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martes, 28 de enero de 2014

Capítulo 38. Nuestra primera batalla (La mente mágica)


    Seguí caminando por aquel pasillo con paredes y suelo blancos. Mientras avanzaba, pasaron por mi lado muchas puertas pequeñas, grandes y medianas, cada una con un cartel de oro que indicaba adónde llevaba esa puerta. Siguiendo las indicaciones de mi nueva hada madrina, seguí caminando hasta llegar a una puerta que tenía un cartel que ponía “Salón de conferencias”. Entré y allí me encontré a Ángel, Mario, Miriam, Diana, Arthur, Tomás y el mago Nicolás, agarrando por una correa a Lucía, que intentaba desesperadamente escaparse, y no paraba de decir “Yo soy fiel a Jane, yo soy fiel a Jane”. Intentando no mirarle a la cara, me acerqué a mis amigos:
-¿Ya sabéis adónde hay que ir y qué tenemos que hacer?-les pregunté, apoyando mi codo en el hombro de Ángel-.
-Sí. Nos lo han dicho nuestras hadas madrinas-contestaron al unísono-. Yo me quedaré aquí-añadió el mago Nicolás-. Tengo que hacerme cargo de Lucía y ayudar a las hadas a alejar a los zombies. No os preocupéis. El ejército que salió elegido esta mañana en las pruebas me ayudarán. A vosotros os acompañarán un ejército de elfos y duendes. Son muy poderosos.
-Está bien. ¿Violeta y las demás hadas madrinas vendrán con nosotros?-pregunté-.
-No, irán con vosotros diez o más hadas guerreras. Tened en cuenta que aquí, en Feérica, todas las hadas, sean del tipo que sean, se consideran hermanas, así que cuidadlas bien.
-Más bien que nos cuiden ellas a nosotros. Sólo podremos luchar con un poder cada uno-intervino Tomás-.
-Eso ya está solucionado. Mientras estabáis desmayados, la reina os hizo un hechizo. Ahora, todos tenéis todos los poderes.
-¿Y cómo sabremos cómo usarlos y cuáles son?-preguntó Miriam-.
-Es fácil. Los poderes que existen, son todos los que os podáis imaginar, desde convertirse en animales, hasta desaparecer de la faz de la Tierra. Sólo tenéis que pensar en lo que queréis hacer, y lo haréis. Subid al escenario, os toca darle órdenes al ejército que os acompañará. Paula, representa tú a tus compañeros. Eres la Elegida más poderosa de todos estos siglos.
-Pero, pero...-empecé a hablar-.
-Tú mandas a todos.
-Pero... ¡somos un equipo!-protesté-.
-Sí, pero tú estás al mando, y no veo que nadie se oponga-murmuró el mago Nicolás mirando a mis amigos-. ¿Aún no te has dado cuenta, Paula?
-¿Cuenta de qué?
-De que Jane siempre va a por ti, siempre. Tú eres la única que se ha muerto, la primera que perdió a su familia, la única a la que la bruja Jane fue a su casa en persona para asustarte.
-No entiendo...
-Te lo explicaré cuando volváis. Ahora, iros-fue la última palabra del mago antes de irse de la sala de conferencias agrarrando a Lucía, que se comportaba como un perro rabioso y poseído-.
Ante la mirada de todos, subí al escenario, y sabiendo lo que tenía que hacer, comencé a hablar como la representante de los Elegidos, y pensé en lo poderosa que me había convertido. Todo el mundo sabía algo de mí que yo no sabía:
-Bienvenidos. Como todos sabréis, la guerra contra Jane ha comenzado-se oyó un murmullo por toda la sala-. En vuestra aldea, ha lanzado un aire tóxico, y el que lo huele, se convierte en sirviente de la bruja Jane. Muchos de los vuestros han caído, e incluyo a una de mis mejores amigas, además de una Elegida, Lucía. Ella es muy importante en esta guerra. Supongo que todos los que sois de esta tierra, sabéis que en la montaña más alta de Feérica, existe una flor que sirve como remedio para el aire tóxico, pero no somos los únicos que lo sabemos. Jane lo sabe, y está controlando y supervisando esa montaña más que a ningún otro territorio