Camino hacia el instituto-colegio
con el diario del protector dentro de la mochila. Me da miedo que
alguien me lo robe. Voy incomodísima con este pijama dos o tres
tallas mayor que la mía, y los pies descalzos, que ya me pican y me
duelen a cada paso que doy. No es que no me guste andar descalza, es
que el suelo de todo el orfanato es de piedra dura y rasposa.
Llego a mi aula y me siento
junto a Jen. Ella me mira con gesto asesino medio en broma medio en
serio, y se dispone a sacar su libro de Lengua y Literatura de la
mochila. “La Sidney” empieza a explicar, y yo espero aburrida a
que se acaben las clases. No sirven para nada, no sé ni para qué
vengo. En el descanso de cinco minutos que hay entre la clase de
Matemáticas y Ciencias, decido escaparme. Supongo que estoy siendo
irresponsable, pero no aguanto más las clases. Me dirijo a mi
habitación y me tumbo en la cama. Dudo en si leer una nueva página
del diario, pero me da miedo que al hacerlo durante el día, se
cumplan las cosas que lea antes de esta noche, así que cojo mi
móvil. Para mi sorpresa, tengo un montón de mensajes no leídos de
Sara, la que menos me esperaba. Todos dicen lo mismo: lo siento,
perdóname, tengo cita para abortar, entre Peter y yo ya no hay
nada..... Sí, claro. Puede que hayamos sido muy buenas amigas y
hayamos vivido muchas tonterías, pero desde ese día en que me
enteré de lo que había pasado, se acabó entre nosotras.
FLASHBACK
Camino por mi calle esperando
un mensaje de mi querido Peter. Dice que tiene que decirme algo muy
importante, así que espero impaciente. De repente, se acerca
corriendo mi mejor amigo: Max. Nos damos dos besos en las mejillas y
sonrío. Él me devuelve la sonrisa, pero su rostro lo delata. Pasa
algo malo:
-¿Qué ocurre, Max?
-¿Qué ocurre, Max?
-Nada-contesta el chico bajando la
mirada-.
-Oh, vamos, te conozco
perfectamente. ¿Qué pasa?
-Te enfadarás.
-Max, en serio.
-He visto cómo Sara y Peter se
besaban.
-¿Qué?-pregunto con la voz
rota-. ¿No será mentira, no Max?
-Ojalá que sí, pero no. Les he
oído decir que... Sara... está embarazada.
Me echo a llorar fuertemente y
recibo un mensaje de Peter diciendo “Te quiero” justo cuando lo
maldigo en silencio.
VUELTA AL PRESENTE
Mientras sigo pensando en mis
aventuras con Sara, llaman a la puerta. Oh, no, cómo me hayan
pillado. Me quedo tumbada sin hacer ruido, pero siguen llamando a la
puerta sin cesar:
-¡Ele! ¡Soy yo!-Paul-.
Suspiro aliviada y me levanto de
la cama para ir a abrir la puerta:
-Hola, Paul.
-Hola.
-Pasa.
-Vale.
Cuando el chico atraviesa el
marco de la puerta, pienso que ha sido un diálogo bastante animado
(ironía):
-¿Cómo es que te has escapado de
clase?-pregunta el chico sentándose en la cama de Jenni-.
-Es que no soporto dar lo que ya
he dado.
-Eso es una tontería.
-Es la verdad, soy una buena
estudiante, pero lo que ya he aprendido, ya lo he aprendido.
-Ele...
-Está bien... Es que tenía
muchas ganas de seguir leyendo el diario.
-Lo mejor será que lo leas por
las noches.
-Y eso es exactamente lo que he
pensado.
-Vale. ¿Vamos al bosque?
-¿Otra vez? ¿Por qué no hacemos
otra cosa?
-¿Y qué quieres qué hagamos?
¿Ir al cine?
-¿Por qué no?
-Elena, la ciudad está a 50 Km de
aquí.
-Robemos el coche del chófer.
-Nos descubrirían. Y no podemos
salir de aquí.
-Vale, hay algo que no pillo. El
protector quiere protegernos de algo que está aquí, y si nos vamos,
ese algo no nos puede hacer nada. ¿Por qué no podemos irnos?
