Narra
Paula, y por ahora para toda la historia
Había
estado muerta dos meses. Dos. En realidad estar muerta era como
dormir. Para mí había sido un sueño muy, muy largo y profundo.
Ángel me había salvado. Que ricura de chico. Y era todo mío. Por
fin podíamos disfrutar de París todos juntos. Arthur y Lucía cada
vez se acercaban más. Ojalá empezara algo entre ellos, pero Lucía
aún seguía triste por el engaño de Pablo. Pobre. Pasaron las
semanas. Ángel me trataba con más cariño que nunca. Él decía que
lo hacía porque ahora se había dado cuenta de que la vida era un
hilo. Era verdad.
Llegó
la primera semana de diciembre. En París hacía bastante frío, ya
que había una pequeña helada. Ese día teníamos planeado ir a
patinar a la pista de hielo. Nos preparamos una pequeña merienda
para después de patinar y nos vestimos bien abrigados. Ese día era
totalmente para divertirse.
Salimos
del hotel sonriendo, ilusionados por ir a patinar. Cogimos un
autobús. Cada uno iba a pagar su entrada, pero Ángel me lo prohibió
y pagó la mía. Que ricura de chico Nos sentamos en la parte trasera
del autobús, en los únicos asientos libres. El trayecto hasta
nuestra parada duraba veinte minutos. Me acomodé apoyando mi cabeza
en el pecho de Ángel. Lucía me sonrió. Le correspondí la sonrisa.
Iba de la mano de Arthur. Ya parecían una pareja, pero aún no lo
eran.
Los
veinte minutos hasta la parada pasaron lentos y aburridos. Por fin,
el autobús frenó. El conductor indicó el nombre de la parada, y al
oír que era la nuestra, nos bajamos rápidamente. Hacía mucho frío.
Salía vapor de la boca. Colocándome bien la bufanda y el gorro,
entramos en el edificio donde estaba la pista de patinaje. La pista
estaba medio vacía. Que raro, pensé, pero a la vez mejor. Esperamos
en la pequeña cola que había para comprar las entradas. Tras cinco
minutos de espera, llegó nuestro turno. Arthur, que era el único
que hablaba francés perfectamente, se encargó de pedir las ocho
entradas. Cuando el recepcionista se las entregó, nosotros le dimos
el dinero. Esta vez, pude evitar que Ángel gastara su dinero en mi
entrada.
Nos
dirigimos a una pequeña sala, por la puerta donde nos había
indicado el encargado. Allí nos esperaba un hombre de mediana edad
para elegir los patines. Cada uno dio su número de pie y el hombre
nos entregó un par de patines a cada uno. Tras colocárnoslos,
empezamos a caminar hasta la puerta que nos llevaría a la pista de
patinaje. Era muy fácil andar con patines, pero no sería tan fácil
patinar. Para todos excepto para Ángel y Arthur, era nuestra primera
vez. Abrimos la puerta y de uno en uno, accedimos a la pista de
hielo. En cuanto Miriam colocó un pie en la resbaladiza superficie,
resbaló y se pegó un culazo. Los demás no pudimos evitar reírnos.
Mario ayudó a Miriam a levantarse, riéndose. Por ser tan
graciosillo, Miriam tiró del brazo de Mario al tenderle éste la
mano para ayudarla a levantarse. Mario también se cayó de culo:
-Bueno,
para que estamos aquí, ¿para patinar con el culo o con los
pies?-dijo riéndose Ángel.
-Que
graciosillo-dijo Miriam ya de pie, frotándose el culo-.
-Bien. Lo
primero es deslizar un pie adelante, después el otro... Y así
sucesivamente-explicó Arthur-.
