Narra
Niall
Todos
salieron del vehículo, Nata animándome, alegando que al ir a por
Sam, la chica se sentiría admirada y querida, y eso le gustaba.
Tenía que ganarme a Sam como fuera. Esa chica me había abierto los
ojos, me había abierto... el corazón. Cuando nuestras miradas se
cruzan, siento como mi piel se enrojece, a causa de la vergüenza,
como mi corazón tiene ganas de atravesar mi pecho e inclinarse ante
los pies de Sam, demostrándole así que la quiero, y mucho, pero
ella no parece que se dé cuenta de que hay otro chico a parte de
Zayn que puede hacerla feliz. Puede que no sea perfecto, puede que no
sea el mejor de los cinco, puede que haya tenido pocas novias y que
sea insultado por mucha gente, pero a Sam la quiero, y siento que
puedo hacerla feliz, con o sin dinero, que espero que ella no sea una
avariciosa y que le dé igual. Pero eso a mí no me importa. A pesar
de apenas conocer a Sam, de haber casi ni hablado con ella, para mí,
verla fue un flechazo de amor puro. Sé lo que es ser traicionado,
pero también sé que Sam puede hacerme feliz, y yo a ella, aunque me
cueste conquistarla.
Megan
se puso el cinturón, me dirigió una amplia sonrisa, y arrancó el
motor. Me abroché mi propio cinturón y empecé a pensar en todo. Un
ejemplo. Megan parecía mucho más madura y adulta desde que sabía
que estaba embarazada. Ya no bebía (obvio), ni se comportaba como
una niña. Ahora sí que parecía la mayor de las chicas, no como
antes. Ahora parecía la adulta que es, la que cuida un poco de sus
amigas, y sobre todo, a partir de ahora, de su salud. No estoy seguro
sobre si Megan está preparada para tener un bebé. Aún tiene
diecinueve años, y según sus amigas, se quedó embarazada a los
catorce, por eso sus padres la echaron de casa. Por suerte, tuvo un
aborto natural, doloroso, pero librándose de lo que le dificultaría
la vida. Desde entonces vivió en la calle, hasta que recibió ayuda
de su tía y demás. Todo esto me lo había contado Nata, con la que
tenía mucha confianza, pero... La quiero, no como una novia, como
una amiga... y algo más. Cuando estuvimos a punto de besarnos esa
tarde, sentí el impulso de recorrer la distancia que quedaba para
que nuestros labios se tocaran. ¿Por qué no lo hice? Porque a pesar
de no tener nada con Sam, me siento atado a ella, además, Nata
quiere a Zayn, no quiero que tenga más líos en la cabeza. En la
limusina me había contado toda la discusión con Sam y la charla que
tuvo con Zayn, incluido que casi se besan pero que ella lo impidió
por Sam. Es una gran chica, y una gran amiga, y para mí, es como una
hermana, pero el suceso de que casi nos besamos, aún lo tengo en la
cabeza, dándome vueltas, y siento que debería haberla besado,
porque algunos sentimientos comenzaban a despertar en mi interior, y
no eran para nada desagradables.
Narra
Ana
Sigo
pensando en que la pobre Sam se ha quedado sola en el aeropuerto.
Ahora mismo debería de llamarla por teléfono, pedirle perdón por
haberla dejado plantada, aunque no hubiera sido culpa mía, pero no
lo hice. Entré a mi habitación, sola, ya que la compartía con Sam.
Me tumbé en la cama de la derecha, y pensé en Harry, en que ya nos
habíamos besado dos veces, y en que... creo que me quiere. Pero no.
Haber, Ana, espabila. Recuerda lo que te pasó con ese chico. No
quieres que te vuelva a pasar ¿no? Pues olvídate de tener novio-me
decía mi consciencia- Puede que esa parte de mi cabecita tuviera
razón, pero mi corazón me decía otra cosa. Me decía que el pasado
era el pasado, que Harry era diferente, que no era un mujeriego como
decían en las revistas de cotilleo. Sé que es un buen chico, pero
aún no estoy del todo convencida de salir con él, ni con nadie.
De
repente, llamaron a la puerta. Me levanté de la cama, ilusionada por
que fuera Harry, ya que debía hablar con él, pero al abrir la
puerta, observé a Nata, que temblaba, lloraba, tenía los ojos rojos
e hinchados, y estaba totalmente despeinada:
-¡Nata!
¿Qué te ha pasado?-grité-.
-No
quiero que se entere nadie más. Hablemos con la puerta cerrada
por-por favor-contestó, aún tiritando y haciendo chirriar los
dientes-.
Le
invité a pasar y la chica se sentó en mi cama:
-Cuenta-dije,
sin más remordimientos-.
Nata
empezó a contarme toda su conversación con Zayn, su encuentro con
una niña maleducada llamada Carla, y la disputa con Sam. Tras media
hora de mocos, tiriteos, clínex y apoyo amistoso, le dije sin más:
-Lo
primero que tienes que hacer es que cuando Sam llegue, habla con ella
educadamente, y si ella empieza a gritar, vete de su lado y salte de
la habitación donde habléis.
-Pero...
-Lo
segundo-la interrumpí-. Esa niña, Carla, no le hagas caso, hay
muchas niñitas perversas sueltas por ahí. Y lo tercero. Si quieres
a Zayn, nada ni nadie puede impedirte salir con él. Sé que no
quieres traicionar a Sam y bla, bla, bla, pero si Zayn te quiere a
ti, ¿qué coño quiere Sam?
-Tía,
por si no te acuerdas, Sam me soltó que estaba harta de que la
superara en todo.
-¡Bah!
