-¡Arriba, Elena! ¡Llegamos
tarde!-me exclama una voz impertinente-.
Resoplo fuertemente y miro a
Jen. Está poniéndose un top, unos shorts vaqueros rotos y unas vans
negras. Oh no, el “instituto-colegio”:
-No quiero ir.
-¿Sabes que si no vas “la
Sidney” te castigará de por vida?
-Ni lo sabía, ni me importaba.
-Yo que tú iría.
La chica sale de la habitación
dejándome sola, no sin antes tirarme un cojín a la cara. Estoy
deseando contarle lo de Paul, pero tengo que fingir que aún estoy
enfadada por lo de ayer. Quiero que sepan que soy muy cabezota y que
tengan cuidado conmigo.
A regañadientes, me visto con
unos shorts deportivos negros, una camiseta de tirantes blancas y una
gorra de Obey y salgo con la mochila que utilizaba para mi antiguo
instituto. Voy mirando el Whatsapp mientras subo la escalera hasta el
tercer piso. Apenas hay cobertura, y eso me pone de los nervios.
Mientras guardo el móvil en la mochila, me choco con alguien. Es
Paul:
-¿Siempre que nos encontremos
tengo que chocarme contigo?-es mi saludo-.
-¿No te gusta?-me pregunta
sonriendo pícaro-.
-No es que no me guste, es que
duele. ¿A dónde vas? ¿No tienes clases?
-Voy a hacer novillos. Además, no
estoy en tu curso.
-¿Cuántos años tienes?
-Diecinueve.
-¿Y por qué sigues aquí?
-Porque no tengo nada que hacer.
¿Vienes?
-Es mi primer día, la directora
se dará cuenta de mi ausencia...-contesto, a pesar de que tengo unas
ganas horribles de dar una vuelta con ese chico-.
-Como quieras. Adiós.
Paul me rodea rozando mi brazo
y me deja allí de pie:
-¡Hola!-me saluda Stephanie, que
se ha acercado a mí-.
-¡Hola!
-Oye... ¿ya conoces a Paul?
-Sí... y ya sé que él y Jake no
es que se lleven muy bien, pero... es interesante.
-Lo sé. Cuando estaba en nuestro
grupo, Mery estaba colada por él.
-¿Y por qué se fue con
Jake?
-Porque Paul no demostraba su amor como lo hacía Jake.
-Porque Paul no demostraba su amor como lo hacía Jake.
-Ah.
-Paul empezó a demostrarlo cuando
Mery y Jake empezaron a salir, y luego ellos dos se pelearon y Jake
salió ganando. Dijeron que quien perdiera tendría que irse del
grupo.
-Menudo lío-contesto resoplando-.
-Oye... a ti te gusta Jake,
¿verdad?
-No sé... rompí con mi novio
antes de venir aquí. Me engañó con mi mejor amiga.
-Vaya, lo siento.
-¿Y qué tal tú con los amores?
-Horrible. Me gusta Max, pero a él
le gusta Jenni, y ella es mi amiga.
-¿Y Jenni?
-Ella pasa de todo-contesta
riéndose-. Vamos a clase, que llegamos tarde.
Entramos en nuestra aula, donde
ya están sentadas mis amigas y cinco o seis más chicas que aún
no conozco. La directora me entrega un libro de Ciencias, otro de
Matemáticas y otro de Lengua y Literatura:
-Directora, ¿cómo nos vamos a
sacar Bachillerato dando sólo tres asignaturas?
-Fácil. No os lo sacáis.
-¿Y si nos hace falta para buscar
trabajo?
-Pues te pagas un instituto
privado.
-Bueno, pues vale.
Paso las cinco horas de clase
aburridísima. Estamos “repasando” las ecuaciones de tercer grado
y los monomios y polinomios. ¡Si eso es de 2º de la ESO!
Por fin, la directora nos
ordena que salgamos de allí y acaban las clases. Stephanie y Jen se
acercan a mí:
-¿Por qué te has puesto así por
lo del trabajo? ¿No ves que no podemos salir de aquí?-me dice Jen-.
-¿Qué dices? ¡Esto no es una
cárcel! ¡En cuanto sea mayor de edad, puedo largarme!
-¡No! ¿Sino por qué crees que
Paul sigue aquí?-interviene Stephanie-.
-¿Paul?-pregunta Jen-. ¿Lo
conoces?
-Sí, no me has dejado contártelo.
Y Paul me ha dicho que sigue aquí porque no tiene nada mejor que
hacer.
-Claro, claro-contesta Jenni-.
-Oye, no te pongas así. ¿Cómo
sé que no puedo irme sino me contáis lo que pasa?-me quejo-.
-Ocúpate tú, Stephie.
-Ele... sólo te diré algo. El
chico de las gafas que viste... todos lo hemos visto y todos supimos
lo que ocurría después, solos. Nadie nos lo contó, ni nadie te lo
puede contar.
-Está bien. Me voy con Paul.
-No puedes, hay que comer.
-No quiero.
-Aunque no quieras, no puedes
escabullirte-continúa insistiendo Jenni-.
-¿Qué pasa? ¿Te gusta Paul o
qué?
