Sentía fuertes punzadas en la
cabeza y dolor por todo el cuerpo. Me sonaban las tripas y lo que más
me dolía era el tobillo derecho. Abrí los ojos poco a poco, y
mientras, me enderezaba. Cuando pude enfocar bien, vi que estaba en
una pequeña habitación de piedra, parecida a una cueva, y la única
salida que había estaba cerrada por unas fuertes y gruesas barras de
hierro, en las que se distinguía una puerta del mismo material
cerrada con un candado. El techo era muy bajo, y al volver a mirar
hacia abajo, divisé una sombra bastante grande en la esquina más
alejada de mí. Entonces empecé a recordar: niebla negra, zombies,
los elegidos, Lucía, Ángel, un zombie que me atrapaba, vómito, una
mujer gritando....:
-¡AHHHHH!¡ZOMBIES, VÓMITO, LOS
ELEGIDOS...!¡AHHHHH!¡QUE SE TERMINE YA!¡QUE SE TERMINE YA!
Tras parar de gritar, miré
instintivamente hacia abajo. Mi camiseta olía a vómito y tenía una
gran mancha amarillenta. No, no era una pesadilla. Para colmo, vi que
la sombra que antes estaba quieta, se dirigía ahora hacia
mí:
-¡NOOO!¡ZOMBIE, ZOMBIE!¡NOOO!
-¡NOOO!¡ZOMBIE, ZOMBIE!¡NOOO!
Sentada como estaba, empecé a
arrastrarme empujándome con los pies hasta la pared más alejada de
aquella sombra, con un ataque de ansiedad a punto de comenzar:
-Tranquila, tranquila. Soy yo,
Pablo. El novio de Lucía.
-¡No me engañes!¡Ya me lo has
hecho antes con Ángel!¡Nooooo!
Empecé a respirar mal, y me
comenzaron a entrar mareo y arcadas:
-¡Tranquila, por favor!¡Que si
no vendrá Jane!
Entonces caí en la cuenta. Él
decía la verdad. Era uno de los ocho elegidos, Pablo, el novio de mi
amiga Lucía y enemigo de Jane. Tras pensar esto, empecé a volver a
respirar normalmente, y se me quitaron las arcadas y el mareo:
-Lo siento-me disculpé-. Te creo.
-Menos mal-susurró Pablo-.
Y me cogió de las manos para
ayudarme a levantarme. Pero eso no fue muy bien pensado, porque al
apoyarme en el pie derecho, lanzé un fuerte alarido de dolor:
-¡Ayyyyy!
-¿Qué te ocurre?-preguntó
alarmado Pablo-.
-Me duele... me duele el tobillo
derecho.
-Siéntate.
-Está bien.
Obedecí, y me senté
cuidadosamente, ya que el tobillo me dolía terriblemente. Pablo me
cogió el tobillo con cuidado. Mientras me lo examinaba, yo le miraba
atentamente. Pablo no era muy guapo, por lo menos para mí. Entonces
el chico levantó la mirada y yo la bajé, avergonzada:
-Vaya. Parece que tienes el
tobillo roto.
-Creo...creo que sé por qué.
Recuerdo que un zombie... fue como si me lanzara en el aire, me quedé
medio minuto flotando y luego... caí al suelo. Me salió sangre de
la cabeza-e instintivamente, me llevé la mano a la cabeza-.
Por una parte tenía el pelo
pegajoso y grasoso. Pablo se levantó, me quitó las manos de la
cabeza y me miró el cuero cabelludo:
-Tienes un pequeño corte. Has
tenido suerte de que no haya sido nada grave-me dijo-. Bueno, ahora,
tengo que decirte algo. Estamos... estamos en el castillo de la bruja
Jane.
-¡¿Quééé!?-grité-.
-¡No grites!-me recordó-. Déjame
terminar. Bien, la bruja Jane me llamó hace cuatro días a su salón
para decirme que me quería como cebo para un plan para atrapar a
todos los elegidos.
-Pero... tú también lo eres.
-Lo sé. Espiando a través de la
reja, oí gritarlo a Jane.
-Una cosa. Me han atrapado. En el
plan de los zombies... ¿tú eras el cebo?
-No. Ese plan aún no ha llegado.
Te estoy contando todo esto porque, de alguna manera u otra, voy a
morir. A lo que iba. Yo soy el cebo en el plan para atrapar a Lucía.
-¡No!
-Sí. No lo quería hacer, pero
amenazaron con matarla, y en el plan no había que matarla,
simplemente traerla hasta aquí, así que acepté.
-Que cabrón.
-¿¿Y tú qué habrías hecho??
Mira, siento ponerme de los nervios, pero es que llevo aquí
encerrado una semana. El plan se hará hoy, y necesito tu ayuda
Paula.
-¿Para qué?¿Y en qué consiste
el plan?
-Simplemente, iré a casa de
Miriam. Abrazaré a Lucía y le diré que he conseguido escapar.
Normalmente después de eso, debería de secuestarla y tomar el
portal que me llevaría hasta el castillo, pero...
-Espera, ¿un portal dices?-le
interrumpí-. Recuerdo haber visto una luz y que el zombie se
levantaba del suelo durante un momento...
-Sí, sería el portal. Bueno, por
dónde iba... ¡Ah, sí! Bueno, normalmente debería de llevarla al
secuestarla al castillo de Jane, y ahí entras tú. Tengo el poder de
poner invisibles a las demás personas, pero Jane no lo sabe. Le dije
que tenía el poder de saltar como un canguro, así que, mi idea es
ponerte invisible y dejaros a ti y a Lucía sanas y salvas. Después,
me quedaría con todos vosotros, pero la bruja Jane lo averiguaría y
me mataría, a mí, y a todos, porque los llevaría a vuestro
refugio. Y otro problema es tu tobillo. No había pensado que te lo
habías roto...
-Alto, alto, alto-le volví a
interrumpir-. Esa idea no es buena. Lo primero, porque la llevarías
a nuestro refugio y moriríamos todos, y lo segundo, acabaríamos
perdiendo, y somos los elegidos, no podemos fallarle al mundo, ni al
mago Nicolás.
-¡Espera!
-¿Qué?
-¡Podemos llamar al mago Nicolás
ahora!
-No. Creo que no has caído en la
cuenta de que el castillo de Jane está lleno de hechizos, y sería
imposible que el mago Nicolás pudiera aparecer aquí como si nada.
-Tienes razón. ¿Sugieres algo?
-Sí, pero no te va a gustar.
Escucha.
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