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jueves, 26 de septiembre de 2013

Capítulo 20: Esquizofrenia


Narra Niall

Todos salieron del vehículo, Nata animándome, alegando que al ir a por Sam, la chica se sentiría admirada y querida, y eso le gustaba. Tenía que ganarme a Sam como fuera. Esa chica me había abierto los ojos, me había abierto... el corazón. Cuando nuestras miradas se cruzan, siento como mi piel se enrojece, a causa de la vergüenza, como mi corazón tiene ganas de atravesar mi pecho e inclinarse ante los pies de Sam, demostrándole así que la quiero, y mucho, pero ella no parece que se dé cuenta de que hay otro chico a parte de Zayn que puede hacerla feliz. Puede que no sea perfecto, puede que no sea el mejor de los cinco, puede que haya tenido pocas novias y que sea insultado por mucha gente, pero a Sam la quiero, y siento que puedo hacerla feliz, con o sin dinero, que espero que ella no sea una avariciosa y que le dé igual. Pero eso a mí no me importa. A pesar de apenas conocer a Sam, de haber casi ni hablado con ella, para mí, verla fue un flechazo de amor puro. Sé lo que es ser traicionado, pero también sé que Sam puede hacerme feliz, y yo a ella, aunque me cueste conquistarla.
Megan se puso el cinturón, me dirigió una amplia sonrisa, y arrancó el motor. Me abroché mi propio cinturón y empecé a pensar en todo. Un ejemplo. Megan parecía mucho más madura y adulta desde que sabía que estaba embarazada. Ya no bebía (obvio), ni se comportaba como una niña. Ahora sí que parecía la mayor de las chicas, no como antes. Ahora parecía la adulta que es, la que cuida un poco de sus amigas, y sobre todo, a partir de ahora, de su salud. No estoy seguro sobre si Megan está preparada para tener un bebé. Aún tiene diecinueve años, y según sus amigas, se quedó embarazada a los catorce, por eso sus padres la echaron de casa. Por suerte, tuvo un aborto natural, doloroso, pero librándose de lo que le dificultaría la vida. Desde entonces vivió en la calle, hasta que recibió ayuda de su tía y demás. Todo esto me lo había contado Nata, con la que tenía mucha confianza, pero... La quiero, no como una novia, como una amiga... y algo más. Cuando estuvimos a punto de besarnos esa tarde, sentí el impulso de recorrer la distancia que quedaba para que nuestros labios se tocaran. ¿Por qué no lo hice? Porque a pesar de no tener nada con Sam, me siento atado a ella, además, Nata quiere a Zayn, no quiero que tenga más líos en la cabeza. En la limusina me había contado toda la discusión con Sam y la charla que tuvo con Zayn, incluido que casi se besan pero que ella lo impidió por Sam. Es una gran chica, y una gran amiga, y para mí, es como una hermana, pero el suceso de que casi nos besamos, aún lo tengo en la cabeza, dándome vueltas, y siento que debería haberla besado, porque algunos sentimientos comenzaban a despertar en mi interior, y no eran para nada desagradables.

Narra Ana

Sigo pensando en que la pobre Sam se ha quedado sola en el aeropuerto. Ahora mismo debería de llamarla por teléfono, pedirle perdón por haberla dejado plantada, aunque no hubiera sido culpa mía, pero no lo hice. Entré a mi habitación, sola, ya que la compartía con Sam. Me tumbé en la cama de la derecha, y pensé en Harry, en que ya nos habíamos besado dos veces, y en que... creo que me quiere. Pero no. Haber, Ana, espabila. Recuerda lo que te pasó con ese chico. No quieres que te vuelva a pasar ¿no? Pues olvídate de tener novio-me decía mi consciencia- Puede que esa parte de mi cabecita tuviera razón, pero mi corazón me decía otra cosa. Me decía que el pasado era el pasado, que Harry era diferente, que no era un mujeriego como decían en las revistas de cotilleo. Sé que es un buen chico, pero aún no estoy del todo convencida de salir con él, ni con nadie.
De repente, llamaron a la puerta. Me levanté de la cama, ilusionada por que fuera Harry, ya que debía hablar con él, pero al abrir la puerta, observé a Nata, que temblaba, lloraba, tenía los ojos rojos e hinchados, y estaba totalmente despeinada:
-¡Nata! ¿Qué te ha pasado?-grité-.
-No quiero que se entere nadie más. Hablemos con la puerta cerrada por-por favor-contestó, aún tiritando y haciendo chirriar los dientes-.
Le invité a pasar y la chica se sentó en mi cama:
-Cuenta-dije, sin más remordimientos-.
Nata empezó a contarme toda su conversación con Zayn, su encuentro con una niña maleducada llamada Carla, y la disputa con Sam. Tras media hora de mocos, tiriteos, clínex y apoyo amistoso, le dije sin más:
-Lo primero que tienes que hacer es que cuando Sam llegue, habla con ella educadamente, y si ella empieza a gritar, vete de su lado y salte de la habitación donde habléis.
-Pero...
-Lo segundo-la interrumpí-. Esa niña, Carla, no le hagas caso, hay muchas niñitas perversas sueltas por ahí. Y lo tercero. Si quieres a Zayn, nada ni nadie puede impedirte salir con él. Sé que no quieres traicionar a Sam y bla, bla, bla, pero si Zayn te quiere a ti, ¿qué coño quiere Sam?
-Tía, por si no te acuerdas, Sam me soltó que estaba harta de que la superara en todo.
-¡Bah! Eso lo habrá dicho sin pensar. Vete a dormir, que lo necesitas, y mañana lo aclaras todo, ¿vale peque?
-Me iré a dormir cuando me cuentes qué demonios te ha pasado a ti con Harry.
-Está bieen-dije suspirando-.

