Empecé
a caminar por la calle, rodeando mi cuerpo con los brazos. Hacía
muchísimo frío en ésa época. Miraba al suelo, pensando en todo lo
que me había pasado desde mayo. Era una elegida, que tenía que
salvar el mundo. Un amigo mío se había muerto, mis padres casi lo
estarían, o serían zombies, como los padres de Clara. La chica era
ahora una vampira, al igual que su novio. ¿Se me ha olvidado algo?
Sí, que morí y resucité, que soy mitad demonio... Y muchas cosas
más.
Crucé
una esquina y me choqué con alguien. Levanté la cabeza para
disculparme:
-¡Mike!-dije
en inglés-. ¿Clara está bien?
-Sí. Poco
a poco se controla más.
-¿Cuándo
podré verla?
-Dentro de
poco. Justo iba a ir a buscaros. Hay que empezar a reclutar gente. El
mago Nicolás dice que la pelea final con Jane cada vez está más
cerca. Acompáñame.
Mike me
cogió de la mano, que tenía helada, y tiró de mí hacia donde
fuera que nos dirigíamos.
Tras
correr durante media hora, entramos en una especie de bar. Dentro no
había nadie. Estaba totalmente vacío. Nuestro camino no terminaba
ahí. Mike me llevó hacia una puerta de color gris. La abrimos y
accedimos a una empinada escalera. En total oscuridad, empezamos a
bajar, yo despacio, Mike impaciente. Por fin, tocamos suelo plano.
Mike me soltó la mano y se alejó de mí. Apretó un interruptor,
supongo, ya que no veía nada, y se encendió una pequeña lámpara,
que estaba apoyada en una mesita negra:
-Ponte de
rodillas-me indicó el chico-.
-¿Qué?
-Haz lo
que te digo.
A
regañadientes, me puse de rodillas en ese asqueroso suelo, y esperé
a que Mike hiciera lo mismo. De repente, el chico empezó a
pronunciar unas palabras ininteligibles, y al cabo de un minuto, el
suelo empezó a temblar. Asustada, me puse de pie, y me dirigí hacia
la escalera, pero una reja salió del suelo, impidiéndome el paso:
-¿Pero
qué es esto Mike?-pregunté, asustada-.
-Ponte de
rodillas y cállate-fue lo único que me dijo-.
Suspirando
y asustada, me volví a poner de rodillas, casi cayéndome al suelo.
Éste seguía temblando, como si algo saliera de él. Tras diez
minutos de rodillas, temblando a causa del suelo y del miedo, y
esperando impaciente, el suelo dejó de temblar y al levantar la
cabeza, pude ver una gran puerta, que llegaba hasta el techo,
aguantada por dos postes, que estaban rodeados por unas largas
enredaderas verdes. El pomo de la puerta era enorme y redondo, de
oro, y justo en el centro de éste, había un ojo de cristal. La
puerta era roja, de madera, y tenía dibujada dos árboles a los
lados, y varias personas con rayos saliéndoles de las manos:
-Ésta es
la puerta hacia el mundo mágico subterráneo-me indicó Mike-.
-¿Qué?
Pensaba que los seres mágicos e inmortales vivían entre los
humanos-fruncí el ceño-.
-Unos
pocos sí, pero la gran mayoría viven aquí, bajo tierra. El mundo
mágico es tan grande como este planeta, solo que se encuentra bajo
los pies de los humanos.
-¿Y por
qué me has traído aquí?
-Hay que
empezar a reclutar vuestro ejército, ya te lo dije.
-Espera,
espera. Yo sola no puedo. No soy la única elegida. ¿Dónde están
mis amigos?
-Aquí-respondieron
varias voces-.
Me giré
y allí estaban los otros siete elegidos, acompañados por el mago
Nicolás:
-Abriré
la puerta. Poneros de rodillas-nos indicó el mago Nicolás-.
-Qué
pesaditos con lo de ponerse de rodillas-dije mientras obedecía,
poniéndome junto a Ángel-.
-Es el
ritual señorita Paula. Cada vez que se entra en el mundo mágico,
hay que ponerse de rodillas ante la puerta.
Me hizo
callar con un gesto de la mano, y él y Mike también se pusieron de
rodillas. El mago Nicolás dibujó una llave en el aire, que se
convirtió en una real. Pronunciando unas palabras en otra lengua,
metió la llave por la minúscula y casi invisible cerradura que se
encontraba en el iris del ojo de cristal, y la giró. A continuación
empujó la puerta poco a poco, y al estar totalmente abierta, pudimos
ver la entrada al mundo mágico:
-Guau-dijo
Miriam, impresionada-.
Caminando
despacio, entramos por la puerta, con la boca abierta. Desde donde
estábamos, se veía una gran llanura verde, con millones de
margaritas amarillas decorándola. Al final de aquella colina, había
un gran castillo, rojo y negro, con varias torres de control,
rodeadas por enredaderas. Un montón de personas humanas, bueno, casi
humanas, se dirigían hacia la puerta de aquel castillo, algunos con
dragones, y otros con caballos alados:
-Esto es..
impresionante-dije, con la boca abierta-.
-Ya te
digo-me acompañó Ángel, pasándome el brazo por los hombros-.
-Tenemos
que ir al castillo de la reina mágica. Allí van todos los seres
mágicos e inmortales para veros, y hacer unas duras pruebas, para
pertenecer al ejército que os acompañará para luchar contra Jane.
-Exactamente-dijo
Mike, que para sorpresa de todos, entendía el español-. Vamos, o
llegaremos tarde.
Mike
pegó un fuerte silbido, y tras un minuto, se acercaron a nosotros
diez preciosos caballos alados. Cada uno se montó en uno, algunos
asustados, y otros totalmente seguro de sí mismo:
-Vámonos-dijo
el mago Nicolás-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario