Una tarde estaba leyendo un
cómic de acción super aburrido. Tan aburrido era, que dejé de
leerlo y me preparé una tostada con mantequilla y jamón. Después,
le ofrecí a mi hermano pequeño, Marco, una partida de parchís y
aceptó. El ganador fue mi hermano. Antes de que pudiera guardar el
juego mi madre me dijo:
-¡A hacer los deberes señorita!
Mi madre me llama señorita
cuando está verdaderamente enfadada conmigo. Así que me dirigí
hacia a mi habitación, dejando a Marco ordenando el juego.
Me senté en mi silla y me
arrimé. Cogí mi lápiz para empezar a escribir y lo solté. No
tenía ganas de hacer los deberes. Me puse a pensar en las miles de
películas que había visto y me centré en el Señor de los
anillos, recordando una escena de la película, pensé con todas
mis fuerzas que el lápiz se moviera solo y cerré los ojos
concentrándome todo lo posible. Me llevé un buen susto cuando mi
lápiz se elevó y comenzó a escribir la redacción sobre insectos
para naturales que debería de estar terminada. Enseguida dejé de
pensar en el lápiz, asustada. Llamé a mi hermano y se lo conté
todo. Mi hermano, en plena edad de burlón me dijo:
-¿Qué pasa? ¿Otra vez
imaginando que tienes poderes? ¡Ja, ja, ja!
Rabiosa, empujé a mi hermano
hasta la salida de mi habitación y le cerré la puerta en las
narices. Estaba harta de que mi hermano se burlara de mí ya que el
dormía con un peluche en forma de coche. ¡Ja! Eso si que era de
bebés. Sin dejar de pensar en mi hermano, me concentré de nuevo en
el lápiz y cerré los ojos. Los abrí y allí estaba mi lápiz de
nuevo moviéndose sobre el papel en blanco. Tan sorprendida estaba,
que en un segundo pensé en otra cosa que no era mi lápiz y éste se
dirigió a mi cara. Conseguí esquivarlo por un centímetro. Asustada
dejé de concentrarme en el lápiz, pero éste seguía moviéndose,
esta vez en dirección a mi libreta. Antes de que pudiera reaccionar,
el lápiz se apartó y pude leer un mensaje:
-¡No pienses en otra cosa que no
sea el objeto o persona en el que estás concentrada cuando uses tus
poderes!¡Si no sabes usar tus poderes, te los quitaré!
Sorprendida, observé al lápiz,
que estaba hincando su afilada punta en la palma de mi mano hasta
hacerla sangrar. No me di cuenta de que estaba sangrando hasta que vi
la sangre gotear por mi mesa. Furiosa, me lancé a la puerta del
cuarto de baño de cabeza y me di un chocazo. Con la vista nublosa,
vi como varios de mis objetos escolares estaban detrás de la puerta
del cuarto de baño riéndose a carcajadas. Con la cabeza dándome
vueltas y la mano sangrando, conseguí limpiarme la mano con papel y
limpiar la sangre de mi mesa y echarme agua helada en la cabeza. Se
me acababa de ocurrir una idea descabellada, pero que tal vez
funcionara.
Volví a mi mesa haciendo caso
omiso a mis materiales escolares que estaban imitando mi golpe con la
puerta del cuarto de baño, y cogí un bolígrafo de mi lapicero que
no estaba en movimiento. Mi idea consistía en intentar mantener una
conversación escrita con mi lápiz. Lo primero que puse fue:
-¡Oye, me has hecho daño! Por
cierto, soy Paula, tengo 15 años y no sé de que se tratan estos
poderes. Es la primera vez que los uso, ya que no sabía que los
tenía.
Mientras escribía, mi lápiz
había estado observándome (aunque no tuviera ojos) y luego hizo que
con un gesto los demás materiales escolares cayeran al suelo, ya
inertes.
Mi lápiz comenzó a escribir en
el papel y cuando terminó pude leer:
-Siento lo de la mano, soy
bastante bruto. Por cierto, no soy un lápiz, soy el alma de un
antiguo mago con poderes. Uno de ellos era poseer personas u objetos.
Ya sé que es la primera vez que usas tus poderes, ya que estos
aparecen cuando cumples quince años y tú los cumpliste hace una
semana. Espérame aquí. Poseeré a tu hermano para tener una
conversación mejor.
De repente, mi lápiz cayó al
suelo, y al cabo de diez segundos apareció mi hermano por la puerta,
pero bastante raro:
-Hola, Paula. Soy el mago Nicolás
Flamel X. No te asustes. Antes de preguntarme nada, siento lo de la
mano-dijo riéndose entre dientes-.
-Hola, Nicolás Flamel. Ehhh...
Acepto sus disculpas. Y una pregunta, ¿todo el mundo tiene poderes?
-No, pequeña. Solo los que yo
decida.
Me parecía muy raro hablar con
mi hermano como si fuera un adulto, pero continué hablando:
-Y... señor Nicolás... ¿por qué
me eligió a mí?
