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jueves, 3 de abril de 2014

Capítulo 2: Compañeras (El oscuro secreto)


-Hola, soy Elena Maybe-digo-.
    Espero quieta una respuesta, pero nadie habla. Creo que hasta todo el mundo puede oír el rápido latido de mi corazón. Tierra, trágame:
-Hola, señorita Maybe. Bienvenida a Green Day.
Subo la mirada y veo que la que ha hablado es la mujer del moño:
-Soy la directora Sidney. Aquí mando yo, téngalo en cuenta desde ahora. Bien, todos estos son los niños del orfanato.
Se escucha un murmullo de “holas” tímidos en la habitación, y, a continuación, la directora se acerca a mí y me coge del hombro:
-La acompañaré a su habitación.
    Agarro mi bolso con más fuerza aún mientras la directora Sidney tira de mí por unas escaleras de caracol de madera. Detrás de mí, puedo oír cómo los demás niños y jóvenes se mueven por la sala y se susurran entre ellos. Seguramente están hablando de “la nueva”.
Llegamos al segundo piso, que consiste en un largo pasillo de paredes blancas, el suelo de madera y un montón de puertas de hierro negras a los lados. A medida que avanzamos, puedo observar que en cada puerta hay un número y debajo un pequeño cartelito con los nombres de las personas de esa habitación. Oh, no. ¿Tengo que compartir habitación con alguien? Llegamos a la puerta 99. Genial, mi número de la mala suerte. Antes de atravesar la puerta, veo que en el cartelito pone mi nombre y el de otra chica, el cual no consigo leer. ¿Quién será?:
-Bien, dentro de dos horas tendrá que bajar a cenar. Podrá instalarse y guardar sus cosas. Las duchas son después de la cena. Las demás normas están encima de su cama. Bienvenida de nuevo, Elena.
Espero a que la mujer salga por la puerta y me dirijo corriendo a mi nueva e incómoda cama:
-¡Pero qué coño...!-exclamo-.
    Pensaba que las normas consistían en tan solo la cara de una hoja, pero no, las normas que me faltan por leer son dos folios por las dos caras. Suspiro exasperada. Qué bien empiezo. La directora no me ha dicho nada de mi compañera de habitación. ¿Quién demonios será?
Me paso una hora ordenando mi ropa y mi neceser, pero nadie aparece. Me siento en la cama, luego me tumbo, miro al techo. ¿Qué hago yo aquí? Entonces, escucho cómo se gira el pomo de la puerta. Se me pone la piel de gallina. Me levanto de la cama y me aliso la ropa. Si quiero caer bien a la gente, tengo que estar presentable. Tras un segundo que parece interminable, lo primero que veo es una larga y lisa cabellera rubia. La desconocida se gira y cierra la puerta. Parece que aún no se ha dado cuenta de mi presencia. Entonces, me mira:
-¡AH! ¡Dios! ¡Me ha tocado la nueva!
-¡Oye, la nueva tiene nombre! Soy Elena Maybe-me quejo-.
Tras el susto, la rubia se acerca a mí tendiendo la mano y mostrando una pícara sonrisa:
-Hola, neófita. Soy Jennifer Clevey. Encantada.
-Igualmente-respondo, estrechándole la mano-.
-Está bien. Supongo que estás aquí porque eres huérfana, ¿no?
-¿Por qué iba a ser si no?-pregunto, aguantando las lágrimas-.
Jennifer se da cuenta y me pide disculpas:
-Vaya, debió de ocurrir hace poco... Lo siento... Yo ya llevo aquí cinco años.
-¿Y cuántos años tienes?
-Diecisiete.
-¡Igual que yo!
-Bueno, tú sólo tendrás que aguantar un año aquí.
-Si no tengo planes en un año, no tendré más remedio que quedarme.
-Cambiemos de tema, hablar de salir de aquí me ilusiona demasiado.
-¿Por qué dices eso? En un año te puedes largar.
-No te creas.
-¿A qué te refieres?
-¡Anda! ¡Tengo que enseñarte el orfanato! ¡Vamos! ¡Tenemos una hora!-cambia de tema mi nueva amiga-.
Resoplando, salgo de la habitación tras Jennifer. Mientras andamos por el pasillo hasta una escalera que lleva a un tercer piso, la chica me dice:
-Puedes llamarme Jenni o Jen.
-Y tú a mí Ele o Eli-respondo sonriendo-.
Bueno, pues al final me alegro de tener a alguien en mi habitación. Jenni me está cayendo genial. Subimos por la escalera que lleva al tercer piso. Éste pasillo también está lleno de puertas, pero éstas no pertenecen a habitaciones:
-A cada habitación le pertenece una ducha. La nuestra es la 99, como el número de nuestra habitación. Las duchas son después de cenar, y es obligatorio ducharse.
-Bueno, yo ya me duchaba antes todos los días.
-Ya, pero el agua de aquí es una mierda y el champú te deja el pelo encrespado.
-Pues tienes el pelo muy bien.
-Tengo mis propias reservas-me explica sonriendo-.
    Seguimos caminando hasta llegar a una puerta más ancha que las demás. La atravesamos y entramos a una especie de vestíbulo con varias puertas. Cada una tiene un cartel. Leo unos cuantos y adivino que son aulas. Jenni habla antes que yo:
-Aquí se imparten las clases. Es como un instituto normal, pero peor. Las clases las dan la directora, el tío que te ha traído hasta aquí y el jardinero. Los demás profesores se piraron hace tiempo, y no sólo porque tuvieran un sueldo de pena.