Narra Megan

Sigo conduciendo hacia el aeropuerto, acompañado por Niall, que está metido en sus pensamientos. Me parece buena idea lo que si el chico iba a por Sam, daría un paso en adelante para conquistarla, pero, más bien, creo que esa idea se le había ocurrido a Nata porque estaba celosa, y no quería que Sam le quitara a su Zayn. Pero bueno, aún no tenían nada, todo podía pasar. Nata tenía la oportunidad de salir con Zayn, pero la había rechazado sólo por no defraudar a Sam. Ahora, si Sam no perdonaba a Nata o no hablaba tranquilamente con la peque, le diré claramente a Natalia que se acabó, que si Sam no quiere arreglarlo, que empiece algo con Zayn, que se ve que está loco por ella:
-Oye, Niall, ¿qué direcció tengo que tomar para ir al aeropuerto? ¿Londres sur, o Londres este?
-Emm...
-No me digas que no lo sabes.
-Pues la verdad es que... ¡Smarthpone al rescate!-exclamó, ilusionado por haber resuelto él solito una difícil preocupación-.
Tras poner en marcha el GPS y escribir la dirección del aeropuerto al que se dirigían, la mujer del aparato empezó a hablar en chino:
-Niall... ¿lo has puesto en chino?
-Emm... jeje.
-Date prisa en ponerlo bien. Casi llegamos al cruce.
-Voy, voy.
Presuroso, el chico tecleó y tecleó en su móvil, hasta que, justo a tiempo, la mujer indicó que debíamos tomar Londres este:
-Casi te mato Niall.
-Oye, que lo he arreglado-sonrió angélicamente mirando por el retrovisor-.
-Leprechaun, estás perdonado-devolví la sonrisa-.
Tras media hora más en coche, llegamos a un atasco, que parecía eterno:
-No me jodas-dije-.
-Sí te joden-contestó Niall-.
-Sí NOS joden-le corregí, recordándole que como no volviéramos a tiempo a por Sam, la chica podría montar el embrollo del siglo-.
Claxsons sonando cada diez segundos, personas quejándose gritando por sus ventanas abiertas, polícias pidiendo tranquilidad y paciencia. De repente, un policía se acercó a mi ventanilla y la golpeó con los nudillos. Bajé el cristal asustada. Casi nunca un policía había venido hasta mi coche para hablarme así como así o hacerme un control:
-Buenas noches señorita-me dijo el policía en inglés, lo que a mí me dio igual. Las últimas tres semanas las chicas y yo habíamos recibido clases de inglés avanzadas y gratis, gracias a los chicos, y ahora hablamos inglés perfectamente-.
-Buenas noches señor-contesté-. ¿A qué se debe su presencia?-pregunté, intentando comportarme como una adulta y hablar educadamente-.
-Verá, hay una niña loca suelta por ahí. Se ha escapado de su reformatorio infantil, y llevamos buscándola todo el día. Varios testigos afirmaron haberla visto en el aeropuerto y montarse en un coche. No consiguieron la matrícula ni vieron de qué color era, así que estamos haciendo un control a 100 KM a la redonda del aeropuerto.
-Vaya, siento mucho todo este lío.
-Muchas gracias. Bien, sólo puedo decirle que se llama Carla Einsten, tiene pelo castaño y rizado, es bajita, maleducada, aparenta unos once años, y está chalada. Es esquizofrénica.
-Pues siento decirle que a mí no me suena de nada...
-¡Carla!-me interrumpió Niall-. ¡Todo coincide! Señor, soy Niall Horan, y mi amiga es una testigo de la presencia de la niña. Es más, habló con ella, y sí, es maleducada. Fue en el servicio de mujeres en el aeropuerto.
-Muchas gracias joven. ¿Sabría decirme hora, minuto, presentarme a la testigo?
-La llamo ahora mismo, pero háganos un favor. ¿Pueden llevarnos hasta el aeropuerto? Es una gran urgencia.
-Claro señor Horan, por usted lo que sea-contestó el policía sonriente-. Nos ocuparemos de su vehículo. Estará en total seguridad. Señor, señorita, acompáñenme por favor.
Boquiabierta por lo que acaba de pasar, abro mi puerta, y a continuación la de Niall, que sale con aire victorioso. El policía nos lleva hacia sus compañeros y explica todo lo ocurrido. En cuanto los policías se enteran de quién es Niall, nos dejan entrar a su coche patrulla, indicándonos que en quince minutos estaríamos en el aeropuerto y que por favor, le diéramos la dirección de la testigo, que irían a por ella. Nos entregaron un folio para apuntar la dirección de el hotel donde estaban todos y el nombre y apellidos de la testigo, Natalia. Niall lo escribió dubitativo. Se nota que nunca ha tenido que dar información de otra persona a la policía. Pero claro, lo hacía por el bien de esa niña esquizofrénica, Carla, que según el chico, Natalia se había encontrado y hablado con ella en el aeropuerto.
Esperamos cinco minutos, y entonces los policías entraron en el coche y arrancaron el motor, nos miraron por el retrovisor, y comenzaron a circular por la carretera reservada a policías, llevándonos a nuestro destino.

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