Narra Marta
Íbamos escuchando Los 40
principales en la radio, aburridas sin hacer nada. Yo iba en los
asientos traseros, entre Nata y Ana, que escuchaban música con sus
auriculares. Yo escuchaba a Megan y a Sam hablar de asuntos
desinteresados para mí, hasta que anunciaron en la radio lo que nos
iba a pasar esa noche:
-¡Esta noche concierto de la
banda One Direction en Madrid, con 50% de descuento en las
entradas! ¡Enhorabuena a los que se las sacaron a tiempo, estaremos
allí esta noche! ¡Buenos días!
El anuncio acabó, haciendo que
dejara de prestar atención a la radio. Me saqué el móvil del
bolsillo y vi que tenía un SMS. Lo abrí y ponía:
“Sé que vas al concierto de One
Direction esta noche. Sabía que te gustaba rarita. De: anónima.”
¿De quién sería ese mensaje?
Tenía tantos enemigos que no sabía de quién podría ser. Tenía
sospechas, pero no estaba segura:
-Ey, chicas-dije-. ¿Cuánto
falta?
-Una hora-respondió suspirando
Sam-. Lo preguntas cada quince minutos.
-Me aburro.
-Escucha música.
-No tengo ganas.
-Pues búscate la vida gordi.
-Idiota.
-¿Jugamos a palabras
encadenadas?-preguntó Sam-.
-Está bien. Empieza tú.
-Vale. Mmmm... Música.
-Capulla.
-Llavero.
-Romero.
-Ropa.
-Paté.
-Tenedor.
-Dormitorio.
-Río.
-Ojo.
-Joven.
-Me aburro-dije, interrumpiendo el
juego-.
-Puff... pues haz algo, yo voy a
escuchar música-me contestó Sam-.
Decidido. No había dormido
bien, así que saqué mis pastillas relajantes de la mochila y me
tomé una. Sin necesidad de beber agua, me la tragué directamente.
Al cabo de quince minutos estaba dormida con la cabeza apoyada en el
hombro de Ana.
Narra Natalia
Por fin entramos en Madrid. Lo
primero que haríamos sería ir de tiendas, visitar lugares que Sam
deseaba... Marta había dormido como un tronco el resto del camino,
gracias a esas pastillitas que se tomaba. Yo no me las podría tomar.
Odio con toda mi alma los medicamentos. Ana empezó a zarandear a
Marta, pero esta seguía frita:
-Déjame a mí-le indiqué a Ana-.
¡¡Martaaaaaa!!-le grité a la chica en el oído-.
-¡Liam!-dijo sobresaltada-.
-¿Liam?-dije con una sonrisa
pícara-.
-¿Qué? Nooo, quería decir,
mmm... Miam.
-Ya, ya... te gusta Liam, lo
sé-reí-.
-¡Qué no!-se enfadó-.
-Lo que tú digas, nena-respondí,
acomodándome en el asiento-.
-Ya hemos llegado-dijo Megan
riendo-. Vete espabilando.
Megan condució hasta un
parking subterráneo no muy caro. Cogió el ticket, aparcó, y
salimos de allí. Empezamos a caminar, sin dejar de ver folletos de
anuncios del concierto. Sonreí. Aún no me creía que fuera a
asistir a un concierto de mis ídolos. Aunque mi debilidad fuera
Zayn, los adoraba a todos. De repente, Megan recibió una llamada
telefónica. En cuanto vió quién le llamaba, se puso nerviosa, sin
saber si colgar o responder. ¿Quién sería?
Narra Megan
Mi teléfono seguía sonando,
ante la extraña mirada de mis amigas. Pero el que me llamaba era un
secreto mío, por lo menos hasta esa noche, y no quería estropear la
sorpresa. Por fin, decidí cogerlo, alejándome de mis amigas:
-¡Lou!-dije-.
-Hola, Meggie. ¿Por qué has
tardado tanto en responder?
-Porque... aún no me creo que te
haya conocido-me inventé, aunque casi era cierto-.
-Mentirosilla. Estás con tus
amigas, ¿verdad?
-Sí.
-Mejor te dejo...
-¡No! ¿Qué querías?
-Decirte que en la cola del
concierto tus amigas y tú vayáis con cuidado-rió por lo bajo-.
Bye, Meggie.
-¿Qué? ¡Espera, no
entiendo!-colgó-.
Puff, pensé. ¿A qué se
refería? ¿Me había llamado sólo para eso? Ahora me había dejado
con las ganas de saber qué tramaba. Volví a acercarme a mis amigas,
que me miraban con el ceño fruncido:
-¿Qué nos ocultas
Megan?-preguntó Ana-.
-¡Nada! Estáis locas.
-Como para hablar por teléfono te
largas, pues no sé-dijo Nata cruzándose de brazos-.
-Mira, no os enfadéis plis, son
tonterías mías.
-Si son tonterías, ¿por qué no
nos las cuentas?-preguntó Sam, con cara de pocos amigos-.
-Porque no es nada importante-bajé
la mirada-.
-Mirad chicas. Si no lo quiere
decir, dejadla en paz. Por un pequeño secreto que nos oculte no nos
vamos a morir-me defendió Marta-.
