EL LÍMITE DE LA SOLEDAD
Estoy tumbada en
aquella camilla blanca, boca arriba, mirando al techo blanco con
piedras incrustadas y con pinta de que se te puede caer encima en
cualquier momento. Estoy esperando al doctor Banner, que ha ido a
recepción a firmar unos papeles. Dentro de nada, podré dejar de
venir cada tarde a verle. Él cree que mi problema está solucionado,
pero yo no, ni mucho menos, pero me da miedo decírselo, me da mucho
miedo.
Se abre la puerta,
chirriando, como cada tarde de cada uno de los seis meses que llevo
viniendo al psicólogo. El doctor Banner se sienta en la silla
metálica que hay junto a mi cabeza, y como siempre, empieza
leyéndome mis progresos:
-Bueno, como ya te dije la
última tarde, usted ya está recuperada señorita Jessica. Con esta
tarde más una más, podrá dejar de venir a ver a este vejestorio
con pelo blanco-me dice, riéndose de sí mismo-.
-No es usted un
vejestorio, pero...-mierda, casi le digo que no estoy recuperada-.
-¿Pero?-me insta-.
-No, no es nada, es sólo
que se me hará raro no venir aquí como cada tarde-me invento-.
-Sí, para mí también
será extraño no verla llegar con su bolso de Minnie rojo todas las
tardes a las cinco.
-Bueno, creo que ya tengo
que cambiarme de bolso.
-No, ese está muy bien.
Bueno, lo que vamos a hacer hoy, será recordar todo lo que le pasó
hace seis meses. ¿Cree que puede hacerlo?
-No lo sé....
-No se preocupe señorita
Jessica, recuerde, siempre actitud positiva y seguridad en uno mismo
-Sí, estoy lista.
-Muy bien, recordemos.
HACE
SEIS MESES Y UN POCO MÁS....
Camino
hacia la casa de mi amiga Mery. Hace poco, se fue de vacaciones a
Australia, y hace dos semanas que no la veo. Me ha invitado a
quedarme a dormir, pero, como siempre, mi madrastra no me deja, y eso
que necesito urgentemente el apoyo de mi amiga. Acabo de romper con
mi novio, y llevábamos saliendo seis meses. Ha sido la peor ruptura
de toda mi vida, y no exagero.
Sigo
caminando hasta la calle María Sol, donde vive Mery. Me acerco al
portal número nueve, y llamo impaciente. Para mi sorpresa, me abre
la madre de Mery, algo extraño, ya que siempre que mi amiga sabe que
alguna amiga suya va a venir a verla, siempre, siempre, abre ella. No
le gusta que su madre se entrometa. Ya me gustaría a mí tener una
madre que se entrometiera, una verdadera madre.
Empujo
la puerta de cristal y cierro despacio. Subo las escaleras hasta la
puerta 4C. No hay ascensor, y el piso está constituido por ocho
plantas. Sé muy bien que siempre me quejo de eso a Mery, pero hoy
haré una excepción.
De
nuevo para mi sorpresa, me abre la madre de mi amiga, y me mira
apenada:
-Buenos días, señora Pérez-le saludo, pero la mujer no me deja pasar-. ¿Qué ocurre?-añado-.
-Buenos días, señora Pérez-le saludo, pero la mujer no me deja pasar-. ¿Qué ocurre?-añado-.
-Mery
no está, ha sufrido un accidente.
-¡¿QUÉ?!-exclamo,
mientras comenzaban a brotar lágrimas de mis ojos-.
-Iba
al supermercado y la ha atropellado un coche. Está en coma, en el
hospital Madre, Hijos.
-Voy
para allá-le contesto decidida-.
-Ten
cuidado.
Salgo
del edificio limpiándome la cara, llorando a moco tendido. ¿En
coma? ¡Esta mañana estaba perfectamente! Me monto en mi nuevo Seat
de color negro y arranco rápidamente. Seguramente habrá cruzado sin
mirar, como siempre hace. Llego al hospital Madre, Hijos y me dirijo
a recepción. Ya sin lágrimas en las mejillas, le digo a la
recepcionista el nombre de mi amiga. La mujer regordeta busca en el
ordenador, y al leer algo, me da la peor noticia de mi vida:
-Mery
Pérez ha muerto hoy a las 14:00 a causa de un golpe que le ha dañado
el cerebro. Su operación falló. Lo siento mucho-me explica, bajando
la mirada-.
-¿Su-su,
madre no-no lo sabe?-pregunto tartamudeando, preocupada por tener que
dar yo la mala noticia-.
-Sí
lo sabe, se lo dijimos hace media hora. Lo siento mucho.
Sin
contestar, salgo corriendo hacia mi coche, y por unos pocos metros,
no me atropella a mí un autobús. Me pongo a llorar
descontroladamente. ¿Por qué me había mentido la madre de Mery?
Podría habérmelo dicho y me hubiera ahorrado el ir al hospital.
