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martes, 6 de agosto de 2013

Capítulo 29: Aparición sorpresa (la mente mágica)


-Decido convertir a Ángel en mitad demonio, si no te importa claro-bajé la cabeza-.
-Claro que no me importa. Seremos más fuertes y con más poderes-sonrió Ángel-.
-Bueno, allá voy.
Poco a poco me acerqué a Ángel, con miedo. La sola razón por la que había decidido convertir a Ángel en mitad demonio, era porque seríamos más fuertes, guardaríamos nuestros poderes y, pensándolo mejor, cuando supiéramos controlar nuestros poderes, seríamos como humanos, y además, era divertido poder volar sin necesidad de un hechizo del mago Nicolás. Sólo esperaba que mi decisión no enfadara ni a mis amigos ni al mago Nicolás.
Cuando estuve lo suficientemente cerca de Ángel, me puse de puntillas, ya que me sacaba una cabeza, y vergonzosa, le di un pequeño pico, pero él me cogió de la cintura y empezó a besarme como si le fuera la vida en ello. Sólo hacía dos semanas que no me besaba. Aún así le devolví el beso contenta. Ángel se separó de mí, y contento, dijo:
-Que alguien me enfade.
-Te he puesto los cuernos con Arthur.-dije, intentando quedarme seria-.
-¿¡QUÉ?!-gritó enfadado Ángel-.
Enseguida le salieron sus grandes alas negras, lo raro es que tenía las puntas blancas. Riendo, el mago Nicolás le entregó las mismas gafas de sol que a Lucía y a Arthur, para evitar que matara a alguien o destrozara algún mueble con los rayos lásers. Ángel se las puso, ya más tranquilo, pero sus alas no desaparecían:
-¿Por qué tiene las puntas de las alas blancas?-preguntó Tomás-.
-Pues es muy raro. Paula...
-¿Sí?-pregunté un poco preocupada-.
-Sé que esta pregunta te va a parecer un poco... ridícula. Pero, ¿cuando besaste a Ángel le metiste la lengua?
-¿Qué?-dije riendo-. Pues sí, ¿algún problema?
-No. Sólo que esa es la razón por la que tiene las puntas blancas. Cuando Arthur besó a Lucía fue sin lengua y cuando el padre de Arthur convirtió a Arthur fue sin lengua.
-Ahhh..-dijo Ángel-. ¿Siempre tendré las alas así?-añadió-.
-No. Sólo tu primer año de mitad demonio.
Al terminar el mago Nicolás la frase se oyeron gritos asustados. Provenían de recepción. Preocupados, bajamos rápidamente por el ascensor. Al llegar abajo, era el caos. Había zombies por todas partes, incluida Rosa, mi enemiga y asesina. Le tenía mucho más odio que antes a esa chica.
La gente gritaba asustada, algunos ya estaban inconscientes en el suelo, desangrándose. Sin pensarlo, me concentré todo lo posible e hice que todos los zombies se quedaran flotando. Mientras tanto, Lucía, Arthur y Ángel se habían convertido en demonios y lanzaban rayos lásers, partiendo todos los zombies por la mitad, sin mirar si eran nuestros compañeros de clase o no. Tomás hizo venir un tornado enorme, que se llevó todos los zombies fuera del hotel. Miriam salió a la velocidad de la luz del hotel para ver si los zombies habían desaparecido. Volvió diciendo que los zombies se habían ido por un portal. Sin perder tiempo, el mago Nicolás se acercaba a la gente, viendo si estaban heridas o no, para curarles. Por desgracia, nuestros rayos lásers no podían matar a los zombies, ya que después les volvía a crecer el cuerpo. Tras media hora de cura, el mago Nicolás nos llevó directamente a la habitación, nervioso:
-Nos vamos ya de aquí. Pasaremos el nuevo año en otro sitio. Nos han descubierto. Preparad las maletas.
A regañadientes y sin dejar de pensar en lo sucedido, empezamos a guardar nuestra ropa. Adiós a la habitación de lujo, al gimnasio, la tele... A París. Después de un rato dando vueltas guardando las cosas, sonó mi teléfono. Me quedé sorprendidísima al ver que era Clara, mi antigua compañera de clase:
-¿Sí?-fue mi saludo-.
-¡Hola, Paula!-respondió Clara contenta-. Sé que te sorprenderá que te llame, pero es que me ha pasado algo muy raro esta semana, y una persona me dijo que te llamara.
-¿Ah, sí?-dije sorprendida-. Cuenta.
-Pues hace dos días el alma de un mago, llamado Nicolás Flamel X, apareció en mi habitación diciéndome que tenía el poder de la fuerza sobrehumana. Me dijo que eras una elegida y que te llamara.
-Ahh.. Pues la verdad, sí. Soy una elegida, y también Diana, Miriam, Lucía, Ángel, Mario, Tomás y Arthur, un chico francés.
-Que suerte. Me gustaría no haberme ido de España. Me encantaba Madrid.
-Bueno, la verdad es que ahora estamos en París.
-¡Vaya suerte!
-Bueno, ¿y qué tal tú por Londres?
-Pues bien. Me he hecho muchas amigas, tengo un novio, y hace una semana la mejor fiesta de cumpleaños de mi vida.
-¡Jajajajaja! Tengo un montón de cosas que contarte, como que por ejemplo nos tenemos que ir de París porque la bruja Jane nos ha descubierto.
-¡Ah, sí! El mago Nicolás me habló de ella.
-Bueno, ¿cuál me dijiste que era tu dirección? Es por si algún día voy a Londres.
-Vivo en Fleet Street, número 12. Parte norte de la ciudad.
-Ok. Bueno, te tengo que dejar, que nos vamos a no sé donde.
-Vale. Ya te llamaré más a menudo. Siento haberte olvidado, espero que tú a mí no.
-¿Cómo voy a olvidar a mi niñita la Clara?
-Jajajaja. Bueno, te dejo tranquila, que soy muy pesadita.
-No digas eso guapa.
-Qué va, tú lo eres mucho más.
-Lo que tú digas. Bueno nena, te tengo que dejar. ¡Un besote de nutella!
-¡Uno de nocilla!
Riendo, colgué el teléfono, contenta de haber hablado con Clara. Hacía dos años se había ido a vivir a Londres, ya que su padre había encontrado trabajo allí. Total, la típica razón para cambiarse de país. Habíamos sido muy amigas y prometimos no olvidarnos:
-¿Quién era?-me preguntó Diana-.
-Clara. ¿Te acuerdas de ella?
-¡Cómo no me voy a acordar! ¡Es la chica que le encantaba la nocilla!
-¡Sí! ¡Jajajaja!
Un minuto después, estaba contándole a Miriam, Lucía y Diana mi conversación telefónica con la chica. Por fin, llegó el mago Nicolás, para anunciarnos lo inesperado:
-Espero que estéis listos, porque nos vamos a Londres.





























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