Clara
seguía insconsciente, pero yo no estaba atenta por eso, que era lo
que debería. Seguía mirando atontada a la criatura que empezaba a
surgir del río, como la mayoría de personas en el puente. Lucía
estaba a mi lado, igual de sorprendida que yo. Ella llevaba de la
mano a Diana, y yo a Miriam. A Clara la llevaba flotando a mi lado.
Espero por nuestro bien que sólo las personas con energía positiva
pudieron vernos, porque vaya espectáculo de locos que estábamos
montando.
La
criatura terminó de sacar la cabeza, y sorprendentemente, me miró
fijamente y me guiñó un ojo. Por un momento me dejé de concentrar
en Clara, y su cuerpo empezó a caer. Con Miriam aún de la mano,
empecé a volar hacia ella, pero algo la cogió antes que yo. La cosa
que se había llevado a Clara había desaparecido. Maldecí por lo
bajo. Joder, ahora a salvarla. A veces me gustaría no haber sido una
elegida, e incluso haber tenido energía negativa, y vivir una vida
normal junto a Ángel, sin tener sobre nuestros hombros la
responsabilidad de salvar el mundo. Llamé a Lucía, que se acercó
con Diana. Le indiqué que nos posáramos en el suelo, cansada ya de
cargar con el peso de Miriam. Fuimos a posarnos debajo del puente,
alejadas de las curiosas miradas de las personas.
La
criatura se acercó a nosotras, haciendo caso omiso a los miles de
flashes que iban dirigidos hacia ella. Os juro que se parecía un
taco al monstruo del lago Ness, según algunas fotos que varios
turistas dijeron haber hecho.
Nessie
se paró enfrente nuestra, empezó a brillar, y mira por donde,
apareció el mago Nicolás:
-Chicas,
chicas. Os dejo una noche solas y mira lo que montáis.
-Mago,
mago Nicolás, ¿cómo se puede convertir en ese monstruo?-preguntó
asustada Diana-.
-No
es un monstruo señorita Diana, es mi mascota. Como Paula ha estado
pensando todo el tiempo, es el monstruo del lago Ness. No es una
leyenda, Nessie existe, y es mi mascota. Eso significa que me puedo
convertir en él cuando quiera.
-Bueno,
¿ahora qué hacemos?-dije-. Algo se ha llevado a Clara y la gente no
para de hacer fotos, después lo pondrán en los periódicos y la
gente de energía negativa se enterará de todo, lo que
desequilibrará el mundo mágico.
-Tranquila
señorita Paula. De esa gente me encargo yo.
Tras
decir esto, el mago Nicolás empezó a elevarse. Les dijo unas
palabras ininteligibles desde aquí abajo a las curiosas personas, y
de repente empezó a caer brillo por encima del puente. Después,
sobre las personas, y así, se les borró la memoria.
El
mago Nicolás volvió a bajar, más tranquilo que nunca, como si
Clara no existiera:
-Haber.
Es nochebuena, Clara está herida, algo se la ha llevado y no estamos
celebrando Navidad. Estamos en un mundo de locos-dije algo harta-.
-Clara
está bien. Con los ojos de Nessie pude ver quién se la ha llevado.
-¿Quién?-preguntamos
Diana, Miriam, Lucía y yo al unísono-.
-Su
novio, Mike.
-¿Cómo?-dijo
Miriam sorprendida-.
-Vayamos
al hotel, que están allí, y os lo explico todo.
-Espera.
¿Y nuestras maletas?-dijo Lucía-.
-Ya
están en el hotel. A partir de ahora, me acordaré de no dejar a
cinco chicas solas nunca más.
-¿Y
los padres de Clara?-preguntó Diana-.
-Vamos
al hotel y os lo explico-contestó el mago Nicolás-.
Sin
necesidad de que nos lo dijera, Diana, Miriam, Lucía y yo le tocamos
la cabeza al mago Nicolás, y a contiuación empezamos a girar, hasta
posarnos en una de nuestras habitaciones del hotel. Eran las dos de
la madrugada. Esa noche, para colmo, Lucía, Arthur, Ángel, sobre
todo él, y yo, no habíamos ido a cazar pájaros, por lo tanto
nuestras alas se debilitarían, sobre todo las de Ángel, ya que él
se había convertido en mitad demonio ese mismo día:
-Explica
esto-dije al ver a Clara pálida como el mármol, insconsciente, y a
su novio Mike con restos de sangre en los labios-.
