Mientras tanto, en la casa de
Miriam
-¡Han atrapado a
Paula!-gritó Ángel-. ¡Y hay que salvarla!
-¡Tranquilízate, tío!-exclamó
Mario-.
-¡Eso!-dijo Diana-. Mira Ángel,
sé que es tu novia y la quieres, pero para salvarla hay que pensar
en algo.
-Y si la han llevado al castillo
de Jane también hay que salvar a Pablo-dijo Lucía-.
-Que de gente hay que salvar-dijo
Miriam-. No creo que lo consigamos.
-No seas negativa, cielo-le dijo
Mario a Miriam-. Podemos conseguirlo, pero antes...
-¡Llamemos al mago
Nicolás!-exclamó Tomás-.
-¡Sí!-gritaron los demás-.
-¡Gran mago Nicolás Flamel, le
necesitamos!-gritaron todos-.
Con un “¡puf!” el mago
Nicolás apareció en la cocina de la casa de Miriam, donde estaban
todos, bueno, o casi todos:
-¿Qué ocurre ahora?
-¡Que Paula y Pablo están
atrapados en el castillo de la bruja Jane!-gritó nervioso Ángel-.
-¿Quééé?-preguntó el mago
Nicolás.- ¿Qué ha pasado?
Y entonces Diana empezó a
contarle cómo habían atrapado a Paula, lo de la niebla en el
instituto, los zombies... Incluyendo por supuesto, que Pablo estaba
atrapado allí también, que se lo había dicho la dueña de la
panadería.
Tras recalcularlo todo, el mago
Nicolás anunció a todos:
-Hay que ir a ver a esa mujer. Si
sabe todo eso, es que sabe más. Dadme las manos, o tocarme alguna
parte del cuerpo, nos vamos.
Entonces todos tocaron la
cabeza del mago Nicolás y con un “¡puf!” desparecieron de la
cocina de Miriam, apareciendo un segundo después frente a la puerta
de la panadería de la señora Damiro, la que antes les había dicho
que eran los elegidos.
Todos empezaron a caminar hasta
la puerta, pero al llegar se miraron horrorizados. El interior de la
panadería estaba totalmente oscuro, la puerta estaba doblada en sus
tornillos, y los cristales de las ventanas estaban rotos:
-¡Señora Damiro, señora
Damiro!-empezó a gritar Miriam-.
Nadie contestaba. El mago
Nicolás hizo que la puerta se moviera a un lado para dejarles paso,
y con una sola mirada, hizo que la panadería volviera a estar
iluminada, arregló la puerta y los cristales:
-Se han llevado a la señora
Damiro, y creo saber bien por qué. Ha sido por contaros que sois los
elegidos. La bruja Jane se habrá enterado y a este paso ya estará
muerta.
-¡Nooo!-gritó sollozando Diana-.
¡No puede morir! ¡Ella nos ayudó!
Tras decir esto, Diana salió
corriendo, dirigiéndose a la sala de los espejos del Centro
Comercial, sin saber que le esperaba una gran sorpresa.
Volviendo
al castillo de la bruja Jane
Mientras la bruja Jane se acercaba
cada vez más a mí, toda mi vida me pasaba por delante. Así que era
cierto, antes de morir la vida te pasa por delante:
-No vas a morir, no aún-me dijo
la bruja Jane-. Simplemente serás mi sirvienta de por vida, hasta
que atrape a todos tus amigos, entonces sí morirás. Prepárate para
perder tu memoria.
La bruja Jane empezó a mirarme
fijamente a los ojos. Intenté apartar la mirada, pero no podía. Los
ojos de la bruja Jane empezaron a girar, hipnotizantes. Pero
entonces, empecé a flotar y el hechizo de la bruja Jane se
interrumpió repentinamente. La bruja Jane empezó a gritar de furia,
y mientras, Pablo empezaba a abrir un portal. El verdadero plan había
funcionado. Mientras Pablo dormía anteriormente, le susurré el
cambio de planes en el oído, que consisitía en que se hiciera el
hipnotizado ante Jane y el director y después, cuando Jane estuviera
a punto de hipnotizarme a mí, él abriría el portal, y sabía
hacerlo porque el director se lo había contado a través de la
mente. Entonces yo empezaría a flotar y me iría por el portal.
