-Él mismo me lo ha contado.
-¿Qué?-exclamo-.
-No me sorprende, con lo pesada
que estabas y sólo llegaste ayer.
-¿Y es culpa mía? ¡Me
ocultabais y me seguís ocultando algo muy importante!
-¡El protector es quien te lo
tiene que contar!
-Yo creo que al menos debo saber
quién es el protector.
-El protector es un chico que
murió hace 100 años aquí por culpa de algo que ninguno sabemos, y
su fantasma se quedó aquí para protegernos.
-¿Y funciona?
-No. Mis padres murieron porque no
funcionó.
-Lo siento, supongo que no querrás
ni ver al protector...
-Mis padres me trataban fatal, me
da igual.
-Jen... ¿me perdonas?
-Claro-responde la chica-.
Nos abrazamos y decido cambiar
de tema:
-¿Es verdad que Paul es tan
peligroso?
-No... cuando me enfado suelto
cosas que no son verdad.
-Ya tenemos dos cosas en común.
-¿Cuál es la otra?
-Que ambas somos muy cabezotas.
-Jajaja. Ven conmigo, quiero
enseñarte algo.
-Está bien.
Jen tira de mí a través de la
habitación y me lleva casi corriendo hasta la puerta oculta del
tercer piso. Mira a todos lados y se saca una llave del bolsillo:
-¿Qué haces? ¡Hay demasiada
gente!
-Tranquila, cierra los ojos.
-Jen....
-Ciérralos.
Le hago caso a regañadientes y
cruzo los brazos sobre mi vientre. Cuando parece que han pasado unos
10 minutos, oigo una puerta abriéndose y alguien empujándome contra
el suelo para sentarme:
-¿Jenni?
-¿Jenni?
-Abre los ojos.
Abro los ojos y me los
restriego con las manos. Tras acostumbrarme a la semioscuridad total
de la habitación, veo cómo Jen coge un libro encuadernado en cuero
de una pequeña estantería de madera:
-El protector era un chico que
estuvo aquí hace ya 100 años, como te dije antes. Averiguó lo que
realmente pasaba y pasa aquí y... lo mataron. Nadie supo ni nadie
sabe qué es lo que averiguó.
-¿No se supone que no deberías
habérmelo contado?
-El protector me regañará, pero
me da igual. Es todo lo que sabemos Mery, Stephie, Jake, Max y...
Paul.
-¿Sólo vosotros? ¿Y los demás
niños?
-Desde que descubrimos este
sitio... el protector se nos aparece a menudo. Sólo nos mira y se
va.
-¿Y cómo supisteis su historia?
-Encontramos este libro escondido
en un arbusto del bosque. Bueno, lo encontró Paul antes de que él y
Jake se pelearan. El protector supo que habíamos encontrado el libro
y nos dijo quién era y para qué estaba aquí, como a ti.
-Vaya...
-Ahora sabes lo mismo que nosotros
y sólo es tu segundo día. Toma-dice la chica, tendiéndome el libro
en cuero-. Supongo que querrás saber más cosas. Este libro es el
diario del protector.
-¿En serio?
-Sí.
-Vale. Por cierto... ¿cómo me
trajiste antes hasta aquí?
-Te guié.
-Jen...
-En serio.
-Jen... no quiero volver a
enfadarme contigo.
-Siento que no me creas.
-Es la hora de cenar.
-He traído comida, hoy tenemos
una reunión.
-Tengo ganas de dormir...
-Vete si quieres, te lo contaré
todo mañana por la mañana.
-Vale. Adiós, Jen.
-Adiós, Ele.
Me despido de Jen con un beso
en la mejilla y comienzo a subir por el pasadizo tanteando con las
manos por delante de mí. Llego al final con el pelo empapado en
sudor y abro tan solo una rendija de la puerta. No hay nadie, como
suponía. Todo el mundo debe estar cenando. Dudo en si ir al comedor
o a mi habitación. Si no voy a cenar, la directora sospechará de mí
por lo de hoy al mediodía. ¡Sigue teniendo mi mochila! ¡No me
acordaba! ¿Qué hago? Seguro que mañana estará esperando a que el
dueño de esa mochila vaya a buscarla. Me odio a mí misma, pero no
me queda más remedio que bajar al comedor e ir a buscar a Paul. Bajo
rápida por las escaleras y me choco con alguien. Paul:
-¿Otra vez?-le saludo-. Justo te
estaba buscando. Necesito tu ayuda.
-Soy todo oídos.
-Nuestras maletas, las sigue
teniendo “la Sidney”. Estará esperando a que sus dueños vayan a
recogerlas, y si mañana me ve sin maleta sospechará de mí.
-Ya me ocupo yo, tú vete a
dormir.
-¡Pero te castigarán!
-Ya estoy castigado.
-¿Por escaparte?
-Sí, no les he dicho que la otra
maleta es tuya, pero “la Sidney” ya sabe que es de una chica.
-Obviamente.
-Yo la recuperaré, no te
preocupes-dice Paul, pasándome un mechón de pelo rebelde por detrás
de la oreja-.
Me estremezco. Espero que no lo
haya notado:
-Hasta mañana, Paul.
-Adiós, Elena.
-Llámame Ele.