-A medida que sigas leyendo el
diario lo entenderás.
-Pues vete, voy a leer.
-Por la noche, Ele, por la noche.
-Vaale. Venga, vamos al bosque.
-¿No has dicho hace un momento
que no querías ir?
-He cambiado de opinión-contesto
abriendo la puerta-. No hagas ruido-añado-.
-¿Quién es el experto? ¿Tú o
yo?
-Yo-contesto riéndome-.
Salimos de la 99 y bajamos al
primer piso. El rellano está vacío, exceptuando la presencia del
chófer:
-Mierda, ¿y ahora qué?-pregunto-.
-Sólo podemos esperar a que se
vaya.
-¿En serio crees que se va a ir?
“La Sidney” lo habrá puesto de vigilante por nosotros.
-Ele, vamos a otro sitio, vamos a
la sala de reunión.
-¿Sala de reunión?
-Así se llama el lugar donde te
llevó Jennifer para darte el diario.
-No tengo la llave.
-Yo sí, me la dio Stephanie.
-¿Pues a qué esperamos?
Subimos despacio y
silenciosamente al tercer piso, y vamos de puntillas hacia la puerta.
Aún están dando clases, y la puerta del aula está abierta:
-Al abrir la puerta haremos mucho
ruido-indico-.
-Hay que arriesgarse, déjame a
mí.
Paul mete la pequeña llave en
la cerradura semioculta en la pared de piedra y la gira poco a poco.
Luego, tira de la puerta lo más silenciosamente posible, y en cuanto
ve que su cuerpo cabe, entra en el pasadizo:
-Vamos-me insta-.
Echando una ojeada a mi aula,
divisando los pijamas a cuadros negros, entro en el pasadizo tras
Paul. Avanzamos sin decir una sola palabra hasta que llegamos a la
sala de reunión. Sin decir nada, me siento en el suelo, y Paul me
imita:
-Quiero hablar contigo de algo-me
dice el chico-.
-Desenchufa-respondo-.
-Mejor no, se acabaría todo.
-¿Se acabaría qué?
-Nuestra amistad-oh no, creo que
estoy empezando a imaginarme algo-.
-Paul...
-¿Ya lo sabes no?
-Creo, creo que sé a qué te
refieres, y tienes razón, la estropearía porque...
-Porque tú no sientes lo mismo.
-¡No! Porque si saliéramos y
cortáramos todo se acabaría. Y no es que nos conozcamos mucho.
-Eso es lo de menos.
De repente, Paul se levanta, me
coge del brazo y tira de mí. Me tapa los ojos con las manos y cuando
me la quita, estamos en el bosque:
-¿Cómo, cómo lo has hecho?
-Siéntate en ese tronco caído.
Le obedezco y espero su
respuesta:
-Somos nenders, por eso estamos
aquí.
-¿Nenders?
-Mezcla entre humanos y fantasmas.
-¿Qué? Eso no es posible.
-Sí lo es, los fantasmas existen,
los vampiros, licántropos y los brujos también.
-¿Y los cazadores de sombras?
-¿Qué?
-Es que cómo estás diciendo
criaturas fantásticas, pues faltan los cazadores de sombras.
-Elena, esto es serio.
-¿Estás de coña no? Nenders...
eso no existe. ¿Fantasmas? Ni mucho menos.
-¿Y qué es el protector? ¿Un
elefante?
-No. Puede que sea un fantasma, o
puede que todo esto sea un sueño y me despierte en mi habitación de
Miami.
-No, Elena, esto es la realidad, y
nosotros, incluida tú y todos los que están en este orfanato, somos
nenders.
-¿Y por qué debo creerte?
-Porque está escrito en el diario
y porque sino no habría podido traerte hasta aquí tan sólo
cerrando los ojos. Los nenders son mitad fantasmas mitad humanos.
-Ninguno de mis padres era un
fantasma.
-Los nenders ven a sus padres
normales, uno de ellos dos era un fantasma.
-¿Y por qué mi supuesto familiar
fantasma no sigue aquí?
-Porque tu destino era acabar
aquí.