Pablo me acompañaría, porque yo le haría flotar.
Bueno, entonces empecé a
flotar e hice que Pablo también flotara, y los dos nos fuimos a
través del portal, dejando a Jane gritando y al director con un
ataque de ansiedad.
Ya dentro del portal, que
parecía un pasillo circular con mucha luz, le pregunté a Pablo:
-¿Cómo conseguiste que el
director no te hipnotizara de verdad si te susurró un hechizo al
oído?
-Simplemente, llevaba tapones de
cera.
-¡Qué listo!
-Es que lo soy.
-¿Qué? Perdona, pero el plan fue
idea mía.
-Pero yo tuve la idea de los
tapones.
-Por cierto, ¿a dónde lleva este
portal?
-Al cuarto de baño de la casa de
Miriam.
-¿Qué?
-Lo que has oído.
-Uff...
Seguimos moviéndonos dentro
del portal, hasta que por fin, vimos el final de éste. Yo empecé a
flotar a más velocidad y Pablo empezó a correr más rápido. Al
final empezamos a caer, a caer y a caer, hasta que llegamos a... la
bañera llena de agua de la casa de Miriam:
-¡Ahhhh!-gritó ésta-. ¿Quiénes
sois?
Entonces, levanté la cabeza
empapada:
-¡Miriam!¡Soy yo, Paula!
-¡¡¡Paulaa!!!¡¡¡Estás
viva!!!-y vino a ayudarme a salir de la bañera-. Pero... ¿quién es
la otra persona?
-Pablo, el novio de Lucía. Que
sepas que fue idea suya que el portal nos trajera a tu cuarto de
baño.
-Lo primero: ¡Estáis vivos!¡Hay
que decírselo a todos! Y lo segundo: ¡Oye!¡Me habéis estropeado
el baño!
-Jajajajaja-reímos Miriam y yo al
unísono-. Oye Pablo, que ya puedes salir eh, que la bañera no es
tuya-añadí-.
Pero Pablo no contestaba.
Intenté ponerme de pie, sin acordarme de que tenía el tobillo roto,
y pegué un alarido.
-¿Qué te pasa, Paula?-preguntó
Miriam-.
-Que mi tobillo está roto. Pero
puedo flotar con mi poder-tras decir esto, empecé a flotar,
salpicando agua por el suelo-. Pero ocúpate de Pablo. ¡No
contesta!-añadí mientras zarandeaba a Pablo-.
Justo cuando Miriam iba a
pegarle una torta en la cara a Pablo, dije:
-¡Espera!¡No seas bruta!-e hice
que Pablo empezara a flotar, y lo posé suavemente en el frío suelo
del cuarto de baño-.
-¡Ay dios mío!-gritó alarmada
Miriam-. ¡¡Está sangrando por la cabeza!!
-¡¿Quééé!?
Miriam y yo empezamos a oír
pasos subiendo por la escalera. Supusimos que eran los demás, que
habían escuchado nuestros gritos alarmados. Pero no nos importaba.
La prioridad era salvar a Pablo:
-¡Fran!¡Fran!-grité-.
El chico acudió enseguida, con
cara de atontado al ver a Miriam ataviada tan sólo con una toalla, a
mí flotando y chorreando, y a Pablo tumbado en el suelo y sangrando,
manchando el suelo de sangre:
-¿Pero qué ha pasado
aquí?-preguntó-.
-¡No hay tiempo!-grité-. ¡Salva
a Pablo!
Al captar mi mensaje, Fran se
arrodilló junto a la cabeza de Pablo, que ya estaba totalmente llena
de sangre. Empezó a tocarle la cabeza, haciendo movimientos extraños
con sus manos, y a formular palabras ininteligibles. Los demás
esperábamos impacientes por saber si Fran podía salvarle la vida a
Pablo, o si para uno de los elegidos se acabaría su vida.
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