-Hola, soy Elena Maybe-digo-.
Espero quieta una respuesta, pero nadie habla. Creo
que hasta todo el mundo puede oír el rápido latido de mi corazón.
Tierra, trágame:
-Hola, señorita Maybe. Bienvenida a Green Day.
Subo la mirada y veo que la que ha hablado es la
mujer del moño:
-Soy la directora Sidney. Aquí mando yo, téngalo en
cuenta desde ahora. Bien, todos estos son los niños del orfanato.
Se escucha un murmullo de “holas” tímidos en la
habitación, y, a continuación, la directora se acerca a mí y me
coge del hombro:
-La acompañaré a su habitación.
Agarro mi bolso con más fuerza aún mientras la
directora Sidney tira de mí por unas escaleras de caracol de madera.
Detrás de mí, puedo oír cómo los demás niños y jóvenes se
mueven por la sala y se susurran entre ellos. Seguramente están
hablando de “la nueva”.
Llegamos al segundo piso, que consiste en un largo
pasillo de paredes blancas, el suelo de madera y un montón de
puertas de hierro negras a los lados. A medida que avanzamos, puedo
observar que en cada puerta hay un número y debajo un pequeño
cartelito con los nombres de las personas de esa habitación. Oh, no.
¿Tengo que compartir habitación con alguien? Llegamos a la puerta
99. Genial, mi número de la mala suerte. Antes de atravesar la
puerta, veo que en el cartelito pone mi nombre y el de otra chica, el
cual no consigo leer. ¿Quién será?:
-Bien, dentro de dos horas tendrá que bajar a cenar.
Podrá instalarse y guardar sus cosas. Las duchas son después de la
cena. Las demás normas están encima de su cama. Bienvenida de
nuevo, Elena.
Espero a que la mujer salga por la puerta y me dirijo
corriendo a mi nueva e incómoda cama:
-¡Pero qué coño...!-exclamo-.
Pensaba que las normas consistían en tan solo la
cara de una hoja, pero no, las normas que me faltan por leer son dos
folios por las dos caras. Suspiro exasperada. Qué bien empiezo. La
directora no me ha dicho nada de mi compañera de habitación. ¿Quién
demonios será?
Me paso una hora ordenando mi ropa y mi neceser, pero
nadie aparece. Me siento en la cama, luego me tumbo, miro al techo.
¿Qué hago yo aquí? Entonces, escucho cómo se gira el pomo de la
puerta. Se me pone la piel de gallina. Me levanto de la cama y me
aliso la ropa. Si quiero caer bien a la gente, tengo que estar
presentable. Tras un segundo que parece interminable, lo primero que
veo es una larga y lisa cabellera rubia. La desconocida se gira y
cierra la puerta. Parece que aún no se ha dado cuenta de mi
presencia. Entonces, me mira:
-¡AH! ¡Dios! ¡Me ha tocado la nueva!
-¡Oye, la nueva tiene nombre! Soy Elena Maybe-me
quejo-.
Tras el susto, la rubia se acerca a mí tendiendo la
mano y mostrando una pícara sonrisa:
-Hola, neófita. Soy Jennifer Clevey. Encantada.
-Igualmente-respondo, estrechándole la mano-.
-Está bien. Supongo que estás aquí porque eres
huérfana, ¿no?
-¿Por qué iba a ser si no?-pregunto, aguantando las
lágrimas-.
Jennifer se da cuenta y me pide disculpas:
-Vaya, debió de ocurrir hace poco... Lo siento... Yo ya
llevo aquí cinco años.
-¿Y cuántos años tienes?
-Diecisiete.
-¡Igual que yo!
-Bueno, tú sólo tendrás que aguantar un año aquí.
-Si no tengo planes en un año, no tendré más remedio
que quedarme.
-Cambiemos de tema, hablar de salir de aquí me ilusiona
demasiado.
-¿Por qué dices eso? En un año te puedes largar.
-No te creas.
-¿A qué te refieres?
-¡Anda! ¡Tengo que enseñarte el orfanato! ¡Vamos!
¡Tenemos una hora!-cambia de tema mi nueva amiga-.
Resoplando, salgo de la habitación tras Jennifer.
Mientras andamos por el pasillo hasta una escalera que lleva a un
tercer piso, la chica me dice:
-Puedes llamarme Jenni o Jen.
-Y tú a mí Ele o Eli-respondo sonriendo-.
Bueno, pues al final me alegro de tener a alguien en
mi habitación. Jenni me está cayendo genial. Subimos por la
escalera que lleva al tercer piso. Éste pasillo también está lleno
de puertas, pero éstas no pertenecen a habitaciones:
-A cada habitación le pertenece una ducha. La nuestra
es la 99, como el número de nuestra habitación. Las duchas son
después de cenar, y es obligatorio ducharse.
-Bueno, yo ya me duchaba antes todos los días.
-Ya, pero el agua de aquí es una mierda y el champú te
deja el pelo encrespado.
-Pues tienes el pelo muy bien.
-Tengo mis propias reservas-me explica sonriendo-.
Seguimos caminando hasta llegar a una puerta más
ancha que las demás. La atravesamos y entramos a una especie de
vestíbulo con varias puertas. Cada una tiene un cartel. Leo unos
cuantos y adivino que son aulas. Jenni habla antes que yo:
-Aquí se imparten las clases. Es como un instituto
normal, pero peor. Las clases las dan la directora, el tío que te ha
traído hasta aquí y el jardinero. Los demás profesores se piraron
hace tiempo, y no sólo porque tuvieran un sueldo de pena.
