La
llave giraba poco a poco, hasta que no sé que persona empezó a
girar el pomo, hasta abrir la puerta. Se empezaron a escuchar pasos
que se acercaban al salón de Clara. Lo que no entendíamos era como
esa persona, o personas, tenían las llaves. Estabámos en la total
oscuridad. Había dos personas. Esas personas encendieron la luz y...
Lo
que había dicho significaba: “¡Papá, mamá!” “¡Qué susto
nos habéis pegado!” :
-Por
cierto, ¿os acordáis de Miriam, Diana, Lucía y Paula? Mis amigas
de Madrid-empezó a hablar español-.
-¡Claro
que sí, hija! ¡Qué sorpresa!-dijo la madre de Clara, Elísabeth-.
-¿Y
cómo es que habéis vuelto tan pronto?-preguntó Clara-.
-La
reunión se suspendió y cómo era temprano decidimos darte una
sorpresa. Lo que no imaginábamos era encontrarte con tus amigas.
Sentimos el susto-explicó el padre de Clara, Richard, con acento
inglés-.
El
padre de Clara era inglés, y la madre española, por eso antes
vivían en España. Clara había nacido en Inglaterra, Londres:
-Y
bueno, ¿qué hacéis aquí?-nos preguntó Elísabeth-.
-Pues...
viaje de navidad del instituto-me inventé-.
-¿Qué?-empezó
a hablar Miriam-. No, estamos aquí...
-Para
visitar a Clara-le interrumpí pegándole una patada-.
-Me
alegro. Nuestra hija tenía muchas ganas de veros. Bueno, son las dos
de la madrugada. Lo mejor será que os durmáis otra vez niñas-nos
dijo cariñoso Richard-.
-Claro
papá. Un beso-le dijo Clara dándole un beso en la mejilla-.
Nos
volvimos a meter en los sacos de dormir, un poco más tranquilas.
Dios mío el susto que nos habíamos pegado. Si hubiera llegado a ser
Jane... o algún zombie. Por fin, tras dar muchas vueltas en la cama,
me quedé dormida. La tranquilidad no duró mucho....
Sobre
las cinco de la madrgada, en Londres, aún era noche cerrada. Lo que
pasó no lo olvidaré jamás. Estábamos plácidamente dormidas hasta
que oímos un grito aterrador. Miriam, Diana, Lucía y yo nos
despertamos sobresaltadas. Vimos que Clara estaba de rodillas, con el
cuerpo de su madre apollado en sus piernas. Elísabeth temblaba
desangrándose, y poco a poco, su piel se moría y sus ojos se
volvían negros. Poco después estaba muerta, bueno, no. Era un
zombie. Clara no se quería alejar de su lado, pero al final entre
las cuatro conseguimos que Elísabeth no mordiera a Clara por poco.
Nos encerramos en la habitación de los padres de Clara, pensando que
allí estaríamos a salvo, pero al girarnos teníamos la cara del
padre de Clara a escasos centímetros. Nos enseñaba sus dientes
amarillentosy nos echaba en la cara su aliento mortal. Clara gritó y
sin pensarlo, cogió el cuerpo de su padre y lo lanzó a una fuerza
sobre natural por la ventana, rompiendo el cristal. Llorando y
arrepentida, se asomó a la ventana. Su padre estaba vivo. Normal,
joder. Si ya estaba muerto. La única manera de matar los zombies de
la bruja Jane era clavándoles un cuchillo de plata en la cabeza. Y
no teníamos ninguno, además, Clara no quería matar a sus padres.
Elísabeth empezaba a arañar la puerta de la habitación con sus
garras. Me convertí en demonio e indiqué a Lucía que hiciera lo
mismo. Cogí a Clara y a Miriam y Lucía cogió a Diana. Clara
lloraba. Ahora sus padres eran zombies y corrían el riesgo de ser
matados por magos del bien.
Volamos
hasta llegar a la punta del Big
Ben.
Nos agarramos bien y Clara dijo lo inesperado:
-Ya
no vale la pena vivir.
-¡No
digas eso!-le repliqué-. Podremos curar a tus padres, ya lo verás.
-No-lloró-.
Chicas, os quiero mucho.
-Y
nosotras-sonreímos-.
Entonces
llegó lo inesperado. Clara nos abrazó y acto seguido se lanzó al
vacío. Reaccioné demasiado tarde. Clara cayó al agua. La zona
donde había caído se llenó de burbujas, y al rato empezó a salir
algo del agua. Dios. ¿Qué demonios era? Parecía una aleta o algo
así. La cosa siguió saliendo del agua, hasta que vimos que encima
llevaba el cuerpo de Clara. Enseguida cogí a Diana y Lucía a Miriam
y bajamos hasta quedar a un centímetro del agua. Clara respiraba.
Gracias a esa cosa, fuera lo que fuera. Cogí a Clara y justo cuando
iba a empezar a ascender, para posarme en el puente de Londres,
delante de la mirada de un montón de personas, la cosa que había
salvado a Clara sacó del agua una cabeza. Era enorme. Por fin pude
reconocer lo que podría ser, aunque fuera un ser sacado de una
leyenda de un lago, llamado Ness.
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