-Está bien. Pero esto no se queda
así-dijeron Ana, Sam y Nata al unísono-.
Empezamos a partirnos de risa.
Esa frase era muy común entre nosotras. Seguimos caminando hasta
quedarnos frente a una tienda Desigual. Nata empezó a pegar
saltitos, alegando que necesitaba ropa nueva. Entramos, nos quedamos
allí una hora, y salimos con dos bolsas, una llevaba un vestido
largo hasta por encima de las rodillas, de color negro, y sin mangas,
y otro unos shorts vaqueros rotos. Las dos bolsas de Nata.
Ya eran casi las dos de la
tarde. Comenzábamos a tener hambre. Bajamos a una estación de
metro, ya que Sam conocía un restaurante muy bueno para comer, pero
estaba demasiado lejos para ir andando. Compramos los billetes de
metro, y nos sentamos en un banco a esperar nuestro tren. Cerca de
allí había un hombre tocando el saxofón. Lo hacía magníficamente
bien. Por desgracia, apenas tenía unos cuantos céntimos en su
sombrero, y además, nadie le hacía caso. Emocionada por el talento
de aquel hombre, me levanté del banco hasta llegar a su lado. Cogí
un billete de 5€ de mi cartera y lo coloqué en el sombrero de
aquel hombre. Me dio las gracias y volví al banco:
-Últimamente estás un poco
rara-me dijo Nata-.
-Para nada-contesté sonriendo-.
Llegó nuestro metro y nos
fuimos al restaurante. Comimos y el resto de la tarde fuimos de
tiendas, al Museo del Prado, y al cine. Eran las ocho de la noche.
Hora de preparase para el concierto. Cada una llevaba su cambio de
ropa en su mochila, así que entramos a unos baños públicos para
cambiarnos. Tras media hora, estábamos listas. Íbamos todas
preciosas. Nata llevaba un vestido negro ajustado, bastane corto, que
iba acompañado de un cinturón negro, un poco más claro que el
vestido. Llevaba unas medias transparentes, que embellezaban sus
piernas. Para el calzado, había elegido unos tacones de aguja
negros, de terciopelo. Para el peinado se había planchado el pelo,
lo que hacía que le llegara hasta más de la mitad de la espalda. Se
había echado rímel, colorete... Marta llevaba una minifalda
vaquera, también cortita. No llevaba medias, pero no le hacían
falta, sus piernas eran de modelo. Para la parte de arriba llevaba
una camiseta sin mangas de encaje, blanca, y un collar de perlas
verde. Su largo pelo rubio con mechas negras se lo había recogido en
una cola alta. De zapatos llevaba unos tacones rojos, más bajos que
los de Nata. Al igual que las demás, se había maquillado bastante.
Ana se había puesto unos shorts vaqueros, bastante cortos, y para la
parte de arriba una camiseta de tirantes blanca. Llevaba unos largos
pendientes de oro, y un collar de plata. También tenía varias
pulseras de colores en una mano, y en la otra, una grande de oro. De
zapatos llevaba unas sandalias doradas, con un poco de tacón. Su
pelo rubio iba rizado, gracias a la espuma. También iba maquillada,
aunque no tanto como las demás. Sam iba un poco más lanzada. Tenía
una verdadera minifalda, negra, bastante ajustada. Llevaba medias
transparentes, al igual que Nata. Para la parte de arriba llevaba una
camiseta de tirantes blanca, con un escote bastante pronunciado. Su
pelo castaño iba perfectamente planchado. Para el calzado, llevaba
unas converse rojas. Yo llevaba un vestido verde esmeralda, largo
hasta por encima de las rodillas. Llevaba un collar de oro, pulseras
de plata. Mi pelo iba recogido en un precioso moño. Para el calzado,
había elegido unas sandalias planas, verdes. También iba
maquillada:
-Estáis preciosas-dijimos todas
al unísono-.
Reímos y enseguida empezamos a
caminar apresuradamente hasta el parking. Allí dejamos en el coche
la ropa nueva, y las mochilas. Por supuesto no olvidamos nuestras
entradas y dos o tres carteles que habíamos echo.
Corrimos hasta la entrada del
teatro donde se realizaría el concierto. Vaya cola que había. Daba
igual. Lou nos tenía preparada una sorpresa.
A medida que avanzábamos, la
espera se hacía más aburrida. Hasta que ocurrió algo inesperado.
Se apagaron todas las luces. Nos quedamos en total oscuridad ¿Tendría
esto algo que ver con la sorpresa de Lou? De repente, alguien me
cogió por la cintura. Para evitar que gritara, me tapó la boca.
Empezó a caminar, hasta que se abrió una puerta y vi luz. Me froté
los ojos y miré a mi alrededor. Mis amigas estaban a mi lado,
asustadas. Por fin lo vi. Estaba enfrente mía, acompañado por sus
amigos, cada uno con una amplia sonrisa dibujada en la cara.
Hay Dios maas. Siguiente de inmediatooo y tambien la de la mente magicaa
ResponderEliminaren cuanto pueda jeje :)
EliminarJooderrr siiigueeeee q intrigaaa!! NievesTrueba
ResponderEliminarSiiguelaa porfavoor :)
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