De nuevo me oculta algo:
-Empezarás las clases mañana. Los de nuestra edad
damos cinco horas, de 6:00 a 11:00. Nos da clases la directora.
-Está bien, pero no hablemos más del instituto.
Hablemos de algo más personal-intervengo, con una sonrisa traviesa-.
¿Por aquí hay tíos buenos?
-Unos cuantos, pero mejor que ni les hagas caso. Se
supone que aquí las relaciones están terminantemente prohibidas.
Según “la Sidney” no quiere tener más niños, y dice que las
chicas se eduquen por su lado y los chicos por otro.
-Concluyendo, ¿no daremos las clases con ellos?
-Los chicos y las chicas sólo estamos juntos a las
horas de desayunar, comer y cenar, y cuando llega uno nuevo, como
hoy.
-Genial.
-¿Qué pasa? ¿Querías un ligue?
-Antes de venir aquí mi mejor amiga me engañó con mi
novio, Peter, así que quería olvidarme de él.
-¿Usas a los tíos como pañuelos de usar y tirar? Me
gusta...
-¡No! Sólo que Peter es la relación más seria que
había tenido hasta ahora y... pues eso.
-Estando aquí no te hará falta un tío para olvidarlo.
Vamos a cenar o nos castigan.
Salimos del “instituto-colegio” y bajamos las dos
escaleras. Llegamos al corredor donde me presenté y atravesamos una
puerta enorme de metal que está en el centro de la pared norte de la sala. Hay dos
mesas bastante largas a los dos lados de la sala. Perdida, sigo a
Jenni, que se dirige a la mesa de la derecha. Por lo que puedo ver,
permiten a los chicos y chicas estar juntos. Nos sentamos en unas
sillas de madera, yo a la derecha de Jennifer. A mi derecha hay un
chico con gafas muy raro que me mira babeando. Me pego todo lo que
puedo a Jenni:
-¿Quién es ese?
-¿Quién?
-El que está al lado mía con las gafas.
-¿Pero qué dices, tía? El chico que está al lado
tuya es Mike.
-¡No! Hay un chico con gafas babeando. Está lleno de
granos y me da yuyu.
-Pues yo no veo nada, te lo estarás imaginando tía.
-Lo que veo es muy real.
Me dispongo a comer dando por finalizada la
conversación. En el plato hay un no apetitoso puré de patatas
amarillo, acompañado de zanahorias y un vaso de agua. Como,
intentando no vomitar. El puré sabe a cebolla. Al terminar mi plato,
llega el postre. Bien, es una tarta de chocolate. Mientras me aparto
un trozo, miro disimuladamente al chico de las gafas. ¿Cómo es que
Jenni no lo ve? Si hasta podría tocarlo.
Terminamos el postre. La profesora me saca, para mi
sufrimiento, delante de todo el mundo, de nuevo para presentarme.
Bajo rápidamente las escaleras del pequeño escenario donde he
estado de pie durante veinte segundos y me reúno con Jennifer. Al
acercarme, puedo ver que está con un pequeño grupo de personas:
-¡Hey, nueva!-me saluda un chico bastante mono-. Soy
Jake.
Le doy dos besos en las mejillas:
-Yo soy Stephanie, llámame Stephie.
-Yo Mery.
-Yo Max-Max... me recuerda a mi mejor amigo de Miami-.
-Encantada de conoceros.
Empezamos a caminar por el corredor y subimos por las
escaleras. El que me ha llamado más la atención es Jake, pero con
el que más he hablado ha sido con Max. Llegamos al pasillo de
habitaciones, y me da un poco de corte al ver cómo la chica llamada
Mery le da un beso en la boca a Jake. Vaya, pues está cogido. Jenni
y yo nos despedimos de los demás y entramos en la habitación.
Enseguida, me siento en mi cama:
-¿Qué te pasa, Ele?-me pregunta Jenni sentándose a mi
lado-.
-Nada...
-Sé que estás triste, es tu primer día.
-Ya me acostumbraré-contesto sonriendo-.
-Por cierto, he visto que no dejabas de mirar a Jake. ¿A
qué es mono?
-Sí, pero está con Mery. Los he visto besarse antes.
-¿Esos dos?
-Sí.
-Te habrás confundido con Stephanie.
-No creo, no se parecen mucho.
-Pues habrán empezado a salir y ni me he dado cuenta-miente Jen sin que lo sepa Ele-.
-¿No les castigarán?
-Tendrán cuidado.
-Voy a ducharme.
-Vale, termina rápido.
Cojo mi pijama y mi toalla y salgo de la habitación.
Camino despacio hacia el tercer piso. Llego al pasillo de las duchas
con la llave en mano y abro la 99:
-¡AH! ¡ASQUEROSO, QUÉ HACES AQUÍ!-grito al ver al
gafotas que me miraba en la cena en nuestra ducha, escondido tras la
cortina-.
El chico no me contesta, sino que se acerca a pocos
centímetros de mí, me echa un aliento a muerto en la cara, me
atraviesa, no sé cómo, siento escalofríos por todo mi cuerpo,
escucho los gritos de mis padres en el accidente, y siento cómo
caigo al vacío.
Sigue asi marina me estan ancantando los personajes y la histori tkm samantha ;)
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario rubiaa!! Teq muxoo!! ♥♥♥
ResponderEliminarMe encanta <3
ResponderEliminarPD: Te he nominado a los liebster awards: http://leeresdevalientes.blogspot.com.es/2014/04/me-han-nominado-los-liebster-awards.html#more