-Cada vez que nace un niño en
todo el planeta, yo, bueno, mas bien cada uno de mis dos trillones de
clones, porque sino no podría estar en muchos lugares diferentes a
la vez, está presente para el nacimiento del niño o niña. Al
nacer, percibimos su energía, que puede ser positiva o negativa. A
los niños que tienen energía positiva les damos un poder, pero sólo
uno, porque para ser un verdadero mago o bruja como yo, tienes que
ser adulto y hacer unas pruebas muy duras. A los que tienen energía
negativa, les dejamos dos guardaespaldas invisibles, que se encargan
de que intenten conseguir energía positiva para que al ser mayores,
puedan aprender magia en un colegio especial para aprendices con
recién energía positiva o revelarles su poder cuando lo consigan y
vivir como una persona que tuvo energía positiva desde el principio.
Yo tuve energía positiva. Fue mi tatarabuelo el que me observó
cuando nacía, ya que es mi familia la que, de generación en
generación, van volviéndose almas de magos antiguos para transmitir
los poderes a los futuros magos y brujas.
-Vaya- le contesté- creo que lo
he pillado.
-Paula, cuando naciste, percibí
mucha energía positiva, más que ningún otro niño que haya visto
nacer antes. Cuando seas adulta, superarás esas pruebas. Ahora, lo
mejor es que hagas los deberes. Presiento la energía negativa que se
está formando en tu madre.
-¡Espere! ¿Mi madre tenía
energía positiva o negativa?
-Tu madre tenía energía
positiva, le di el poder de leer la mente. Lo utilizó durante toda
su vida, bueno, lo empezó a utilizar cuando cumplió 15 años, como
tú, pero al tener 18 años, ya había conocido a tu padre y renunció
a sus poderes, que es otra opción que tienes al volverte adulto.
Antes de que me preguntes, te vuelves adulto para nosotros a los 20
años, y tu padre tenía energía negativa, y me entristecí al
averiguar que tu madre estaba con él, ya que ella tenía un gran
futuro como bruja. Aún así, aceptamos que renunciara sus poderes, y
a tu padre se los quitamos porque no había conseguido la energía
positiva. Tu hermano-dijo señalándose- tiene energía positiva
baja. Digo baja porque esto podría cambiar fácilmente. A tu hermano
le he concedido el poder de hacer desaparecer las cosas o personas.
-¡Qué guay!-dije muerta de
celos- No me quejo de mi poder, sólo que eso está chulísimo y lo
de leer la mente también. Una última pregunta, ¿puedo hablar de
esto con la gente?
-Por ahora solo con tu madre, a
menos que me pidas que te diga las energías de algunas de tus
amigas.
-¡Sí, por favor!
-Bien, Miriam tiene energía
positiva, Lucía energía negativa y Diana energía positiva. Puedes
hablar con todas excepto con Lucía, ya que, aunque ya tenga 15 años,
al tener energía negativa, no sabrá nada de sus poderes hasta que
no consiga la energía positiva. Miriam tiene el poder de la
velocidad de la luz y Diana tiene el poder de la invisibilidad. Si
Lucía consiguiera la energía positiva, le daríamos el poder de
escuchar a mucha distancia. La gente que tiene energía positiva y
supere las pruebas tendrá todos los poderes. Ahora me voy, tu madre
viene a verte. No le digas nada de los poderes todavía. Usa tus
poderes para terminar tus deberes. Si quieres llamarme di “Gran
mago Nicolás Flamel le necesito”. Adiós Paula, buena suerte.
Mi hermano salió de la
habitación y cerró la puerta. Sin perder tiempo, me concentré en
el lápiz con todas mis fuerzas de nuevo, y comenzó a escribir
rápidamente mi redacción, que acabó cinco segundos antes de que mi
madre entrara por la puerta:
-Hola, cariño. ¿Has terminado tu
redacción?
-Sí, mamá.
-Me alegro, porque tengo que
contarte algo importante. Verás, todos los niños tienen energías
positivas o negativas y...
-Mamá, no me vayas a contar cosas
de magia, sabes que no me lo creeré-dije, recordando lo que me había
dicho el mago Nicolás-.
Mi madre bajó la vista y en ese
momento escuché una voz que me decía al oído: “Puedes
contárselo, lo de tu poder, lo demás no”:
-Mamá, yo tengo que decirte algo.
El mago Nicolás Flamel X me ha dicho que tengo el poder de mover los
objetos o las personas con la mente.
Mi madre me miró con cara
alegre:
-¡Oh, hija! ¡Me alegro tanto de
que tengas energía positiva! Yo también tenía un poder, no sé si
te lo habrá dicho el mago Nicolás... Tenía el poder de leer la
mente, era genial pero...
-Mamá, ya me lo ha contado el
mago Nicolás todo.
-A vale. Pues entonces te dejo
tranquila.
Mi madre salió de la habitación
y me dejó sola. Suspiré, el mago Nicolás no me dejaba decírselo a
mi hermano y me alegraba, ya que no se lo creería hasta que no se lo
demostrara. Ya había oscurecido y mañana era lunes, así que recogí
mis deberes, preparé la maleta, me duché, me puse el pijama y me
acosté. En la cama me acurruqué para coger calor y me quedé
dormida al cabo de cinco minutos.
NO COPIES LA HISTORIA EHHH!!
NO COPIES LA HISTORIA EHHH!!
Leído el 1!
ResponderEliminar