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jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 1: El descubrimiento (la mente mágica)

                                 LA MENTE MÁGICA.
                             
    Una tarde estaba leyendo un cómic de acción super aburrido. Tan aburrido era, que dejé de leerlo y me preparé una tostada con mantequilla y jamón. Después, le ofrecí a mi hermano pequeño, Marco, una partida de parchís y aceptó. El ganador fue mi hermano. Antes de que pudiera guardar el juego mi madre me dijo:
-¡A hacer los deberes señorita!
Mi madre me llama señorita cuando está verdaderamente enfadada conmigo. Así que me dirigí hacia a mi habitación, dejando a Marco ordenando el juego.
Me senté en mi silla y me arrimé. Cogí mi lápiz para empezar a escribir y lo solté. No tenía ganas de hacer los deberes. Me puse a pensar en las miles de películas que había visto y me centré en el Señor de los anillos, recordando una escena de la película, pensé con todas mis fuerzas que el lápiz se moviera solo y cerré los ojos concentrándome todo lo posible. Me llevé un buen susto cuando mi lápiz se elevó y comenzó a escribir la redacción sobre insectos para naturales que debería de estar terminada. Enseguida dejé de pensar en el lápiz, asustada. Llamé a mi hermano y se lo conté todo. Mi hermano, en plena edad de burlón me dijo:
-¿Qué pasa? ¿Otra vez imaginando que tienes poderes? ¡Ja, ja, ja!
Rabiosa, empujé a mi hermano hasta la salida de mi habitación y le cerré la puerta en las narices. Estaba harta de que mi hermano se burlara de mí ya que el dormía con un peluche en forma de coche. ¡Ja! Eso si que era de bebés. Sin dejar de pensar en mi hermano, me concentré de nuevo en el lápiz y cerré los ojos. Los abrí y allí estaba mi lápiz de nuevo moviéndose sobre el papel en blanco. Tan sorprendida estaba, que en un segundo pensé en otra cosa que no era mi lápiz y éste se dirigió a mi cara. Conseguí esquivarlo por un centímetro. Asustada dejé de concentrarme en el lápiz, pero éste seguía moviéndose, esta vez en dirección a mi libreta. Antes de que pudiera reaccionar, el lápiz se apartó y pude leer un mensaje:
-¡No pienses en otra cosa que no sea el objeto o persona en el que estás concentrada cuando uses tus poderes!¡Si no sabes usar tus poderes, te los quitaré!
Sorprendida, observé al lápiz, que estaba hincando su afilada punta en la palma de mi mano hasta hacerla sangrar. No me di cuenta de que estaba sangrando hasta que vi la sangre gotear por mi mesa. Furiosa, me lancé a la puerta del cuarto de baño de cabeza y me di un chocazo. Con la vista nublosa, vi como varios de mis objetos escolares estaban detrás de la puerta del cuarto de baño riéndose a carcajadas. Con la cabeza dándome vueltas y la mano sangrando, conseguí limpiarme la mano con papel y limpiar la sangre de mi mesa y echarme agua helada en la cabeza. Se me acababa de ocurrir una idea descabellada, pero que tal vez funcionara.
Volví a mi mesa haciendo caso omiso a mis materiales escolares que estaban imitando mi golpe con la puerta del cuarto de baño, y cogí un bolígrafo de mi lapicero que no estaba en movimiento. Mi idea consistía en intentar mantener una conversación escrita con mi lápiz. Lo primero que puse fue:
-¡Oye, me has hecho daño! Por cierto, soy Paula, tengo 15 años y no sé de que se tratan estos poderes. Es la primera vez que los uso, ya que no sabía que los tenía.
Mientras escribía, mi lápiz había estado observándome (aunque no tuviera ojos) y luego hizo que con un gesto los demás materiales escolares cayeran al suelo, ya inertes.
Mi lápiz comenzó a escribir en el papel y cuando terminó pude leer:
-Siento lo de la mano, soy bastante bruto. Por cierto, no soy un lápiz, soy el alma de un antiguo mago con poderes. Uno de ellos era poseer personas u objetos. Ya sé que es la primera vez que usas tus poderes, ya que estos aparecen cuando cumples quince años y tú los cumpliste hace una semana. Espérame aquí. Poseeré a tu hermano para tener una conversación mejor.
De repente, mi lápiz cayó al suelo, y al cabo de diez segundos apareció mi hermano por la puerta, pero bastante raro:
-Hola, Paula. Soy el mago Nicolás Flamel X. No te asustes. Antes de preguntarme nada, siento lo de la mano-dijo riéndose entre dientes-.
-Hola, Nicolás Flamel. Ehhh... Acepto sus disculpas. Y una pregunta, ¿todo el mundo tiene poderes?
-No, pequeña. Solo los que yo decida.
Me parecía muy raro hablar con mi hermano como si fuera un adulto, pero continué hablando:
-Y... señor Nicolás... ¿por qué me eligió a mí?
