entonces empecé a flotar e hice que Pablo también flotara, y los dos nos fuimos a través del portal, dejando a Jane gritando y al director con un ataque de ansiedad.
Ya dentro del portal, que parecía un pasillo circular con mucha luz, le pregunté a Pablo:
-¿Cómo conseguiste que el director no te hipnotizara de verdad si te susurró un hechizo al oído?
-Simplemente, llevaba tapones de cera.
-¡Qué listo!
-Es que lo soy.
-¿Qué? Perdona, pero el plan fue idea mía.
-Pero yo tuve la idea de los tapones.
-Por cierto, ¿a dónde lleva este portal?
-Al cuarto de baño de la casa de Miriam.
-¿Qué?
-Lo que has oído.
-Uff...
Seguimos moviéndonos dentro del portal, hasta que por fin, vimos el final de éste. Yo empecé a flotar a más velocidad y Pablo empezó a correr más rápido. Al final empezamos a caer, a caer y a caer, hasta que llegamos a... la bañera llena de agua de la casa de Miriam:
-¡Ahhhh!-gritó ésta-. ¿Quiénes sois?
Entonces, levanté la cabeza empapada:
-¡Miriam!¡Soy yo, Paula!
-¡¡¡Paulaa!!!¡¡¡Estás viva!!!-y vino a ayudarme a salir de la bañera-. Pero... ¿quién es la otra persona?
-Pablo, el novio de Lucía. Que sepas que fue idea suya que el portal nos trajera a tu cuarto de baño.
-Lo primero: ¡Estáis vivos!¡Hay que decírselo a todos! Y lo segundo: ¡Oye!¡Me habéis estropeado el baño!
-Jajajajaja-reímos Miriam y yo al unísono-. Oye Pablo, que ya puedes salir eh, que la bañera no es tuya-añadí-.
Pero Pablo no contestaba. Intenté ponerme de pie, sin acordarme de que tenía el tobillo roto, y pegué un alarido.
-¿Qué te pasa, Paula?-preguntó Miriam-.
-Que mi tobillo está roto. Pero puedo flotar con mi poder-tras decir esto, empecé a flotar, salpicando agua por el suelo-. Pero ocúpate de Pablo. ¡No contesta!-añadí mientras zarandeaba a Pablo-.
Justo cuando Miriam iba a pegarle una torta en la cara a Pablo, dije:
-¡Espera!¡No seas bruta!-e hice que Pablo empezara a flotar, y lo posé suavemente en el frío suelo del cuarto de baño-.
-¡Ay dios mío!-gritó alarmada Miriam-. ¡¡Está sangrando por la cabeza!!
-¡¿Quééé!?
Miriam y yo empezamos a oír pasos subiendo por la escalera. Supusimos que eran los demás, que habían escuchado nuestros gritos alarmados. Pero no nos importaba. La prioridad era salvar a Pablo:
-¡Fran!¡Fran!-grité-.
El chico acudió enseguida, con cara de atontado al ver a Miriam ataviada tan sólo con una toalla, a mí flotando y chorreando, y a Pablo tumbado en el suelo y sangrando, manchando el suelo de sangre:
-¿Pero qué ha pasado aquí?-preguntó-.
-¡No hay tiempo!-grité-. ¡Salva a Pablo!
Al captar mi mensaje, Fran se arrodilló junto a la cabeza de Pablo, que ya estaba totalmente llena de sangre. Empezó a tocarle la cabeza, haciendo movimientos extraños con sus manos, y a formular palabras ininteligibles. Los demás esperábamos impacientes por saber si Fran podía salvarle la vida a Pablo, o si para uno de los elegidos se acabaría su vida.








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