¿Qué pasa? ¿Qué todo el mundo tiene miedo a darme las malas
noticias desde que murió mi padre? Ahora que Mery no está, sí
estoy sola. Mi madrastra me trata fatal, mi madre nos abandonó a mi
padre y a mí cuando tenía cinco años, y mi padre murió hace dos
meses por un accidente de avión. Hace una semana, mi novio me
cuidaba, quería y apoyaba, hace dos días, me puso los cuernos con
la chica más popular y guarra de la universidad. Hoy, mi mejor amiga
muere. Definitivamente, ESTOY SOLA.
Conduzco
hacia ninguna parte mientras lloro, siento como siguen y siguen mis
lágrimas, como se acerca un ataque de ansiedad, o incluso de asma.
Me siento vacía, sin compañía. A parte de Mery, que ahora no está,
no tengo otros buenos amigos.
Sin
darme cuenta, llego a casa, y me encuentro a mi odiosa madrastra con
las maletas en la puerta. Oh, no, pensaba que lo que decía era un
farol:
-Me
piro-me grita maleducadamente cuando me ve salir del coche-. No te
aguanto, niña desgraciada. Apáñatelas, porque no te vienes
conmigo.
-¡En
el testamento de mi padre ponía que tú tenías que cuidar de mí
hasta que me hiciera mayor de edad!-exclamo, mientras echo humo por
las orejas-.
-Pues
te faltan seis meses, y yo ya no puedo más. Soy joven, no quiero
hijos, quiero ser libre.
-¡¿Y
por eso te casaste con mi padre y me destrozaste la vida!?
-Nunca
imaginé que tu padre moriría a los tres meses de casarnos. Anda,
adiós, que llego tarde al aeropuerto.
Sin
más, la mujer que llevo odiando desde que mi padre comenzó a salir
con ella se aleja en el taxi, y mientras ella se ríe, el taxista me
mira con pena. Estoy segura de que ese hombre me hubiera ayudado, si
mi maldita madrastra no le hubiera dado una propina de unos cincuenta
euros para que se callara. Siempre hace eso. Ha heredado la mayor
parte del dinero de mi padre. Saco la llave de mi casa y entro a
trompicones, abriendo la puerta de un empujón. Directamente subo a
mi cuarto y me encierro en él. En cuanto me siento en la cama, me
derrumbo por completo. No sé qué hacer. Ya no tengo a nadie, soy
menor de edad, y ahora, vivo sola. La única familia que me queda es
mi tía soltera, que vive en Londres, y yo estoy en Valencia. Madre
mía.
Me
tumbo en la cama con los pies en la almohada y miro al techo, pintado
por mi madre hace diecisiete años de color fucsia chillón. Nunca he
tenido el valor de pintarlo a mi gusto, echo demasiado de menos a mi
madre como para borrar cualquier mínimo paso de ella por esta casa.
Siento cómo se hace un nudo en la garganta, se me encoge el estómago
y se me tensan los músculos. Las cuatro paredes blancas de mi cuarto
que normalmente me reconfortan, ahora me aprisionan. Si al menos aún
estuviera saliendo con mi ex, no me sentiría tan sola en este puto
mundo. A veces siento ganas de suicidarme, pero ahora, más que
nunca.
Sin
pensármelo dos veces, voy a la cocina y cojo del pequeño armarito
marrón de la esquina una cuerda que guardo por si acaso. Cojo una
silla y subo a mi cuarto. Me gustaría morir de forma más rápida,
pero es la única forma que en este momento se me ocurre.
Llego
a mi cuarto, coloco la silla justo debajo de la columna que hay
paralela al techo y allí, ato la cuerda. Formo un círculo un poco
más pequeño que mi cuello y me lo coloco. Puede que esto sea una
locura, pero la soledad es demasiado dura. Justo cuando voy a tirarme
de la silla, una voz me grita:
-¡No!
¡Espera!-es la voz de un chico-.
Giro
la cabeza, no sin esfuerzo y veo a través de mi ventana al vecino.
Vaya, no lo había visto nunca, pero es bastante mono. Pelo castaño,
ojos verdes, alto, musculoso y facciones perfectas:
-¡No
lo hagas!-vuelve a gritarme-.
Al
ver sus preciosos ojos verdes preocupados por mí, decido que no, aún
puedo vivir un poco más. Me quito la cuerda del cuello y me bajo de
la silla. Me acerco a la ventana, y él es el primero que habla:
-Gracias,
gracias por no hacerlo... Por cierto, soy Mike.
-Yo
soy... yo soy Jessica.
-Encantado.
-Igualmente.
-¿Por
qué... por qué ibas a hacerlo?-me pregunta asustado-.
-Estoy
sola...-le contesto llorando-.
-Ya
no-añade sonriendo-. Me tienes a mí.
-Vaya,
pues muchas gracias-le sonrío-.
-¿Quieres
dar un paseo?
-Claro.
Bajo
a la calle, no sin antes poner la silla y la cuerda en su sitio. Por
ahora, no las volveré a necesitar.
