Me despedí de Miriam y me bajé
del autobús. Mi madre me esperaba en la puerta de mi casa. Hice un
último gesto de adiós con la mano en dirección al autobús y me
dirigí hacia mi casa. Le di un beso a mi madre y entré a mi casa,
hambrienta.
Olía a pasta carbonara y
beacon. Mmmm, que bueno, pensé. Tiré mi maleta en la entrada y me
lavé las manos con impaciencia. Me aparté un gran plato y me puse a
comer rápidamente. Tardé tan solo cinco minutos en terminarme el
plato y me aparté otro.
Al terminarme los dos platos, vi
que mi madre no me había quitado ojo ni un solo momento desde que
había entrado en casa. Tenía una mirada extraña, demasiado seria
para ella esa mirada.
Pasé por al lado de mi madre,
que me sonrió de una manera terrorífica. Un poco asustada, subí a
mi habitación. Al llegar, cerré la puerta y puse el seguro.
No había visto a mi hermano
delante de la tele, eso era muy extraño. Tragando saliva, abrí muy
despacio la puerta de mi habitación y me dirigí hacia la de mi
hermano, que estaba entreabierta. Al entrar, vi que parecía que en
la habitación había pasado un terremoto. Estaba mucho más
desordenada que de costumbre.
Pensando que sería mi
imaginación, volví a encerrarme en mi cuarto y me saqué mi samsung
galaxy mini 2 del bolsillo, lo desbloqueé y me metí en el WhatsApp,
ya que me había sonado un pitido. Me metí en el chat de Miriam y
leí el nuevo mensaje que me había mandado:
“Paula, he analizado el pelo que
encontré en tu taquilla, y sé que no te lo vas a creer, pero... es
de tu madre”
Al terminar de leer el mensaje me
quedé boquiabierta, era imposible. Al cerrar la boca, le respondí a
Miriam:
“¿Seguro que tu analizador de
ADN no está estropeado? Es imposible que haya sido mi madre.”
A los diez segundos Miriam me
contestó:
“Pues lo he intentado diez veces
porque yo tampoco me lo creía y las diez me ha salido que el pelo es
de tu madre.”
Rápidamente, escribí las
diecisiete palabras que me hacían falta para escribir:
“A lo mejor ha sido algún día que a mí se me hubiera enganchado un pelo suyo.”
“A lo mejor ha sido algún día que a mí se me hubiera enganchado un pelo suyo.”
“No creo”-me respondió
Miriam-.
“¿Pues sabes? Hoy le he visto
una mirada extraña a mi madre...”
Antes de que pudiera terminar de
escribir la frase, me interrumpieron unos golpes en la puerta:
-¿Quién es?-dije-.
-Soy yo cielo, ¿por qué pones el
seguro?-me respondió mi madre-.
Suspiré aliviada:
-Ya voy.
-Ya voy.
Me despedí de Miriam y fui a
abrirle la puerta a mi madre:
-Paula, ¿has comido bien?
-Si, mamá, ¿por qué?
-No, por saberlo-dijo mi madre,
acercándose a mí cada vez más-.
De repente, mi madre me cogió del
brazo, apretándome con todas sus fuerzas:
-¡AYYY! ¡Pero que haces
mamá!-dije intentando soltarme-.
-¡No soy tu madre! ¡Y he venido
a buscar mis poderes!
-¡¿QUIÉN ERES!?
-¡Cállate!
De repente, grité sin pensar por
el dolor:
-¡GRAN MAGO NICOLÁS FLAMEL, LE
NECESITO!
Al instante, apareció el alma del
mago Nicolás Flamel, que al ver mi cara de sufrimiento, hizo un
movimiento con la mano y con un “¡puf!” desapareció mi supuesta
madre:
-¿Pero qué ha pasado Paula?-me
preguntó mirándome preocupado-
-No lo sé-le respondí frotándome
el brazo-. En un segundo, me agarró del brazo y me dijo que no era
mi madre y que había venido a recuperar sus poderes.
-No puede ser..
-¿Qué ocurre?-pregunté
preocupada-.
-No te preocupes, lo único que te
voy a pedir, es que, durante un tiempo, te vayas a vivir con Miriam o
con Diana.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Tú hazlo y no te preocupes.
Prepara tu maleta y todo lo que necesites.
-Pero.. ¿y mi hermano? ¿Y mi
madre?
-No pasa nada, creéme.
-¡¿Y entonces por qué acaba de
hacer desaparecer el cuerpo de mi madre!?
-Porque esa no era tu verdadera
madre.
-¿Y mi padre? ¿Y mi hermano?
-¡No repliques más! ¡Prepara tu
maleta y llama a Miriam o a Diana!
Al terminar de decir esto, sono un
“puf” y desapareció de mi habitación.
Rabiosa, cogí el móvil, y le
expliqué a Miriam todo lo que acababa de suceder. Miriam me dijo que
me podía ir a vivir con ella el tiempo que quisiera y que en diez
minutos estaba en mi casa para ayudarme con mis cosas.
Mientras Miriam llegaba, comenzé
a sacar ropa de mis cajones y mi armario. Estaba tan líada, que no
me acordé de que podía usar mis poderes para ir más rápido.
Me harté de guardar ropa y me
senté en la cama para esperar a Miriam. A los diez minutos, sonó el
timbre, así que con mi mente preparada, abrí la puerta de mi
habitación y bajé las escaleras sigilosamente. Al llegar al umbral,
pregunté quién era y me contestó la animada voz de Miriam.
Abrí la puerta y enseguida me
lancé a sus brazos. Ella me devolvió el abrazo y me empujó hacia
el umbral de mi casa:
-¿Pero qué ha pasado que haya
hecho que cambie tanto tu humor desde que te bajaste del autobús?-me
preguntó mirándome ansiosa-.
-Nada-le contesté librándome de
su abrazo-.Es que estoy muy liada.
-Normal-dijo ella cogiéndome de
la mano y tirando de mí hasta la escalera-.Anda, para que te deslies
un poco, vamos a preparar tus cosas.
-De acuerdo-dije un poco más
animada-.
Pensé que con esta chica se
animaba cualquiera.
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