-Cada vez que nace un niño en todo el planeta, yo, bueno, mas bien cada uno de mis dos trillones de clones, porque sino no podría estar en muchos lugares diferentes a la vez, está presente para el nacimiento del niño o niña. Al nacer, percibimos su energía, que puede ser positiva o negativa. A los niños que tienen energía positiva les damos un poder, pero sólo uno, porque para ser un verdadero mago o bruja como yo, tienes que ser adulto y hacer unas pruebas muy duras. A los que tienen energía negativa, les dejamos dos guardaespaldas invisibles, que se encargan de que intenten conseguir energía positiva para que al ser mayores, puedan aprender magia en un colegio especial para aprendices con recién energía positiva o revelarles su poder cuando lo consigan y vivir como una persona que tuvo energía positiva desde el principio. Yo tuve energía positiva. Fue mi tatarabuelo el que me observó cuando nacía, ya que es mi familia la que, de generación en generación, van volviéndose almas de magos antiguos para transmitir los poderes a los futuros magos y brujas.
-Vaya- le contesté- creo que lo he pillado.
-Paula, cuando naciste, percibí mucha energía positiva, más que ningún otro niño que haya visto nacer antes. Cuando seas adulta, superarás esas pruebas. Ahora, lo mejor es que hagas los deberes. Presiento la energía negativa que se está formando en tu madre.
-¡Espere! ¿Mi madre tenía energía positiva o negativa?
-Tu madre tenía energía positiva, le di el poder de leer la mente. Lo utilizó durante toda su vida, bueno, lo empezó a utilizar cuando cumplió 15 años, como tú, pero al tener 18 años, ya había conocido a tu padre y renunció a sus poderes, que es otra opción que tienes al volverte adulto. Antes de que me preguntes, te vuelves adulto para nosotros a los 20 años, y tu padre tenía energía negativa, y me entristecí al averiguar que tu madre estaba con él, ya que ella tenía un gran futuro como bruja. Aún así, aceptamos que renunciara sus poderes, y a tu padre se los quitamos porque no había conseguido la energía positiva. Tu hermano-dijo señalándose- tiene energía positiva baja. Digo baja porque esto podría cambiar fácilmente. A tu hermano le he concedido el poder de hacer desaparecer las cosas o personas.
-¡Qué guay!-dije muerta de celos- No me quejo de mi poder, sólo que eso está chulísimo y lo de leer la mente también. Una última pregunta, ¿puedo hablar de esto con la gente?
-Por ahora solo con tu madre, a menos que me pidas que te diga las energías de algunas de tus amigas.
-¡Sí, por favor!
-Bien, Miriam tiene energía positiva, Lucía energía negativa y Diana energía positiva. Puedes hablar con todas excepto con Lucía, ya que, aunque ya tenga 15 años, al tener energía negativa, no sabrá nada de sus poderes hasta que no consiga la energía positiva. Miriam tiene el poder de la velocidad de la luz y Diana tiene el poder de la invisibilidad. Si Lucía consiguiera la energía positiva, le daríamos el poder de escuchar a mucha distancia. La gente que tiene energía positiva y supere las pruebas tendrá todos los poderes. Ahora me voy, tu madre viene a verte. No le digas nada de los poderes todavía. Usa tus poderes para terminar tus deberes. Si quieres llamarme di “Gran mago Nicolás Flamel le necesito”. Adiós Paula, buena suerte.
Mi hermano salió de la habitación y cerró la puerta. Sin perder tiempo, me concentré en el lápiz con todas mis fuerzas de nuevo, y comenzó a escribir rápidamente mi redacción, que acabó cinco segundos antes de que mi madre entrara por la puerta:
-Hola, cariño. ¿Has terminado tu redacción?
-Sí, mamá.
-Me alegro, porque tengo que contarte algo importante. Verás, todos los niños tienen energías positivas o negativas y...
-Mamá, no me vayas a contar cosas de magia, sabes que no me lo creeré-dije, recordando lo que me había dicho el mago Nicolás-.
Mi madre bajó la vista y en ese momento escuché una voz que me decía al oído: “Puedes contárselo, lo de tu poder, lo demás no”:
-Mamá, yo tengo que decirte algo. El mago Nicolás Flamel X me ha dicho que tengo el poder de mover los objetos o las personas con la mente.
Mi madre me miró con cara alegre:
-¡Oh, hija! ¡Me alegro tanto de que tengas energía positiva! Yo también tenía un poder, no sé si te lo habrá dicho el mago Nicolás... Tenía el poder de leer la mente, era genial pero...
-Mamá, ya me lo ha contado el mago Nicolás todo.
-A vale. Pues entonces te dejo tranquila.
Mi madre salió de la habitación y me dejó sola. Suspiré, el mago Nicolás no me dejaba decírselo a mi hermano y me alegraba, ya que no se lo creería hasta que no se lo demostrara. Ya había oscurecido y mañana era lunes, así que recogí mis deberes, preparé la maleta, me duché, me puse el pijama y me acosté. En la cama me acurruqué para coger calor y me quedé dormida al cabo de cinco minutos.





 NO COPIES LA HISTORIA EHHH!!


 

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