Empezamos
a andar por mi calle, llegamos a la iglesia, le damos un rodeo a la
plaza y merendamos en una cafetería, y, como no, invita él. Pasa el
tiempo volando y ya son las ocho. Estamos frente a mi portal,
bloqueados:
-Emm,
pues bueno, creo que llega la hora de volver a casa-corto el
silencio-.
-¿Quieres...
quieres quedarte a dormir en mi casa? Vivo solo, y así, no te
sentirás tan sola.
-Vale,
voy a por mi pijama, de veras, muchas gracias.
-No
hay de qué.
Mientras
subo las escaleras hasta mi habitación, ya no soy la misma persona
que hace dos horas. Antes tenía ganas de suicidarme, ahora, ahora ya
no me siento tan sola. Mike me hace compañía, me hace sentir que
merece la pena seguir viviendo.
DE
VUELTA AL PRESENTE...
-¿Y
bien? ¿Te sigues sintiendo sola?-me pregunta el doctor Banner-.
-No,
tengo a Mike.
-Exactamente,
y estáis juntos y felices, y dentro de poco, os vais a estudiar a
Londres, verás a tu tía.
-Lo
sé, lo sé.
-Jessica,
sé que antes de recordarlo todo, tenías miedo de volver a quedarte
sola.
-Ya...
es que mañana hará seis meses desde que Mike y yo estamos juntos, y
tengo miedo de que me ponga los cuernos, como hizo...
-Lo
sé, como aquel idiota que te mintió. Pero Mike no es él, y sé que
no te dejará por nadie.
-¿Tú
crees?
-¡Pues
claro, Jessica! Se nota que Mike te quiere, por la forma en la que te
mira, la forma en la que te habla. Mañana es tu cumpleaños, te
harás mayor de edad, podrás hacer lo que quieras, ya no dependerás
del testamento de tu padre.
-Aún
echo de menos a Mery.
-Lo
sé.
-Y a
mi padre.
-Es
normal.
-Nunca
estaré bien del todo.
-Sí,
porque tu problema era que estabas sola, y ya no lo estás. Lo que te
digo es que nunca, nunca te creas que estás sola, porque siempre
habrá alguien junto a ti.
-Estuve
a punto de suicidarme.
-Todo
eso ya ha pasado, ya pasó, pero nunca jamás vuelvas a hacerlo.
-Doctor
Banner, me daba miedo decírselo antes porque, porque, ya le siento
como mi padre. Llevo viéndole cada tarde durante tanto tiempo...
-Jessica,
normalmente, no me ato tanto a mis pacientes, pero tú, yo también
te siento como mi hija-dice sonriendo-.
-Véngase
conmigo, por favor, o no me anule las citas por la tarde.
-Jessica,
si no te las anulo, seguirás recordando siempre lo que te ha pasado.
-Si no
le sigo viendo, me sentiré de nuevo sola, y no me gusta.
-No
estás sola. Puedes seguir viniendo cuando quieras.
De
repente, me suena el móvil, y lo saco de mi bolsillo trasero del
vaquero. Es Mike:
-¡Cielo!
Llevo esperando esto mucho tiempo, y ella también.
-No lo
entiendo, ¿a qué te refieres?-le pregunto-.
-¡He
encontrado a tu madre!
-¡¿¡QUÉ?!?-exclamo
con todas mis fuerzas-.
-¿Qué
ocurre?-me pregunta alertado el doctor Banner-.
-¡Mike
ha encontrado a mi madre!
-¡¿QUÉ?!-exclama
el doctor igual de sorprendido que yo-.
***
Estoy
en Londres, paseando por el puente del Big Ben junto a Mike, mi madre
biológica y el doctor Banner. Mi madre y él se casaron hace un año,
y Mike y yo ya hemos terminado nuestros estudios. Ahora para mí, la
vida es perfecta. Sí, nada es perfecto, pero por lo menos ahora ya
no estoy sola, que era mi mayor miedo. Después de aquella vez que
conocí a Mike, jamás volví a intentar suicidarme. Siempre echaré
de menos a mi padre, a Mery, a mi antigua ciudad, pero jamás echaré
de menos la soledad, es demasiado dolorosa como para soportarla, y
eso lo demuestra que casi me suicido.
Puede
que en la vida vivamos muchos sufrimientos, seamos populares, frikis,
malos, buenos, feos, guapos, pero siempre, siempre, aunque os sintáis
los más solos del mundo, hay alguien a nuestro lado.
FIN
Autora:
Marina Mathis Pérez
Edad:
13
Blog:
http://lamentemagicanovela.blogspot.com
QUIERO COMENTARIOS PLIIIS, 1 BESOTEE :))
Bufff...con este relato no tengo muchas posibilidades de ganar (yo también participo en el concurso). Bueno, no pasa nada, jajaaj xD
ResponderEliminarMe encanta, sobre todo el mensaje que nos quieres dar con el relato.
muchas graciaas veraa!! claro que tienes posibilidades, todos las tenemos! 1 besoo :))
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