Desde el
beso, Arthur ni miraba a Lucía. Lucía
estaba triste y deprimida. ¡Había sido
el chico el que le había besado más tarde, no ella! Me iba con
Lucía a todas partes, de compras, a hacer turismo... Un día intenté
hablar a solas con Arthur, pero el chico se escabulló y ni me miró.
Le pregunté a los otros chicos si sabían qué le pasaba, pero no
sabían nada. Sólo un día, Ángel me contó que Arthur se pasaba
todo el día en el cuarto de baño llorando. ¿Qué le ocurría?
Lucía estaba llena de dudas, ¿Arthur la quería o no? ¿Qué
pasaba? ¿Por qué lloraba el chico? Tantas preguntas y ninguna
respuesta. Que rabia.
Un día
Lucía y yo íbamos paseando por la calle y al pasar por su lado,
unos chicos nos silbaron. Eran las nueve de la noche y la calle
estaba abarrotada. Los chicos que nos habían silbado nos seguían a
diez metros. Tras diez minutos después de seguirnos uno de ellos
dijo que fuéramos con él a su cama, que sería un trío muy
divertido, fue entonces cuando no sé cómo, Lucía se giró y le
empezaron a salir rayos rojos de los ojos. Atravesó con ellos el
cuerpo de todo esos tíos, partiéndolos por la mitad. Los rayos se
apagaron:
-¿Pero
qué? ¿Qué he hecho?-dijo Lucía llorando-. ¡Ese no es mi poder!
-¡No
sé! ¡No sé!-dije- ¡Hay que tranquilizarse! ¿Qué hacemos con los
cuerpos?
-¡Dejarlos
aquí!-respondió Lucía-. ¡Vámonos!
Segundo
suceso de la noche. Lucía me cogió de la mano y al hacerlo, le
salieron unas alas negras de la espalda. Se asustó y no voló, sino
que se quedó allí quieta. Menos mal que en ese callejón no había
nadie:
-¿¡QUÉ
ME PASA?!-gritó Lucía-,
-¡Gran
mago Nicolás, le necesito!-grité yo a mi vez-.
El
mago Nicolás apareció con un ”¡puf!” y nos miró sorprendido.
Enseguida nos cogió las manos y nos las puso en su cabeza. Empezamos
a girar y a girar hasta que aterrizamos en el suelo de nuestra
habitación:
-Qué
ha pasado.-dijo enfadado-.
-Pues...
unos chicos nos seguían silbando y... Lucía se giró con rayos
rojos que salían de sus ojos y partió a los chicos por la
mitad-dije-.
-¿Quééé?
-Después,
después nos íbamos a ir dejando allí los cuerpos y a Lucía le
salieron las alas-terminé-.
-¿Qué
me pasa?-preguntó Lucía llorando-.
-Pues...
no te lo vas a creer-empezó el mago Nicolás-. O eres... deonio
o.... mitad demonio.
-¿¿¿¿¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?????
Los
demás vinieron corriendo al oír el grito:
-¿Qué
pasa?-preguntó alarmado Arthur-.
-¡Mira
por donde! ¡Por fin hablas, tío!-dijo Lucía-.
-Yo..-empezó
a decir Arthur-. Lucía... Es que... no te quiero hacer daño. Por
eso no quiero salir contigo. Yo... soy mitad demonio y cuando un
mitad demonio besa a otro.... ¡Todas mis ex se convirtieron en mitad
demonio! ¡Incluso teniendo energía negativa! ¡Yo no quería que te
pasara nada! ¡Mírate ahora! ¡Por mi culpa también eres un mitad
demonio!-gritó Arthur-.
-Arthur...-empezó
a hablar el mago Nicolás-. Yo no sabía que eras mitad demonio...
-¡Quería
ser un elegido para ayudar al mundo! ¡Soy una criatura de magia
negra, pero no me gusta serlo!
-Estás
perdonado y puedes seguir siendo elegido. Pero ahora Lucía también
es mitad demonio...
-¿Y
cuál es la diferencia entre mitad demonio y demonio?-preguntó
Diana-.
-Que
un demonio es inmortal y ya no crece, y un mitad demonio es mortal y
sigue creciendo. Los poderes son los mismos.
-¿Y
qué poderes tengo a partes del mio?-preguntó Lucía, ya más
calmada-.
-El
tuyo te lo quito, ya que es insignificante en comparación a los que
tienes ahora.
-Puedes
lanzar rayos láser desde tus ojos, que destruyen cualquier cosa,
puedes volar con tus alas negras, puedes convertir a otras personas
en mitad demonio besándoles y puedes... matar con gran facilidad y
volverte del lado del mal si quieres. Ahora eres una criatura de
magia negra.
-Dios...-dijo
Miriam-.
-Ahora
eres como yo, y podremos estar juntos, si quieres-añadió Arthur
sonriendo pícaro-.