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miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 34; El mundo mágico (La mente mágica)


Empecé a caminar por la calle, rodeando mi cuerpo con los brazos. Hacía muchísimo frío en ésa época. Miraba al suelo, pensando en todo lo que me había pasado desde mayo. Era una elegida, que tenía que salvar el mundo. Un amigo mío se había muerto, mis padres casi lo estarían, o serían zombies, como los padres de Clara. La chica era ahora una vampira, al igual que su novio. ¿Se me ha olvidado algo? Sí, que morí y resucité, que soy mitad demonio... Y muchas cosas más.
Crucé una esquina y me choqué con alguien. Levanté la cabeza para disculparme:
-¡Mike!-dije en inglés-. ¿Clara está bien?
-Sí. Poco a poco se controla más.
-¿Cuándo podré verla?
-Dentro de poco. Justo iba a ir a buscaros. Hay que empezar a reclutar gente. El mago Nicolás dice que la pelea final con Jane cada vez está más cerca. Acompáñame.
Mike me cogió de la mano, que tenía helada, y tiró de mí hacia donde fuera que nos dirigíamos.
Tras correr durante media hora, entramos en una especie de bar. Dentro no había nadie. Estaba totalmente vacío. Nuestro camino no terminaba ahí. Mike me llevó hacia una puerta de color gris. La abrimos y accedimos a una empinada escalera. En total oscuridad, empezamos a bajar, yo despacio, Mike impaciente. Por fin, tocamos suelo plano. Mike me soltó la mano y se alejó de mí. Apretó un interruptor, supongo, ya que no veía nada, y se encendió una pequeña lámpara, que estaba apoyada en una mesita negra:
-Ponte de rodillas-me indicó el chico-.
-¿Qué?
-Haz lo que te digo.
A regañadientes, me puse de rodillas en ese asqueroso suelo, y esperé a que Mike hiciera lo mismo. De repente, el chico empezó a pronunciar unas palabras ininteligibles, y al cabo de un minuto, el suelo empezó a temblar. Asustada, me puse de pie, y me dirigí hacia la escalera, pero una reja salió del suelo, impidiéndome el paso:
-¿Pero qué es esto Mike?-pregunté, asustada-.
-Ponte de rodillas y cállate-fue lo único que me dijo-.
Suspirando y asustada, me volví a poner de rodillas, casi cayéndome al suelo. Éste seguía temblando, como si algo saliera de él. Tras diez minutos de rodillas, temblando a causa del suelo y del miedo, y esperando impaciente, el suelo dejó de temblar y al levantar la cabeza, pude ver una gran puerta, que llegaba hasta el techo, aguantada por dos postes, que estaban rodeados por unas largas enredaderas verdes. El pomo de la puerta era enorme y redondo, de oro, y justo en el centro de éste, había un ojo de cristal. La puerta era roja, de madera, y tenía dibujada dos árboles a los lados, y varias personas con rayos saliéndoles de las manos:
-Ésta es la puerta hacia el mundo mágico subterráneo-me indicó Mike-.
-¿Qué? Pensaba que los seres mágicos e inmortales vivían entre los humanos-fruncí el ceño-.
-Unos pocos sí, pero la gran mayoría viven aquí, bajo tierra. El mundo mágico es tan grande como este planeta, solo que se encuentra bajo los pies de los humanos.
-¿Y por qué me has traído aquí?
-Hay que empezar a reclutar vuestro ejército, ya te lo dije.
-Espera, espera. Yo sola no puedo. No soy la única elegida. ¿Dónde están mis amigos?
-Aquí-respondieron varias voces-.
Me giré y allí estaban los otros siete elegidos, acompañados por el mago Nicolás:
-Abriré la puerta. Poneros de rodillas-nos indicó el mago Nicolás-.
-Qué pesaditos con lo de ponerse de rodillas-dije mientras obedecía, poniéndome junto a Ángel-.
-Es el ritual señorita Paula. Cada vez que se entra en el mundo mágico, hay que ponerse de rodillas ante la puerta.
Me hizo callar con un gesto de la mano, y él y Mike también se pusieron de rodillas. El mago Nicolás dibujó una llave en el aire, que se convirtió en una real. Pronunciando unas palabras en otra lengua, metió la llave por la minúscula y casi invisible cerradura que se encontraba en el iris del ojo de cristal, y la giró. A continuación empujó la puerta poco a poco, y al estar totalmente abierta, pudimos ver la entrada al mundo mágico:
-Guau-dijo Miriam, impresionada-.
Caminando despacio, entramos por la puerta, con la boca abierta. Desde donde estábamos, se veía una gran llanura verde, con millones de margaritas amarillas decorándola. Al final de aquella colina, había un gran castillo, rojo y negro, con varias torres de control, rodeadas por enredaderas. Un montón de personas humanas, bueno, casi humanas, se dirigían hacia la puerta de aquel castillo, algunos con dragones, y otros con caballos alados:
-Esto es.. impresionante-dije, con la boca abierta-.
-Ya te digo-me acompañó Ángel, pasándome el brazo por los hombros-.
-Tenemos que ir al castillo de la reina mágica. Allí van todos los seres mágicos e inmortales para veros, y hacer unas duras pruebas, para pertenecer al ejército que os acompañará para luchar contra Jane.
-Exactamente-dijo Mike, que para sorpresa de todos, entendía el español-. Vamos, o llegaremos tarde.
Mike pegó un fuerte silbido, y tras un minuto, se acercaron a nosotros diez preciosos caballos alados. Cada uno se montó en uno, algunos asustados, y otros totalmente seguro de sí mismo:
-Vámonos-dijo el mago Nicolás-.






























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