Nos
hizo una demostración de lo acababa de explicar. La primera en
intentarlo fui yo. Deslicé un pie adelante, después el otro. Llegué
hasta Arthur. Contenta por mi logro, me desconcentré y pegué un
resbalazo. Menos mal que estaba junto a Arthur. El chico me cogió
antes de caerme de culo. Lucía me miró celosa e intentó avanzar
hacia Arthur. Al llegar junto a él, intentó caerse a posta, sólo
que Arthur seguía agarrándome de las manos para que no perdiera el
equilibrio y Lucía se cayó de culo. Ángel se acercó hasta ella y
le ayudó a levantarse. Ahora la celosa era yo. Lucía se rió,
pícara. Me solté de Arthur y me dirigí hacia ella. La chica pensó
que la iba a empujar, así que se soltó de Ángel y empezó a
patinar, a gran velocidad. Que crack. Ya sabía patinara. Yo seguí
su ejemplo. Un pie, otro. Conseguí patinar cada vez más rápido,
hasta que me iba acercando a Lucía cada vez más, el problema era
que no sabía frenar, así que sin poder evitarlo, empujé a Lucía y
las dos nos caímos, partiéndonos de risa. Ángel y Arthur se
acercaron y nos ayudaron a levantarnos. Al estar de pie, los cuatro
nos dimos las manos, y más despacio, nos dirigimos hacia Mario,
Miriam, Diana y Tomás, que aún seguían agarrados a la barra, sin
atreverse a soltarse. Arthur y Ángel nos soltaron y les dieron las
manos a Diana y Lucía. Les indicaron que hacer y las chicas poco a
poco, iban más rápido, hasta que Ángel y Arthur las soltaron y
consiguieron ir solas. Diana y Lucía se acercaron a nosotras y nos
dieron las manos. Las cuatro empezamos a dar vueltas por la pista.
Empezaron a poner música. En ese momento se oía Live it up, de
Jennifer López y Pitbull. Mientrás seguíamos patinando, un
grupo de bailarines salieron a la pista, y empezaron a bailar. Lo
hacían realmente bien. Un chico tiraba a la chica por los aires y
ésta daba tres vueltas y luego caía limpiamente. Tras Live it
up, empezó a sonar Play Hard, de David Guetta. Más
bailarines salieron a la pista, y al ritmo de la música, realizaban
acrobacias. Uno de ellos me cogió de la mano e hizo que girara y
girara. No sé cuantas vueltas di. Después me soltó y llegué como
un pato mareado hasta Ángel, que se estaba partiendo:
-Gracias
cielo-dije enfadada de broma-.
Más
tarde, otro bailarín cogió a Lucía y le hizo lo mismo que a mí,
solo que ella después de tantos giros, se estaba empezando a caer.
Arthur fue rápido y la cogió antes de que tocara el suelo. Sin
pensarlo, al tener sus caras tan cerca, Lucía besó a Arthur.
Sorprendido, el chico le apartó suavemente. Desilusionada, Lucía
patinó hacia mí:
-Le he
besado y me ha apartado.
-Tía, a
lo mejor pensaba que era demasiado pronto.
-¿Pronto?
¡Pero si nos conocemos desde agosto! ¡Hace ya dos meses!
-Dos meses
no es lo suficiente para conocerme-intervino Arthur,
sorprendiéndonos-. No te he correspondido el beso porque quería que
nos conociéramos mejor como amigos, y que superaras tu ruptura con
Pablo.
-Pero...
A Lucía
no le dio tiempo de terminar su frase. Las luces de la pista se
apagaron. La gente, asustada, no sabía donde ir. Estábamos en total
oscuridad.
De
repente, se escuchó un disparo y un grito. Sentí cómo Lucía, que
estaba de mi mano, sudaba y temblaba, hasta que sentí que tiraban de
ella. Lucía gritaba y se agarraba a mí. Yo tiraba de Lucía, pero
me caí al suelo y perdí su mano. Mientras me frotaba el culo, oí
un puñetazo, un grito ahogado, y un objeto caer a la superficie de
hielo.
Se
volvieron a encender las luces. Vi a un hombre con un portamontañas
negro en el suelo, inconsciente. A Lucía en brazos de Arthur y a un
montón de guardias tranquilizando a las personas. Arthur, esta vez,
besó a Lucía. Lucía le correspondió el beso. Uno de los guardias
se acercó a nosotros y le explicó en francés a Arthur que había
sido un atraco, que habían robado dinero de la caja principal. El
guardia vio al hombre con el portamontañas en el suelo y se lo llevó
de allí a rastras. ¿Pero qué pasaría ahora? Arthur le había
salvado la vida a Lucía tras haber pegado a aquel hombre y después
le había besado, a pesar de haber ducho poco antes que prefería
conocerla mejor antes que nada. ¿Eran pareja o no?
Necesito otro capituloo
ResponderEliminarparak suba otro, otra persona tiene k comentar
Eliminarme encanta quiero el siguiente
ResponderEliminarEnseguida hoy lo subo :)
EliminarMe encanta
ResponderEliminarEnseguida hoy subo el 26 :D
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