De nuevo me oculta algo:
-Empezarás las clases mañana. Los de nuestra edad damos cinco horas, de 6:00 a 11:00. Nos da clases la directora.
-Está bien, pero no hablemos más del instituto. Hablemos de algo más personal-intervengo, con una sonrisa traviesa-. ¿Por aquí hay tíos buenos?
-Unos cuantos, pero mejor que ni les hagas caso. Se supone que aquí las relaciones están terminantemente prohibidas. Según “la Sidney” no quiere tener más niños, y dice que las chicas se eduquen por su lado y los chicos por otro.
-Concluyendo, ¿no daremos las clases con ellos?
-Los chicos y las chicas sólo estamos juntos a las horas de desayunar, comer y cenar, y cuando llega uno nuevo, como hoy.
-Genial.
-¿Qué pasa? ¿Querías un ligue?
-Antes de venir aquí mi mejor amiga me engañó con mi novio, Peter, así que quería olvidarme de él.
-¿Usas a los tíos como pañuelos de usar y tirar? Me gusta...
-¡No! Sólo que Peter es la relación más seria que había tenido hasta ahora y... pues eso.
-Estando aquí no te hará falta un tío para olvidarlo. Vamos a cenar o nos castigan.
    Salimos del “instituto-colegio” y bajamos las dos escaleras. Llegamos al corredor donde me presenté y atravesamos una puerta enorme de metal que está en el centro de la pared norte de la sala. Hay dos mesas bastante largas a los dos lados de la sala. Perdida, sigo a Jenni, que se dirige a la mesa de la derecha. Por lo que puedo ver, permiten a los chicos y chicas estar juntos. Nos sentamos en unas sillas de madera, yo a la derecha de Jennifer. A mi derecha hay un chico con gafas muy raro que me mira babeando. Me pego todo lo que puedo a Jenni:
-¿Quién es ese?
-¿Quién?
-El que está al lado mía con las gafas.
-¿Pero qué dices, tía? El chico que está al lado tuya es Mike.
-¡No! Hay un chico con gafas babeando. Está lleno de granos y me da yuyu.
-Pues yo no veo nada, te lo estarás imaginando tía.
-Lo que veo es muy real.
    Me dispongo a comer dando por finalizada la conversación. En el plato hay un no apetitoso puré de patatas amarillo, acompañado de zanahorias y un vaso de agua. Como, intentando no vomitar. El puré sabe a cebolla. Al terminar mi plato, llega el postre. Bien, es una tarta de chocolate. Mientras me aparto un trozo, miro disimuladamente al chico de las gafas. ¿Cómo es que Jenni no lo ve? Si hasta podría tocarlo.
    Terminamos el postre. La profesora me saca, para mi sufrimiento, delante de todo el mundo, de nuevo para presentarme. Bajo rápidamente las escaleras del pequeño escenario donde he estado de pie durante veinte segundos y me reúno con Jennifer. Al acercarme, puedo ver que está con un pequeño grupo de personas:
-¡Hey, nueva!-me saluda un chico bastante mono-. Soy Jake.
Le doy dos besos en las mejillas:
-Yo soy Stephanie, llámame Stephie.
-Yo Mery.
-Yo Max-Max... me recuerda a mi mejor amigo de Miami-.
-Encantada de conoceros.
    Empezamos a caminar por el corredor y subimos por las escaleras. El que me ha llamado más la atención es Jake, pero con el que más he hablado ha sido con Max. Llegamos al pasillo de habitaciones, y me da un poco de corte al ver cómo la chica llamada Mery le da un beso en la boca a Jake. Vaya, pues está cogido. Jenni y yo nos despedimos de los demás y entramos en la habitación. Enseguida, me siento en mi cama:
-¿Qué te pasa, Ele?-me pregunta Jenni sentándose a mi lado-.
-Nada...
-Sé que estás triste, es tu primer día.
-Ya me acostumbraré-contesto sonriendo-.
-Por cierto, he visto que no dejabas de mirar a Jake. ¿A qué es mono?
-Sí, pero está con Mery. Los he visto besarse antes.
-¿Esos dos?
-Sí.
-Te habrás confundido con Stephanie.
-No creo, no se parecen mucho.
-Pues habrán empezado a salir y ni me he dado cuenta-miente Jen sin que lo sepa Ele-. 
-¿No les castigarán?
-Tendrán cuidado.
-Voy a ducharme.
-Vale, termina rápido.
    Cojo mi pijama y mi toalla y salgo de la habitación. Camino despacio hacia el tercer piso. Llego al pasillo de las duchas con la llave en mano y abro la 99:
-¡AH! ¡ASQUEROSO, QUÉ HACES AQUÍ!-grito al ver al gafotas que me miraba en la cena en nuestra ducha, escondido tras la cortina-.
    El chico no me contesta, sino que se acerca a pocos centímetros de mí, me echa un aliento a muerto en la cara, me atraviesa, no sé cómo, siento escalofríos por todo mi cuerpo, escucho los gritos de mis padres en el accidente, y siento cómo caigo al vacío.

3 comentarios:

  1. Sigue asi marina me estan ancantando los personajes y la histori tkm samantha ;)

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  2. Muchas gracias por el comentario rubiaa!! Teq muxoo!! ♥♥♥

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  3. Me encanta <3

    PD: Te he nominado a los liebster awards: http://leeresdevalientes.blogspot.com.es/2014/04/me-han-nominado-los-liebster-awards.html#more

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