-Cielo,
esto... Que te lo explique Mario-dijo Ángel, asustado por la que
podría ser mi reacción-.
-Mario,
cuenta, ya-dijo Miriam, asustada y a la vez enfadada-.
-Tomás,
cuéntalo tú-dijo Mario, descompuesto-.
-Tomás,
basta de tonterías. Lo cuentas tú y punto y final-dijo Diana, con
su voz firme e imponente-.
-Está
bien. Mike es un vampiro y convirtió a Clara porque se estaba
muriendo. El mago Nicolás la podría haber salvado, pero Mike no
esperó y la convirtió-fue al grano-.
-¿Vampiro?
¡Vampiro!-grité-. ¡Joder! ¡Hay magos, brujas, demonios, mitad
demonios, ahora me entero de que hay vampiros, si hay vampiros habrá
hombres lobo! ¡¿Esto es la Tierra en modo locos o qué!?
-¡Tranquilícese
señorita Paula!-gritó el mago Nicolás-.
-¡Tiene
razón!-me apoyó Miriam-. ¡Haber joder, somos casi niños aún,
tenemos que salvar el mundo, nuestra familia a este paso puede estar
muerta, algunos de nuestros amigos están condenados a ser mitad
demonios, una de nuestras amigas se va a convertir en un puto
chupasangres, y quieres que nos traquilicemos!
Diana
rió por lo bajo. Lucía le acompañó:
-¿Os
hace gracia?-preguntó malhumorada Miriam-.
-Puede-contestó
Lucía-.
-Vamos
Miriam, no te lo tomes a mal-dijo Ángel-. En este planeta estamos
todos locos. Sé que no te imaginabas que ningún ser como los
demonios, vampiros, magos o brujas existieran, sé que pensabas que
esta Tierra era normal, pero nunca se sabe que existe o no. A veces,
cuando lees alguna novela fantástica, de magia o algo parecido,
piensas que todo lo que cuenta es mentira, tipo Harry Potter, pero
puede que sea verdad.
-Gracias
Ángel-dijo el mago Nicolás-.
-Pero,
¿qué va a pasar con Clara?-dije-.
-Yo
la cuidaré-dijo Mike en inglés-. Le enseñaré a ser vegetariana, y
a comportarse como un humano, a no volverse loca cuando huela la
sangre, a no matar a sus padres.
-Tranquilo
hijo, si sus padres ya están muertos-dije sarcástica, de malhumor-.
Y ahora me vas a decir que brilláis al sol como los de Crepúsculo
¿no?
-No.
Nos quemamos al sol.
-Anda.
Pues sería mejor que no-dijo Tomás-.
-Qué
listo-dijo Miriam-.
-Anda,
vámonos de aquí y dejemos que se les pase el malhumor.
Todos
excepto Miriam, Clara, que seguía insconsciente, y yo, salieron de
la habitación. Sin poder evitarlo, nos pusimos a llorar. Nos
enfadábamos porque teníamos estrés, no estábamos listas para
tanta responsabilidad. No sabíamos cuándo íbamos a acabar con
Jane, o cuando íbamos a reclutar a las personas para que nos
ayudaran, como dijo hace seis meses la señora Damiro. Nuestras
familias estaban encerradas, o a lo mejor ya eran zombies o estaban
muertos, como los padres de Clara. Mi hermano, mi madre, mi padre...
Los echaba muchísimo de menos. Hacía ya más de seis meses que no
los veía, que no había rastro de ellos, que el mago Nicolás no
mencionaba ni una palabra sobre ese tema. El mago Nicolás sabía
cosas que nosotros no sabíamos, y me temía lo peor. Me acerqué a
Miriam y nos abrazamos. Nuestras vidas habían dado un giro radical,
y a veces deseábamos volver a ser ese grupo de amigas en el
instituto, formando follón, incluso ser insultadas por Rosa y
Celestia, siendo humanas, no zombies. Ser castigadas por los
profesores o por el director, llegar tarde a clase, tontear con los
chicos nuevos.... Todo eso se había acabado por ahora, y no sabíamos
si volvería.
Nos
quedamos abrazadas, derramando lágrimas, hasta que oímos un ruido.
Nos giramos y vimos a Clara, que se levantaba poco a poco. Abrió los
ojos. Los tenía rojos, inyectados en sangre. Si era un vampiro,
corríamos peligro. Yo era mitad demonio, pero era mortal, y no tenía
la velocidad de Clara, ni sus afilados dientes. Clara se puso de
pie, y nos miró, sedienta de sangre.
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