-¡No! Tú no supiste lo que le
hizo a Jake.
-¡Oh, vamos! ¡Tampoco debió de
ser para tanto!
-Tú no sabes nada-concluye la
conversación Jenni alejándose de allí-.
-¿Y a ésta qué mosca le ha
picado?-pregunto a Stephie-.
-Tiene la regla.
-Ah, eso lo explica todo-contesto
irónicamente-.
Me despido de Stephie. A pesar
de la discusión con Jenni, sigo queriendo ir con Paul. Salgo
disimuladamente del orfanato y me encuentro al chico escondido tras
unos arbustos. Cuando me acerco a él, enseguida me susurra:
-Sabía que vendrías.
-¿Llevas esperándome aquí desde
esta mañana?
-Puede. Vamos, quiero enseñarte
algo. Deja la mochila aquí.
Me coge de la mano y tira de mí
a través de un estrecho sendero por el bosque. Los árboles cada vez
son más densos y más altos, y los rayos de luz apenas llegan a
nosotros:
-¿Dónde me llevas?
-Como te vas a quedar sin comer, a
hacer un picnic.
Llegamos a un claro lleno de
hojas secas. En él hay un mantel blanco a cuadros rojos en el cual
hay una cesta llena de sándwiches, una tortilla y refrescos:
-Qué hambre, y gracias.
-No hay de qué.
Nos sentamos en el mantel, y
mientras me como un sándwich, me dice:
-Oye, me he enterado de lo que te
pasó en la ducha.
-¿Cómo lo sabes?
-Sigo hablando con Stephanie y
Jen. Son las más honestas. Además, a todos nos ha pasado eso.
-¿Me cuentas tú quién es ese
tío de las gafas?
-No debo ser yo quién te lo
cuente. Lo sabrás tú sola.
-Ya, claro...
-Ya, claro...
-Oye, yo quiero contártelo,
Stephie y Jen también, pero... si te lo contamos nosotros, no lo
sabrás tú sola, es más... no entenderías nada y...
-Vale, hablemos de otra cosa
porque me estás liando. Jen me ha dicho con una... indirecta,
que eras peligroso.
-¿Qué?
-Me dijo que le habías hecho
mucho daño a Jake...
-¿Y tú la crees? Mira, Jen me
cae bien, pero esa chica tiene un problema...
-No hables mal de ella.
-¿Qué no hable mal de ella? ¡Se
ha enfadado contigo sin razón!
-Oye, tengo que irme. Gracias por
el picnic.
Me levanto, y sin girarme,
empiezo a caminar por el sendero de vuelta al orfanato. Ya no tengo
hambre, pero aún tengo una cosa por hacer. Se acabó la cabezonería.
Tengo que disculparme con Max, Mery, Jake y Jenni. Camino
tranquilamente, hasta que algo me coge por detrás. Justo cuando voy
a gritar, ese alguien me tapa la boca. Me lleva detrás de unos
árboles, me gira y....
-¡¿Qué coño quieres?!-le grito
al chico de las gafas-.
-Tú.... tú.... ya has
entrado..... no puedes salir.... ten cuidado.... no te alejes de tus
amigos.... nunca... nunca te quedes sola-me contesta con voz ronca-.
-¿Quién eres?-pregunto
bruscamente-.
-Soy el protector-contesta
desapareciendo-.
Me quedo quieta, sin poder
moverme. ¿El protector? ¿Para protegerme de qué? ¿Alguien tan
raro, que desaparece sin más y que ni conozco? Me levanto y escucho
alguien correr hacia mí:
-¿Estás bien? Te he oído hablar
con alguien-dice Paul-.
-Era... era el protector-contesto
suspirando-.
-¿Ya te ha dicho quién es? Es
demasiado pronto.
-Qué más da. Sólo me ha dicho
que es el protector, nada más. No entiendo nada.
-Aún no sabes todo.
-¿Y tan grave era decirme que ese
tío es el protector?
-Sí, porque... ¡oh, no! ¡La
directora! ¡Escóndete!
-¡Paul!
Veo al chico irse corriendo por
la dirección contraria. Me escondo tras un ancho alcornoque, y al
pasar la directora, veo que lleva nuestras mochilas. Mierda. Espero
que no sepa que son nuestras. La veo alejarse, y sé que es mi
oportunidad. Salgo de mi escondite y voy corriendo al orfanato. En el
corredor me encuentro a Paul:
-Lleva nuestras maletas-le digo-.
-Ella sabe que es la mía, me ha
pasado muchas veces, pero no sabe de quién es la otra.
-¿Y qué hace cuando pilla que
alguien ha salido?
-Mejor que ni lo sepas. Vete a tu
habitación. Si nos ve aquí, sospechará.
-Está bien... y, gracias por
todo-me despido, dándole un beso en la mejilla-.
Camino hasta el segundo piso, a
la habitación 99. Al entrar, veo a Jenni tumbada en su cama. Genial,
también es una cabezota:
-Oye, Jen... si te he molestado...
lo siento.
-No te preocupes. Sé que ya has
visto al protector.
-¿Cómo lo sabes?
-Él mismo me lo ha contado.
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