Eso lo habrá dicho sin pensar. Vete a dormir, que lo necesitas, y
mañana lo aclaras todo, ¿vale peque?
-Me
iré a dormir cuando me cuentes qué demonios te ha pasado a ti con
Harry.
-Está
bieen-dije suspirando-.
Narra Megan
Sigo
conduciendo hacia el aeropuerto, acompañado por Niall, que está
metido en sus pensamientos. Me parece buena idea lo que si el chico
iba a por Sam, daría un paso en adelante para conquistarla, pero,
más bien, creo que esa idea se le había ocurrido a Nata porque
estaba celosa, y no quería que Sam le quitara a su Zayn. Pero bueno,
aún no tenían nada, todo podía pasar. Nata tenía la oportunidad
de salir con Zayn, pero la había rechazado sólo por no defraudar a
Sam. Ahora, si Sam no perdonaba a Nata o no hablaba tranquilamente
con la peque, le diré claramente a Natalia que se acabó, que si Sam
no quiere arreglarlo, que empiece algo con Zayn, que se ve que está
loco por ella:
-Oye,
Niall, ¿qué direcció tengo que tomar para ir al aeropuerto?
¿Londres sur, o Londres este?
-Emm...
-No
me digas que no lo sabes.
-Pues
la verdad es que... ¡Smarthpone al rescate!-exclamó, ilusionado por
haber resuelto él solito una difícil preocupación-.
Tras
poner en marcha el GPS y escribir la dirección del aeropuerto al que
se dirigían, la mujer del aparato empezó a hablar en chino:
-Niall...
¿lo has puesto en chino?
-Emm...
jeje.
-Date
prisa en ponerlo bien. Casi llegamos al cruce.
-Voy,
voy.
Presuroso,
el chico tecleó y tecleó en su móvil, hasta que, justo a tiempo,
la mujer indicó que debíamos tomar Londres este:
-Casi
te mato Niall.
-Oye,
que lo he arreglado-sonrió angélicamente mirando por el
retrovisor-.
-Leprechaun,
estás perdonado-devolví la sonrisa-.
Tras
media hora más en coche, llegamos a un atasco, que parecía eterno:
-No
me jodas-dije-.
-Sí
te joden-contestó Niall-.
-Sí
NOS joden-le corregí, recordándole que como no volviéramos a
tiempo a por Sam, la chica podría montar el embrollo del siglo-.
Claxsons
sonando cada diez segundos, personas quejándose gritando por sus
ventanas abiertas, polícias pidiendo tranquilidad y paciencia. De
repente, un policía se acercó a mi ventanilla y la golpeó con los
nudillos. Bajé el cristal asustada. Casi nunca un policía había
venido hasta mi coche para hablarme así como así o hacerme un
control:
-Buenas
noches señorita-me dijo el policía en inglés, lo que a mí me dio
igual. Las últimas tres semanas las chicas y yo habíamos recibido
clases de inglés avanzadas y gratis, gracias a los chicos, y ahora
hablamos inglés perfectamente-.
-Buenas
noches señor-contesté-. ¿A qué se debe su presencia?-pregunté,
intentando comportarme como una adulta y hablar educadamente-.
-Verá,
hay una niña loca suelta por ahí. Se ha escapado de su reformatorio
infantil, y llevamos buscándola todo el día. Varios testigos
afirmaron haberla visto en el aeropuerto y montarse en un coche. No
consiguieron la matrícula ni vieron de qué color era, así que
estamos haciendo un control a 100 KM a la redonda del aeropuerto.
-Vaya,
siento mucho todo este lío.
-Muchas
gracias. Bien, sólo puedo decirle que se llama Carla Einsten, tiene
pelo castaño y rizado, es bajita, maleducada, aparenta unos once
años, y está chalada. Es esquizofrénica.
-Pues
siento decirle que a mí no me suena de nada...
-¡Carla!-me
interrumpió Niall-. ¡Todo coincide! Señor, soy Niall Horan, y mi
amiga es una testigo de la presencia de la niña. Es más, habló con
ella, y sí, es maleducada. Fue en el servicio de mujeres en el
aeropuerto.
-Muchas
gracias joven. ¿Sabría decirme hora, minuto, presentarme a la
testigo?
-La
llamo ahora mismo, pero háganos un favor. ¿Pueden llevarnos hasta
el aeropuerto? Es una gran urgencia.
-Claro
señor Horan, por usted lo que sea-contestó el policía sonriente-.
Nos ocuparemos de su vehículo. Estará en total seguridad. Señor,
señorita, acompáñenme por favor.
Boquiabierta
por lo que acaba de pasar, abro mi puerta, y a continuación la de
Niall, que sale con aire victorioso. El policía nos lleva hacia sus
compañeros y explica todo lo ocurrido. En cuanto los policías se
enteran de quién es Niall, nos dejan entrar a su coche patrulla,
indicándonos que en quince minutos estaríamos en el aeropuerto y
que por favor, le diéramos la dirección de la testigo, que irían a
por ella. Nos entregaron un folio para apuntar la dirección de el
hotel donde estaban todos y el nombre y apellidos de la testigo,
Natalia. Niall lo escribió dubitativo. Se nota que nunca ha tenido
que dar información de otra persona a la policía. Pero claro, lo
hacía por el bien de esa niña esquizofrénica, Carla, que según el
chico, Natalia se había encontrado y hablado con ella en el
aeropuerto.
Esperamos
cinco minutos, y entonces los policías entraron en el coche y
arrancaron el motor, nos miraron por el retrovisor, y comenzaron a
circular por la carretera reservada a policías, llevándonos a
nuestro destino.