-Decido
convertir a Ángel en mitad demonio, si no te importa claro-bajé la
cabeza-.
-Claro que
no me importa. Seremos más fuertes y con más poderes-sonrió
Ángel-.
-Bueno,
allá voy.
Poco a
poco me acerqué a Ángel, con miedo. La sola razón por la que había
decidido convertir a Ángel en mitad demonio, era porque seríamos
más fuertes, guardaríamos nuestros poderes y, pensándolo mejor,
cuando supiéramos controlar nuestros poderes, seríamos como
humanos, y además, era divertido poder volar sin necesidad de un
hechizo del mago Nicolás. Sólo esperaba que mi decisión no
enfadara ni a mis amigos ni al mago Nicolás.
Cuando
estuve lo suficientemente cerca de Ángel, me puse de puntillas, ya
que me sacaba una cabeza, y vergonzosa, le di un pequeño pico, pero
él me cogió de la cintura y empezó a besarme como si le fuera la
vida en ello. Sólo hacía dos semanas que no me besaba. Aún así le
devolví el beso contenta. Ángel se separó de mí, y contento,
dijo:
-Que
alguien me enfade.
-Te he
puesto los cuernos con Arthur.-dije, intentando quedarme seria-.
-¿¡QUÉ?!-gritó
enfadado Ángel-.
Enseguida
le salieron sus grandes alas negras, lo raro es que tenía las puntas
blancas. Riendo, el mago Nicolás le entregó las mismas gafas de sol
que a Lucía y a Arthur, para evitar que matara a alguien o
destrozara algún mueble con los rayos lásers. Ángel se las puso,
ya más tranquilo, pero sus alas no desaparecían:
-¿Por qué
tiene las puntas de las alas blancas?-preguntó Tomás-.
-Pues es
muy raro. Paula...
-¿Sí?-pregunté
un poco preocupada-.
-Sé que
esta pregunta te va a parecer un poco... ridícula. Pero, ¿cuando
besaste a Ángel le metiste la lengua?
-¿Qué?-dije
riendo-. Pues sí, ¿algún problema?
-No. Sólo
que esa es la razón por la que tiene las puntas blancas. Cuando
Arthur besó a Lucía fue sin lengua y cuando el padre de Arthur
convirtió a Arthur fue sin lengua.
-Ahhh..-dijo
Ángel-. ¿Siempre tendré las alas así?-añadió-.
-No. Sólo
tu primer año de mitad demonio.
Al
terminar el mago Nicolás la frase se oyeron gritos asustados.
Provenían de recepción. Preocupados, bajamos rápidamente por el
ascensor. Al llegar abajo, era el caos. Había zombies por todas
partes, incluida Rosa, mi enemiga y asesina. Le tenía mucho más
odio que antes a esa chica.
La
gente gritaba asustada, algunos ya estaban inconscientes en el suelo,
desangrándose. Sin pensarlo, me concentré todo lo posible e hice
que todos los zombies se quedaran flotando. Mientras tanto, Lucía,
Arthur y Ángel se habían convertido en demonios y lanzaban rayos
lásers, partiendo todos los zombies por la mitad, sin mirar si eran
nuestros compañeros de clase o no. Tomás hizo venir un tornado
enorme, que se llevó todos los zombies fuera del hotel. Miriam salió
a la velocidad de la luz del hotel para ver si los zombies habían
desaparecido. Volvió diciendo que los zombies se habían ido por un
portal. Sin perder tiempo, el mago Nicolás se acercaba a la gente,
viendo si estaban heridas o no, para curarles. Por desgracia,
nuestros rayos lásers no podían matar a los zombies, ya que después
les volvía a crecer el cuerpo. Tras media hora de cura, el mago
Nicolás nos llevó directamente a la habitación, nervioso:
-Nos vamos
ya de aquí. Pasaremos el nuevo año en otro sitio. Nos han
descubierto. Preparad las maletas.
A
regañadientes y sin dejar de pensar en lo sucedido, empezamos a
guardar nuestra ropa. Adiós a la habitación de lujo, al gimnasio,
la tele... A París. Después de un rato dando vueltas guardando las
cosas, sonó mi teléfono. Me quedé sorprendidísima al ver que era
Clara, mi antigua compañera de clase:
-¿Sí?-fue
mi saludo-.
-¡Hola,
Paula!-respondió Clara contenta-. Sé que te sorprenderá que te
llame, pero es que me ha pasado algo muy raro esta semana, y una
persona me dijo que te llamara.
-¿Ah,
sí?-dije sorprendida-. Cuenta.
-Pues hace
dos días el alma de un mago, llamado Nicolás Flamel X, apareció en
mi habitación diciéndome que tenía el poder de la fuerza
sobrehumana. Me dijo que eras una elegida y que te llamara.
-Ahh..
Pues la verdad, sí. Soy una elegida, y también Diana, Miriam,
Lucía, Ángel, Mario, Tomás y Arthur, un chico francés.
-Que
suerte. Me gustaría no haberme ido de España. Me encantaba Madrid.
-Bueno, la
verdad es que ahora estamos en París.
-¡Vaya
suerte!
-Bueno, ¿y
qué tal tú por Londres?
-Pues
bien. Me he hecho muchas amigas, tengo un novio, y hace una semana la
mejor fiesta de cumpleaños de mi vida.
-¡Jajajajaja!
Tengo un montón de cosas que contarte, como que por ejemplo nos
tenemos que ir de París porque la bruja Jane nos ha descubierto.
-¡Ah, sí!
El mago Nicolás me habló de ella.
-Bueno,
¿cuál me dijiste que era tu dirección? Es por si algún día voy a
Londres.
-Vivo en
Fleet Street, número 12. Parte norte de la ciudad.
-Ok.
Bueno, te tengo que dejar, que nos vamos a no sé donde.
-Vale. Ya
te llamaré más a menudo. Siento haberte olvidado, espero que tú a
mí no.
-¿Cómo
voy a olvidar a mi niñita la Clara?
-Jajajaja.
Bueno, te dejo tranquila, que soy muy pesadita.
-No digas
eso guapa.
-Qué va,
tú lo eres mucho más.
-Lo que tú
digas. Bueno nena, te tengo que dejar. ¡Un besote de nutella!
-¡Uno de
nocilla!
Riendo,
colgué el teléfono, contenta de haber hablado con Clara. Hacía dos
años se había ido a vivir a Londres, ya que su padre había
encontrado trabajo allí. Total, la típica razón para cambiarse de
país. Habíamos sido muy amigas y prometimos no olvidarnos:
-¿Quién
era?-me preguntó Diana-.
-Clara.
¿Te acuerdas de ella?
-¡Cómo
no me voy a acordar! ¡Es la chica que le encantaba la nocilla!
-¡Sí!
¡Jajajaja!
Un
minuto después, estaba contándole a Miriam, Lucía y Diana mi
conversación telefónica con la chica. Por fin, llegó el mago
Nicolás, para anunciarnos lo inesperado:
-Espero
que estéis listos, porque nos vamos a Londres.
Lo amo y punto.
ResponderEliminarjejeje, gracias :). yo también amo tu novela :)
EliminarMe encanta
ResponderEliminarGracias :)
Eliminarme ha encantado
ResponderEliminarGracias :), intentaré subir el 30 esta noche o mañana
Eliminar