Subo hasta el tercer piso y
frente a mi habitación me encuentro a Jake:
-Hola-me saluda-.
-Hola-contesto con mirada
interrogante-. ¿Qué haces aquí?
-La reunión ha
terminado-contesta, pasándose la mano por el pelo-.
-Vale... voy a entrar... con
Jen...
-Hasta mañana.
-Adiós.
Abro la puerta 99 y veo a Jen
tumbada en la cama:
-¿Qué hacía Jake ahí
fuera?-pregunta-.
-No tengo ni idea.
-Qué raro...
-Bueno, voy a leer.
-Vale.
Me tumbo en la cama y me saco
el diario del protector del bolsillo interior de mi chaqueta.
Sintiendo un cosquilleo en los dedos, abro la primera página:
12 de febrero de 1914
Hola,
soy William Perkin. Acabo de perder a mis padres y recibí esta
pequeña libreta para escribir en ella, así que eso es lo que hago.
Me acaban de trasladar al orfanato Green Day, donde hay una directora
llamada Sidney-¡Sidney! No es
posible-. Los niños son muy pálidos y flacuchos y me han
mirado con ojos vacíos y opacos. Me han trasladado a una habitación
con el número 99. Tengo un compañero llamado Matt Skins, que no me
ha dirigido ni una sola palabra. Todos los días hace exactamente el
mismo ritual. Parece un robot. Tenemos que ir siempre con una especie
de pijama a cuadros negros y con pies descalzos. Sólo tenemos
derecho a comer una ración de comida, y dos veces al día. Las
clases, si es que se les puede llamar así, son horribles, sobre todo
para mí. No voy a poder llegar a ser nadie. Las camas son duras y
las sábanas ásperas y sucias. Este lugar es muy raro, y pienso
averiguar por qué.
-Vaya, menuda primera página-le
digo a Jen, pero ya está dormida-.
Dejo el diario sobre la mesita
de noche y me quedo en ropa interior. Apago la luz e intento
dormirme.
Me desperezo y miro a mi
alrededor. Jenni se está vistiendo. Miro a mi izquierda y veo mi
maleta:
-¡Oh, gracias a Dios!
-¿Qué?-pregunta Jen-.
-Nada.
Me levanto de la cama y me
dispongo a vestirme:
-Ele, hoy nos obligan a ponernos
esto-dice Jen, señalando un pijama a cuadros negros que está
colgado en el armario:
-¿Qué? ¡Es lo que le pasó al
protector!
-Joder...
-¿Qué pasa Jen?
-Cuando los demás nos leímos el
diario no pasó esto... Lo mejor será que dejes de leerlo o que lo
quememos.
-¡No! ¡Aquí puede haber pistas!
-¡Pero Ele! ¡En ese diario todo
es malo! ¿Qué quieres? ¿Que nos pase todo eso a nosotros?
-¡Puede que sólo sea una
casualidad!
-Ya veremos... Si sigues leyendo
el diario y sigue pasando esto, lo quemamos.
-Está bien.
Me pongo el pijama a cuadros
negros y me dispongo a ponerme los zapatos:
-¡Ah! ¡¡Y tenemos que ir
descalzos!!-grita Jen tirándose de los pelos-.
La chica sale de la habitación
dando un portazo y yo voy tras ella después de hacerme una cola alta
y colgarme la mochila a la espalda. Al salir, veo a todos vestidos
iguales, descalzos, con rostro enfurecido. Menos mal que sólo Mery,
Stephie, Max, Jake, Paul y yo sabemos lo del diario.
Bajo las escaleras y me topo
con Paul:
-Qué guapa-dice irónicamente-.
-Anda que tú-contesto riéndome-.
-Sé que sabes lo del diario.
-¿Cómo?
-Ayer Jen me pidió que fuera a la
reunión, y nos lo contó a todos.
-¿Jake estaba?
-No.
-¿Y qué hacía frente a mi
habitación diciéndome que la reunión había terminado?
-No sé.
-Por cierto, gracias por la
mochila.
-No hay de qué.
-Vamos a desayunar.
Caminamos quejándonos por algo
que se nos hinca en un dedo del pie o algo que se nos queda pegado
hasta que llegamos al comedor. Lo único que hay en el plato es una
rebanada de pan reseca con mantequilla por encima:
-Gracias, Ele-me dice Max, que se
me ha acercado por detrás-. Tenemos que quemar ese diario. Las cosas
que vienen ahí sólo acaban de empezar. La última página es cuando
matan al protector... ¿qué pasa si alguno de nosotros muere?
-Tengo que terminar de leer ese
diario, así que hay que aguantar.
-Vaale-contesta el chico
alborotándome el pelo-.
De reojo, veo cómo Stephie me
mira triste, así que me acerco a ella:
-Lo siento.
-No pasa nada.
-Intentaré que Max no se comporte
así conmigo.
-Sólo se ha comportado como un
buen amigo. No pasa nada-repite la chica-.
-Está bien-respondo, bajando la
mirada-. Y también siento lo del diario, pero voy a terminar de
leerlo.
Estan super bien Marina tienes que seguir escribiendo tkm .
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar y leerme rubia!!!! Teq mucho y recuerda lo del lunes a las 19:00!! Jeje 😚😚
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