conquistado por sus ejércitos de zombies y sirvientes. Ella y nosotros sabemos que si conseguimos esa flor, o incluso, recuperamos la montaña donde se encuentra, ganaremos un punto muy alto en esta guerra, ya que significará que todas las personas afectadas por el aire que siguen aquí, seguirán en nuestro bando, y es más, si más adelante conseguimos de alguna manera esparcir el remedio de la flor por todo el Reino Mágico Subterráneo, por las zonas de mi Tierra afectadas, por toda la Tierra, si hacemos eso señores, la guerra estará ganada. ¿Quién está conmigo?
Se oyeron aplausos y vítores hacia mí por toda la sala. Sonreí y di las gracias, bajando del escenario. Miré a mis compañeros. Todos me miraban con ansias de matar a nuestros enemigos, con ganas de que todo esto acabara ya y pudiéramos volver a nuestras vidas normales:
-Hemos cambiado mucho. No parece ya que tengamos 15 años-dijo Diana-.
-Creo que, estando en la situación donde estamos, ya casi somos adultos-contestó Ángel-.
-A luchar-dije-.
-Estamos listos.
Acompañados por nuestro ejército de elfos y duendes, nuestras hadas guerreras y nuestras nuevas armaduras, comenzamos a volar hacia la montaña que sería nuestra salvación. Ángel, Arthur y yo estábamos convertidos en demonios, los demás iban todos en caballos alados con cuernos venenosos, preparados para la guerra. Sólo Miriam, Mario, Tomás y Diana iban con dragones, preparados para arrasar todo lo que se les pusiera por delante.
Volamos durante días. La montaña estaba en la otra punta de Feérica, y si el mundo de las hadas era tan grande, el Reino Mágico Subterráneo era igual de grande que la Tierra que yo conozco.
Por las noches, siempre buscábamos algún que otro refugio entre unos árboles o dentro de una cueva, y allí descansábamos, cazábamos y reponíamos nuestras fuerzas. Mientras seguíamos nuestro viaje, veíamos a miles de centauros, más elfos y duendes, hadas, trols... miles de seres luchando contra zombies, aldeas y más aldeas incendiadas, destruidas, hadas llorando por la muerte o la desaparición de alguien, personas afectadas por el aire tóxico que, según un elfo que siempre volaba a mi lado, caminaban hacia el castillo de la bruja Jane, que se encontraba debajo del Polo Sur. Nos hubiera gustado muchísimo parar, ayudar a toda esa gente, pero no nos estaba permitido. Debíamos llegar a la montaña e intentar conquistarla antes de que toda Feérica estuviera bajo el reinado de la bruja Jane.
Llevábamos ya una semana y media de viaje, cuando iba hablando con mi nuevo amigo elfo. Se llamaba Beepte, y me contó que la bruja Jane y la Reina del Mundo Mágico, eran hermanas, pero que ese secreto sólo lo sabían algunos privilegiados, ya que la Reina no quería que nadie supiera que tenía la misma sangre que la bruja que luchaba contra su propio pueblo. Me quede sorprendida. La bruja Jane y la Reina del Mundo Mágico no se parecían en nada.
Por fin, tras dos semanas sobrevolando Feérica, llegamos al valle que había entre la montaña que buscábamos y otra montaña que les servía a los zombies y a los sirvientes de la bruja Jane como almacén para sus suministros. Antes de atacar, había que organizarse. Lo primero que decidimos fue que un grupo de diez o veinte hicieran guardia cada noche y apuntaran todo lo que descubrieran sobre el comportamiento de los zombies y sirvientes de la bruja Jane, que incluían trols, hadas, centauros... al igual que nosotros, todo tipo de seres. Tras dos noches vigilando, Beepte me enseñó sus apuntes. En él había apuntados, con una perfecta y bonita caligrafía, todo lo que mi amigo había descubierto:
-Los zombies, trols y sirvientes ,desaparecían una vez por la noche, y volvían a los diez minutos con carne entre las manos, pero antes, uno de ellos rodeaba la montaña con una capa eléctrica potentísima, que solo se desactivaba cuando un cuerpo con corazón, muerto o vivo, la atravesaba. Beepte había averiguado esto porque un tonto zombie, sin esperar a que desactivaran la capa eléctrica, la había atravesado y había muerto al instante, electrocutado, a pesar de ser un zombie. Esa capa eléctrica mataba a TODOS.
-De día, de las seis de la mañana a las doce del mediodía, se ocupaban de la vigilancia unos diez trols, mientras los demás iban a conquistar aldeas cercanas. A las doce volvían los demás, los trols se iban con los zombies y se quedaban vigilando hasta las diez de la noche los centauros, hadas, humanos con poderes... todos sirvientes.
-Durante los diez minutos que no había vigilancia pero que estaba activa la capa eléctrica por la noche, la capa se desactivaba unos cinco segundos durante el minuto cinco y medio y el minuto cinco y treinta y cinco, y luego volvía a encenderse. Ahí sería nuestra entrada:
-Beepte, sé que es arriesgado, pero la única manera de poder entrar en la montaña, es durante esos cinco segundos por la noche-le dije al elfo tras leer los apuntes-.
-Lo sé señorita Paula, pero recomiendo que entrenemos un poco la velocidad antes. No podemos atravesar con los dragones y los caballos alados. Ellos se ocuparan de matar a los trols, zombies y sirvientes mientras comen, y nosotros, todos menos usted, Arthur y Ángel, que os convertiréis en demonios, entraremos a pie.
-No quiero que nadie muera, Beepte-le contesté apenada-.
-Señorita Paula, en el amor y la guerra todo vale.
-Lo sé, pero, y pensar que mientras aquí debajo hay una guerra, los de arriba estén haciendo su vida normal...
-Uno no elige su destino, señorita Paula. A usted le ha tocado dirigir un bando de esta guerra contra Jane, y confiamos en usted.
-Está bien. Avisa a los demás y entrénalos en velocidad a todos menos a Arthur, Miriam, Ángel, Diana, Tomás y Mario. Ellos y yo nos iremos a ayudar a otras aldeas.
-¿Está segura de que no quiere que Miriam, Diana, Tomás y Mario se entrenen de velocidad?-me preguntó el elfo frunciendo el ceño-.
-Antes, sólo Miriam tenía el poder de la velocidad de la luz, pero ahora todos tenemos todos los poderes, por lo tanto, todos tenemos la velocidad de la luz. Podremos cruzar durante esos cinco segundos sin problemas-sonreí-.
-Sí, señorita Paula, pero la única que sabe usar la velocidad de la luz es Miriam, convendría que los demás practicaran.
-Esta noche nos entrenaremos en una llanura que hay a unos diez kilómetros de aquí. Mañana por la noche atacaremos. Tú y un grupo más de elfos, id preparando nuestras armas y nuestros alimentos, y cuando terminéis, comenzaréis a practicar vuestra velocidad.
-A sus órdenes, señorita Paula.
-Arthur, Miriam, Mario, Tomás, Diana, Ángel y yo nos vamos. Cogemos siete dragones, los que nos podemos convertir en demonios tenemos que reservar fuerzas para mañana.
-Está bien. Nos veremos esta noche señorita Paula.
-Hasta luego, Beepte















































4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. No tienes por que darlas. Si es que tienes un don para escribir. Sube capítulo ya!!! Que me apasiona tu novela. Se que no te he comentado en otros capis pero prometo hacerlo en los que vengan. Por que merece la pena comentar novelas tan buenas como la tuya. Que nunca pares de escribir por que sino se perdería una de las mejores escritoras del mundo. Que un beso enorme y que te quiero mucho guapísima. :)

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  2. Muchas gracias Ania, yo si que te quieroo ♡♡♡♡

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